?Voto secreto?
Conviene, o no, que la intenci¨®n de voto y las preferencias pol¨ªticas de los periodistas sean de p¨²blico conocimiento
En Colombia, revelar el voto no atenta contra la Constituci¨®n. M¨¢s bien contra la estabilidad de las familias, el derecho al trabajo, la amistad e, inclusive, el amor. Florido, pero real.
Si eres colombiano, no digas por qui¨¦n vas a votar. Si lo haces en redes, soportar¨¢s un matoneo apenas comparable al de quien confiesa un hecho delictivo o una infidelidad. Si eliges comentarlo en una reuni¨®n p¨²blica, con licor de por medio, es posible que alguien termine en el cementerio o en la c¨¢rcel. Si ventilas tu voto en familia, muchos parientes dejar¨¢n de apreciarte. Y si, como periodista, lo adelantas a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, tu vida jam¨¢s volver¨¢ a ser la misma.
Nuestra Constituci¨®n, que en meses podr¨ªa convertirse en libro de historia, reza (?aunque somos un Estado laico!) que se dar¨¢n todas las garant¨ªas para que los colombianos voten sin presiones y en secreto. Es la misma Carta Magna que asegura salud, educaci¨®n, seguridad, trabajo y otros elementos de la trama de ciencia ficci¨®n que es Colombia, el pa¨ªs en que todo funciona... pero solo por escrito y en tinta.
M¨¢s all¨¢ de las garant¨ªas de utiler¨ªa, tenemos el derecho a revelar nuestro voto y a participar en pol¨ªtica activamente, salvo que est¨¦ expresamente prohibido por el ordenamiento legal, como es el caso del Ej¨¦rcito, cuyo comandante, el general Enrique Zapateiro, sigue esperando la llegada de la Constituci¨®n que compr¨® por correo hace unas semanas. Debe ser el mismo servicio de mensajer¨ªa que no ha podido entregarle sus gafas de f¨®rmula a la procuradora y exministra Margarita Cabello.
?Pueden los periodistas revelar su voto? S¨ª. De la misma manera en que uno puede darse un tiro en el pie. La verdad es que no hemos llegado a un grado de madurez pol¨ªtica que permita a los periodistas salir bien librados de exponer abierta y sinceramente sus apetencias pol¨ªticas. Nuestra historia es generosa en ejemplos de periodistas dedicados a defender candidatos, partidos y presidentes de turno.
En el escenario de la revelaci¨®n del voto, que cada tanto algunos colegas hacen en columnas de opini¨®n, recomendando por qui¨¦n votar, el verdadero peligro es otro. Anunciar el voto es un estadio que, ya superado, alienta cierta tendencia de ¡°hacer campa?a¡± a trav¨¦s de medios, de favorecer con comentarios y entrevistas a unos y desconocer a otros. Entonces, lo que era riesgoso se grad¨²a de peligroso.
El activismo en periodismo no tiene cabida, a menos que sea para informar sobre su existencia o influencia. El activismo compromete participaci¨®n y apoyo (incluso si se desarrolla en campos tan gratos como el medioambiental). Y los presupuestos del periodismo son, entre otros, no tomar partido, no vestirse de prejuicios, no favorecer a nadie. El periodismo sirve a la verdad; la verdad se busca, nunca se impone.
Hablando de presupuestos del periodismo, tambi¨¦n est¨¢ prohibido hacer parte del presupuesto de terceros. Los periodistas, adem¨¢s, y con denodado empe?o en tiempos electorales, deben guardar una sana distancia entre la informaci¨®n y los intereses de los due?os de medios. Los periodistas no son accionistas ni socios. En momentos de tremenda confusi¨®n, en los que la humanidad podr¨ªa representarse con un complejo diagrama de Venn, los puntos de convergencia que involucren al periodismo deben ser precisos. La tarea de informar requiere apenas de una recompensa: la garant¨ªa del respeto a la independencia.
Hay quienes sostienen que el fin del periodismo est¨¢ cerca. Puede ser. No tengo bola de cristal para contradecirlos. Pero voto por algo: el periodismo debe seguir siendo periodismo hasta el ¨²ltimo minuto de la ¨²ltima hora. Y, m¨¢s all¨¢, deber¨¢ ser recordado como periodismo.
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