Doris Salcedo: ¡°Lo dif¨ªcil es lograr una imagen invisible, una iconograf¨ªa sutil¡±
La destacada artista colombiana instala en el Palacio de Cristal del Retiro madrile?o un imponente memorial de agua en recuerdo de los migrantes que mueren en el mar en su intento de llegar a Europa
Para los muertos sin nombre, caligraf¨ªa de alquimia. Para los fr¨ªos dirigentes que perpet¨²an los dramas, sencillamente, castigo en forma de olvido¡ No sin antes restregarles la memoria de todos los que perecen en busca de una vida digna. Los primeros merecen su ritual de recuerdo, el duelo que nadie les supo dar. Palimpsesto es eso. Un memorial, un contramonumento a quienes durante a?os van dej¨¢ndose la vida en el estrecho de Gibraltar y alrededores, sin poder alcanzar el salitre de sus sue?os entre ?frica y Europa. Doris Salcedo (Bogot¨¢, 1958) los homenajea con la contundencia de su arte.
La artista lleva tres semanas encerrada con sus nueve colaboradores en el Palacio de Cristal del Buen Retiro. Un invernadero al sol de sus quimeras. Son solo parte de las 30 personas que han dise?ado junto a ella la obra en su estudio de Bogot¨¢. Los cinco a?os de trabajo, investigaci¨®n y quebraderos de cabeza para encontrar la clave que cerrara el paso de los dilemas e iluminara las certezas de su pensamiento po¨¦tico cobran cuerpo estos d¨ªas, poco a poco pero sin descanso, en el espacio madrile?o dependiente del Museo Reina Sof¨ªa. Con ello, esperan mostrar ante el p¨²blico ¡ªa partir del 6 de octubre y hasta abril¡ª una de las piezas m¨¢s importantes de sus vidas.
El encargo que le hizo Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sof¨ªa, tras ganar la artista el Premio Vel¨¢zquez en 2010, ya deja huella sobre un suelo de arena y materiales tratados con nanotecnolog¨ªa. Sobre esa plataforma van sucedi¨¦ndose en filas los m¨¢s de 200 nombres entremezclados con las respectivas historias de las v¨ªctimas, documentadas e investigadas previamente por su equipo. Y de repente brota el agua que va trazando los nombres. Las vidas que se suceden entre una m¨¢gica aparici¨®n y una digna desaparici¨®n de l¨ªquido y tierra para celebrar el duelo que nunca tuvieron.¡°Palimpsesto es una oraci¨®n f¨²nebre por ellos¡±, comenta la artista colombiana, ya en Madrid. Nombrar a quienes no existen ni han tenido derecho a ritual. ¡°Jean Am¨¦ry dec¨ªa que la est¨¦tica en la muerte nos remite a la ¨¦tica en la vida. Nadie consider¨® que era importante llorar estos cuerpos. Pues bien, nosotros marcamos la importancia de esos duelos que no se hicieron, es m¨¢s, que ni siquiera se pensaron¡±, asegura Salcedo.
La obra requiere tiempo de quien se acerque a verla. Silencio y margen para esculpir dentro de uno la imagen de vida y tragedia que se esconde detr¨¢s de lo que aparece en el suelo. ¡°La gente debe conceder un espacio para observarlo, para que el nombre emerja y desaparezca. Palimpsesto maneja un ritmo de hechos no ocurridos con la intenci¨®n de hacerlos presentes. El futuro se construye sobre las ruinas del pasado y el arte ayuda a elaborar esa llamada de atenci¨®n¡±, cree.
Su m¨¦todo es complejo. A trav¨¦s de una profunda reflexi¨®n y una intensa toma de contacto con las v¨ªctimas, Salcedo va perfilando en su imaginaci¨®n qu¨¦ quiere. Lo ha afrontado siempre as¨ª. Desde que al inicio de su carrera, hacia los a?os ochenta, se adentrara en las zonas m¨¢s conflictivas de su pa¨ªs a rastrear el drama de las v¨ªctimas y elaborar sus primeras obras. El trabajo de sus colaboradores consiste en hacerlo ahora posible en otros lugares del planeta. ¡°Nos corresponde elaborar el c¨®mo, y eso nos da lugar a muchos intentos de prueba y error¡±, afirma Carlos Granada, arquitecto, 14 a?os junto a la artista en obras m¨ªticas ya como Neither, expuesta en Londres en 2004, o Shibboleth, la grieta cuya cicatriz pervive en la Tate Modern. O, m¨¢s recientemente, en Sumando ausencias, esa mortaja blanca tejida por miles de colombianos y extendida en la inmensidad de la plaza de Bol¨ªvar bogotana tras el rechazo a la paz en el refer¨¦ndum de su pa¨ªs.
Granada relata ese reto constante que supone el trabajo a su lado: ¡°Comenzamos siempre con una premisa para realizar una exploraci¨®n alqu¨ªmica sobre un pedido imposible¡±. En este caso, la clave era el agua. ¡°Empezamos a investigar c¨®mo se comporta un charco. Para ello recurrimos a la rama qu¨ªmica y bioqu¨ªmica, a la ingenier¨ªa, todos los campos posibles para lograr el objeto preciso. Partimos de una imagen norte que ella nos plantea y nos fijamos un nivel. En este caso, el agua era la materia absoluta y, por tanto, deb¨ªamos centrarnos tambi¨¦n sobre la superficie donde se posa para adivinar c¨®mo la podr¨ªamos conducir a nuestro objetivo¡±.
Una obra as¨ª excede la posibilidad de trabajo de una persona. Somos 30. Ingenieros, qu¨ªmicos, inform¨¢ticos, arquitectos, documentalistas¡
Se dieron cuenta de que necesitaban un conglomerado plano ¡ªque se lleva la mayor parte de las 20 toneladas que pesa la instalaci¨®n¡ª para que acogiera en su seno un c¨²mulo de presiones acu¨ªferas. Peque?os chorros, presiones poco habituales en el comportamiento natural, para que la escritura de los nombres resultara muy clara, muy precisa, explica Granada. ¡°Un proceso de Doris implica investigaci¨®n y prototipo. Mucho trabajo en vano. Ejercicios, pruebas¡, por eso resultan procesos largos que finalmente merecen la pena, porque su objetivo reside en crear pura magia¡±. Tambi¨¦n ha sido esta la misi¨®n del resto de los colaboradores que la han acompa?ado a Madrid: Andr¨¦s Sandoval, ingeniero de sistemas, autor del ordenador dise?ado espec¨ªficamente para conducir el agua a cada espacio. O Diana Cort¨¦s, ingeniera especialista en temas hidr¨¢ulicos, encargada de construir el laberinto con 10 kil¨®metros de tuber¨ªas que conducen el l¨ªquido bajo la superficie hacia su trazo ceremonial. Se suman a ellos Andr¨¦s Su¨¢rez y Roberto Uribe, encargados de documentar los m¨¢s de 200 casos que lleva cada nombre. Tambi¨¦n Leonardo Guti¨¦rrez, arquitecto y restaurador. Todos ofrecen su brazo para cualquier detalle final, mientras Salcedo reflexiona, observa y marca instrucciones sobre el terreno.
¡°Me encargo de congregar¡±, asegura la artista, ¡°unir en la forma que conceb¨ªa Gilles Deleuze. Para ¨¦l, los artistas son interconectores de ideas en diferentes campos. No soy solista, formo parte de un coro. Una obra as¨ª excede la posibilidad de trabajo de una sola persona. Hemos sido 30 personas en un equipo interdisciplinar. Ingenieros, qu¨ªmicos, inform¨¢ticos, arquitectos, documentalistas, investigadores¡ Todos aprendiendo de todos porque, principalmente, no sab¨ªamos hacia d¨®nde nos dirig¨ªamos. Yo lanzo una idea y esta se va afinando durante el proceso con una suma de cada uno de los conocimientos espec¨ªficos que componen el grupo¡±. En eso consiste su m¨¦todo. Imaginaci¨®n para una magia a simple vista imposible, completamente inexistente, que debe aflorar al final del camino. Reflexi¨®n y rigor en el viaje para convertirla en real. Al fin y al cabo, una aplicaci¨®n de la tecnolog¨ªa al arte. Lo que toda la vida fue y seguir¨¢ siendo: la bendita evoluci¨®n que nos conduce desde el cincel sobre la piedra hasta la inteligencia artificial que Salcedo aprovecha para su obra en pleno siglo XXI. ¡°Es una constante en la escultura. La ¨²nica manera en la que se expresa esta disciplina en lo que puede llegar a ser es a trav¨¦s de materiales. Y la gran mayor¨ªa de ellos son cambiantes de acuerdo a cada ¨¦poca. Cada tiempo demanda una imagen que se acomode a lo que la obra quiere se?alar de la manera m¨¢s precisa¡±.
Y hoy requiere un conglomerado de conocimientos que descienden de la filosof¨ªa a la nanotecnolog¨ªa, de la poes¨ªa a la bioqu¨ªmica, de la artesan¨ªa a la inform¨¢tica¡ Todo vale con tal de que se produzca la magia buscada. Todo conforma cada visi¨®n, los estilos, el mensaje, muy pol¨ªtico en su caso. En absoluto indiferente. Medios sofisticados en torno a un fin cristalino: la coherencia que la artista latinoamericana m¨¢s destacada hoy en el mundo quiere transmitir en sus obras. ¡°Todo se va volviendo complejo y por eso necesito gu¨ªas que me ayuden a expresar esas im¨¢genes invisibles. Una imagen invisible es lo m¨¢s dif¨ªcil de lograr, una iconograf¨ªa sutil, delicada, que rinda homenaje a estas v¨ªctimas¡±, afirma.
El sufrimiento de los desheredados, su huella fantasmal, es lo que durante toda su vida Doris Salcedo ha querido resucitar. Colombia es un buen banco de pruebas para el dolor, comenta. ¡°Sin duda, vivir en mi pa¨ªs se asemeja a una c¨¢psula condensada de tiempo, tragedias y horror a velocidad de v¨¦rtigo. Otorga una sensibilidad especial hacia la injusticia: hablamos de un pa¨ªs clasista, racista y marcado por defectos que no hemos superado, aunque ahora vivamos tiempos de m¨¢s esperanza. Nos otorga una perspectiva desde la que mirar el mundo, volcar nuestra energ¨ªa hacia todo el planeta. Eso, en mi caso, ayuda, pero integro muchas otras cosas en mi obra que me permiten componer una perspectiva universal: todo el pensamiento alrededor del Holocausto, por ejemplo, con su manera de afrontar el espanto. Lo dram¨¢tico es que esa visi¨®n, tan necesaria, parece poco a poco ir descart¨¢ndose. Para m¨ª, ha sido vital tambi¨¦n¡±.
Desde Colombia, Salcedo pretende conformar un tri¨¢ngulo cuyo v¨¦rtice culmina en Palimpsesto. El de la identidad dignificada con una est¨¦tica que marca la memoria. ¡°Manejamos dos conceptos de identidad. El primero nace desde el anonimato. Rescatamos la singularidad de cada vida. Por otro lado, la condici¨®n nuestra, como colombianos, expresa una especie de posidentidad. Lo importante de cada uno de estos seres protagonistas en la obra es que acarrearon una vida ante la cual debimos llevar mucho cuidado. Desde nuestro pa¨ªs, pensamos en seres que andan por todo el mundo. Nos preocupamos por hacer ese duelo en memoria de quienes intentaban llegar a Europa. Repito, un homenaje que nunca se produjo ni se plante¨®. De ah¨ª viene la intenci¨®n de afrontar ese viaje desde Colombia a Espa?a y de aqu¨ª a los lugares de origen de esas v¨ªctimas. La humanidad, en suma. Eso que nos excede a todos¡±. Un concepto sobre el que en ning¨²n caso debemos dejar que se sobrepongan los n¨²meros a los nombres. La frialdad de las cifras al calor de las almas, como se?ala Roberto Uribe, encargado junto a Andr¨¦s Su¨¢rez de rastrear la vida de cada v¨ªctima: ¡°La investigaci¨®n hace referencia a ese anonimato impuesto sobre las v¨ªctimas. Rescatar cada nombre resultaba un problema. Van quedando perdidos en la masa de n¨²meros que perecen en su intento de llegar a Europa¡±.
El proceso se torn¨® minucioso. ¡°Nos llev¨® a veces un mes o dos investigar seg¨²n qu¨¦ casos¡±, cuenta Uribe. Visitaron cementerios en Grecia e Italia, recorriendo tumba por tumba y registrando cuidadosamente los nombres encontrados. Se apoyaron en ONG que act¨²an sobre el terreno e instituciones. Rastrearon peri¨®dicos, hemerotecas y archivos. El propio esfuerzo multiplica el cuidado que ponen estos d¨ªas en el Palacio de Cristal a la hora de trazarlos sobre el suelo. ¡°Muy pocos pueden ser identificados, bien porque no llevan documentaci¨®n con ellos o porque nadie entre los supervivientes de las pateras y los botes les conoce¡±, afirma Uribe. ¡°Todo nos llevaba a preguntarnos tambi¨¦n por la angustia que deben sentir sus familiares a la hora de emprender una b¨²squeda porque la informaci¨®n es muy precaria¡±. De ah¨ª la conveniencia de fijar estas l¨¢pidas et¨¦reas para las v¨ªctimas sobre un imponente Palimpsesto. Todo un poema en aras de la dignidad que la injusticia, la desigualdad y el mar, un buen d¨ªa, les arrebat¨®.
Doris Salcedo. ¡®Palimpsesto¡¯. Palacio de Cristal del Retiro. Madrid. Del 6 de octubre de 2017 al 1 de abril de 2018.
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