Las elecciones imposibles para la prensa
En lo que va del a?o en Colombia 97 periodistas han recibido amenazas de muerte; un 59% m¨¢s respecto al periodo electoral del 2018. Informar sobre las nuevas din¨¢micas de violencia en el pa¨ªs o sobre las elecciones presidenciales significa ser castigados
¡°Despu¨¦s de que me amenzaran present¨¦ denuncias en la Fiscal¨ªa, eso fue finalizando el mes de enero. Hasta la fecha no hay avances en la investigaci¨®n y la Unidad Nacional de Protecci¨®n no ha tramitado mi caso, no he recibido ninguna medida adicional de protecci¨®n. No hay ning¨²n inter¨¦s por parte del Gobierno para protegernos a los periodistas, es una cuesti¨®n de abandono, de olvido y de desidia¡±.
El testimonio es de Emiro Goyeneche, uno de los periodistas con mayor trayectoria e influencia en Saravena, una peque?a ciudad en el departamento de Arauca. Su programa de radio tuvo que salir del aire despu¨¦s de que el 19 de enero un carro bomba estallara, a pocos metros de su emisora. Durante los d¨ªas siguientes Emiro recibi¨® amenazas de muerte y su nombre apareci¨® en un panfleto firmado por disidentes de las FARC. Otros 15 periodistas tambi¨¦n fueron amenazados. En los mensajes les exig¨ªan que eliminar¨¢n alg¨²n contenido o que dejaran de cubrir e investigar alg¨²n tema. En otros casos, les ordenaron salir del municipio.
El 5 de mayo, 15 medios de comunicaci¨®n de diferentes ciudades en los departamentos de C¨®rdoba, Sucre y Antioquia anunciaron su salida del aire. El motivo, amenazas de muerte de integrantes del Clan del Golfo durante el paro armado decretado por esa organizaci¨®n.
En estas ciudades, d¨®nde no hay suficientes medios locales, basta con que un periodista sea intimidado para que se produzca una reacci¨®n en cadena y otros tambi¨¦n se atemoricen y se vean obligados a autocensurarse. Como consecuencia se instala el silencio informativo, que en zonas de conflicto o con problemas de orden p¨²blico puede ser devastador tanto para la prensa como para la ciudadan¨ªa.
Estos no han sido los ¨²nicos territorios inh¨®spitos para la prensa, tambi¨¦n lo es la conversaci¨®n en redes sociales. A principios de abril un equipo de periodistas de los medios de comunicaci¨®n Vor¨¢gine, Cambio y El Espectador publicaron reportajes donde se denunciaban graves agresiones que habr¨ªa cometido el Ej¨¦rcito en contra de civiles en medio de un operativo militar en Puerto Legu¨ªzamo, Putumayo. Despu¨¦s de la publicaci¨®n el candidato a la presidencia Enrique G¨®mez afirm¨® que ¡°varios medios han asumido las banderas del narcotr¨¢fico en dem¨¦rito de las poblaciones m¨¢s vulnerables del pa¨ªs¡±. Como consecuencia de estas declaraciones, las y los periodistas que participaron en la investigaci¨®n recibieron innumerables insultos en Twitter y comentarios amenazantes e intimidantes que los expusieron a un riesgo mayor.
Esta r¨¢faga constante de ataques, que por momentos parece tratarse de un castigo orquestado, ha tenido como objetivo principal a periodistas. El impacto de las estigmatizaciones, en su mayor¨ªa en boca de pol¨ªticos y funcionarios p¨²blicos ha generado un efecto cascada que afecta de manera colectiva al periodismo.
Y, por supuesto, a la ciudadan¨ªa. El acoso, las amenazas y el alto nivel de violencia presentes durante la campa?a han afectado gravemente la libre circulaci¨®n de ideas, cre¨¢ndose obst¨¢culos para que la audiencia pueda acceder a una amplia gama de opiniones y pueda decidir -de manera informada- a qu¨¦ candidatura entregar su voto.
El clima para ejercer el periodismo se ha deteriorado por este aumento de las amenazas y tambi¨¦n se agudiza por un clima persistente de descr¨¦dito. Los esfuerzos que hacen los medios para que la ciudadan¨ªa los tenga como un referente confiable son borrados f¨¢cilmente por los funcionarios quienes no se sonrojan a la hora de insultar. Un escenario de permisividad que envalentona a todos aquellos que quieren atacar y socavar la imagen de los periodistas.
El Gobierno de Iv¨¢n Duque se ha comportado como un espectador que no disfruta del espect¨¢culo y decide mirar a otro lado, olvidando su obligaci¨®n de velar para que la prensa tenga las garant¨ªas necesarias para informar de manera libre e independiente.
Jonathan Bock es director de la Fundaci¨®n para la Libertad de Prensa (FLIP).
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