Los agricultores del sur de Brasil, en primera l¨ªnea frente a la crisis clim¨¢tica
Las desastrosas inundaciones de mayo fueron el ¨²ltimo de una serie de fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos que han afectado al Estado de Rio Grande do Sul y han hecho que los productores se planteen su futuro
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Roselei dos Santos Porto tard¨® 15 d¨ªas en atreverse a volver a sus campos, sumergidos por las inundaciones que en mayo afectaron a casi todo Rio Grande do Sul. Esta agricultora de 44 a?os hab¨ªa conseguido volver a su casa de Eldorado do Sul, en las afueras de Porto Alegre, la capital del Estado m¨¢s meridional de Brasil. Pero no ten¨ªa fuerzas para ir a donde la tierra negra y compacta se hab¨ªa apoderado de lo que antes era una colorida plantaci¨®n de hortalizas, legumbres y tub¨¦rculos.
Cuando decidi¨® inspeccionar por fin sus campos el viernes 1 de junio, Porto llor¨®. ¡°Los viernes era el d¨ªa de llenar el cami¨®n de verduras para el mercado¡±, recuerda. La inundaci¨®n no dej¨® rastro de la plantaci¨®n ecol¨®gica de su familia. Los ¨¢rboles de hierba de elefante que rodean el jard¨ªn, de unos tres metros de altura, llevaban la marca de las inundaciones: s¨®lo las copas permanec¨ªan verdes.
Las inundaciones fueron consideradas la peor cat¨¢strofe medioambiental de la historia de Rio Grande do Sul. Las lluvias torrenciales comenzaron a finales de abril y persistieron durante casi un mes y medio, provocando el desbordamiento de r¨ªos, el derrumbe de laderas e inundaciones en ciudades situadas en llanuras, especialmente en el valle de Taquari, en el interior del Estado, y en el ¨¢rea metropolitana de Porto Alegre. La tragedia dej¨® al menos 180 muertos, y m¨¢s de 30 desaparecidos.
El asentamiento en el que vive Porto es uno de los muchos que hay en Brasil pertenecientes u ocupados por el Movimiento de los Sin Tierra (MST), un movimiento de reforma agraria que se calcula que cuenta con m¨¢s de 1,5 millones de miembros. En el ¨¢rea metropolitana de Porto Alegre, las inundaciones han provocado que m¨¢s de 170 familias de los asentamientos del MST hayan perdido toda su cosecha. La crecida del r¨ªo Jacu¨ª, que atraviesa Eldorado do Sul, acab¨® con las instalaciones de una de esas cooperativas de trabajadores, as¨ª como con la maquinaria de P?o na Terra, una productora de pan, pasteles y galletas ecol¨®gicas fundada en un asentamiento.
En los seis asentamientos del MST afectados, se destruyeron m¨¢s de 2.300 hect¨¢reas de cultivos de arroz, por un total de m¨¢s de 10 millones de reales (1,8 millones de d¨®lares) en da?os, seg¨²n cifras preliminares del MST.
Rio Grande do Sul, uno de los mayores productores agr¨ªcolas de Brasil y el principal productor de arroz, ha estado en primera l¨ªnea de la crisis clim¨¢tica en los ¨²ltimos a?os: este es el s¨¦ptimo acontecimiento extremo desde 2020. A los largos periodos de sequ¨ªa de tres a?os consecutivos han seguido inundaciones que, en conjunto, han creado condiciones muy dif¨ªciles para la agricultura.
Pero las repercusiones se han dejado sentir incluso durante m¨¢s tiempo en el Estado. ¡°Desde 2005, cada cuatro a?os hemos tenido que empezar de nuevo¡±, afirma Marcia Riva, una de las fundadoras de P?o na Terra. Adem¨¢s de la inundaci¨®n de su cocina industrial, Riva perdi¨® su propia cosecha de hongos shimeji.
Las investigaciones apuntan a que el cambio clim¨¢tico puede estar provocando una intensificaci¨®n de los fen¨®menos de El Ni?o y La Ni?a, los patrones meteorol¨®gicos que surgen como resultado de cambios en las temperaturas del Oc¨¦ano Pac¨ªfico, episodios recientes que han tenido efectos devastadores en Rio Grande do Sul. Un reciente estudio realizado por investigadores de cinco pa¨ªses muestra que el calentamiento global ha duplicado las probabilidades de fuertes lluvias en un corto espacio de tiempo en el Estado.
Las graves sequ¨ªas de 2020 a 2023 estuvieron influidas por La Ni?a, que tambi¨¦n afect¨® a los vecinos Argentina y Uruguay. El a?o pasado, con la llegada del patr¨®n de El Ni?o, hubo tres inundaciones: en junio, septiembre y noviembre, que dejaron m¨¢s de 70 muertos, la mayor¨ªa en los valles de Taquari y Ca¨ª, tambi¨¦n en el centro de Rio Grande do Sul.
Los agricultores se resisten a abandonar
A pesar de la conmoci¨®n m¨¢s reciente, la mayor¨ªa de los trabajadores de cinco ciudades consultados para este reportaje afirma que no quiere renunciar a la agricultura, pero espera contar con apoyo p¨²blico para seguir trabajando la tierra.
Actualmente se est¨¢ debatiendo en el Congreso nacional una propuesta de ley para ampliar los plazos de las deudas de los productores afectados por las inundaciones. Adem¨¢s, el Ministerio de Desarrollo Agrario ha anunciado un fondo de 600 millones de reales (110 millones de d¨®lares) para que los damnificados puedan acceder a l¨ªneas de cr¨¦dito federales.
El 3 de julio, el Gobierno federal tambi¨¦n anunci¨® incentivos para los productores rurales, como hace todos los a?os con su plan agr¨ªcola anual, el Plan Safra. Pero esta vez se destinaron m¨¢s de 400.000 millones de reales (73 millones de d¨®lares) a los grandes y medianos productores del pa¨ªs, casi cuatro veces m¨¢s que a las explotaciones familiares, que recibir¨¢n 86.000 millones de reales (15.8000 millones de d¨®lares).
¡°Para sorpresa de nadie, la cantidad asignada a la agricultura familiar sigue siendo enormemente desigual a la asignada a la agroindustria. No es justo¡±, declar¨® Mariana Campos, coordinadora de agroecolog¨ªa de Greenpeace Brasil, en un comunicado en respuesta al plan.
Las inundaciones afectaron al 56% de las 365.000 propiedades rurales de Rio Grande do Sul. Emater, la agencia federal de asistencia t¨¦cnica rural, se?ala que los da?os son m¨¢s pronunciados en zonas donde predomina la agricultura familiar, como la regi¨®n metropolitana y los valles de Taquari y Ca¨ª.
Sin embargo, las medidas del Gobierno federal pueden no ser suficientes para reconstruir la agricultura en Rio Grande do Sul, que ya se enfrenta a un intenso ¨¦xodo rural y a la jubilaci¨®n de su mano de obra. Seg¨²n los informes, m¨¢s de la mitad de las explotaciones agr¨ªcolas del Estado est¨¢n dirigidas por personas mayores de 55 a?os.
Los censos agrarios muestran que la agricultura familiar ya est¨¢ perdiendo terreno. El n¨²mero de peque?as propiedades de este sector pas¨® de unas 378.000 en 2006 a 294.000 en 2017, el m¨¢s reciente, lo que supone un descenso del 22%.
¡°Sin una pol¨ªtica p¨²blica de condonaci¨®n de la deuda y financiaci¨®n con una [ampliaci¨®n del per¨ªodo de gracia] y tipos de inter¨¦s bajos, muchos no volver¨¢n a la producci¨®n, ni habr¨¢ un est¨ªmulo a la sucesi¨®n¡±, dijo el ingeniero forestal Ernestino Guarino, investigador de Embrapa, una agencia del Gobierno federal centrada en la innovaci¨®n agr¨ªcola.
Embrapa ha creado una plataforma para estimar los impactos y proponer un nuevo modelo de agricultura m¨¢s resiliente al clima. Pero Guarino dice que ¡°los pr¨®ximos meses ser¨¢n decisivos¡± para saber si la actividad perder¨¢ a¨²n m¨¢s terreno, y eso depender¨¢ de las medidas que se tomen.
Hay consenso entre los expertos entrevistados para este reportaje en que es necesario corregir las desigualdades de financiaci¨®n entre peque?os y grandes productores, que tienen m¨¢s f¨¢cil acceso al cr¨¦dito, incentivar la recuperaci¨®n de ¨¢reas degradadas y la adopci¨®n de pr¨¢cticas sostenibles, as¨ª como reforzar las agencias de apoyo como Emater y Embrapa. Sin esta combinaci¨®n, afirman, los productores no se recuperar¨¢n de este ¨²ltimo rev¨¦s.
¡°Es necesario impulsar un nuevo modelo de producci¨®n agroecol¨®gica, respetuoso con la legislaci¨®n medioambiental, que recompense econ¨®micamente al agricultor que preserva¡±, afirma S¨¦rgio Schneider, profesor de posgrado en desarrollo rural de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y consultor de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n.
El agr¨®nomo Pedro Selbach, profesor del departamento de suelos de la UFRGS, junto con otros colegas de la universidad, estim¨® en 19.400 millones de reales (3.500 millones de d¨®lares) el impacto inmediato de las inundaciones de 2024 en la agricultura familiar, debido a la p¨¦rdida de cosechas y de producci¨®n. Los impactos de las p¨¦rdidas de fertilidad del suelo se estimaron en m¨¢s de 6.000 millones de reales (1.100 millones de d¨®lares), y es probable que estos cambios tengan efectos m¨¢s duraderos y perjudiciales a largo plazo.
¡°Se produjeron graves da?os en las caracter¨ªsticas f¨ªsicas, qu¨ªmicas y biol¨®gicas de los suelos¡±, dijo Selbach, explicando que la fuerza del aguacero se llev¨® su capa cultivable o modific¨® por completo sus propiedades en zonas que estuvieron inundadas durante semanas. ¡°Muchas zonas que eran cultivables ya no lo son, algunas pueden tardar 400 a?os en recuperarse¡±.
Un estudio realizado por Cleberton Bianchini, del Movimiento Pro-Bosques Ribere?os del Valle del Taquari, ha puesto de manifiesto una intensa destrucci¨®n de las ¨¢reas de preservaci¨®n permanente (APP), que protegen, seg¨²n la legislaci¨®n nacional, la vegetaci¨®n pr¨®xima a los cursos de agua. Seg¨²n los informes, m¨¢s de la mitad de las APP situadas en las orillas de 140 kil¨®metros del r¨ªo Taquari, que atraviesa la regi¨®n, se han convertido en pastizales, plantaciones o infraestructuras urbanas, en algunos casos, antes de que se incorporara la protecci¨®n en 2012.
Adem¨¢s, de 1985 a 2022, el Estado perdi¨® el 22% de su vegetaci¨®n aut¨®ctona, y un tercio de esta destrucci¨®n se produjo en la cuenca del lago Gua¨ªba, sobre el que se asienta Porto Alegre, y que se extiende hacia el sur por varias ciudades. En el mismo periodo, aumentaron la producci¨®n de soja, la silvicultura y el ¨¢rea urbanizada.
Un estudio preliminar de Selbach y sus colegas evalu¨® la relaci¨®n entre deforestaci¨®n e inundaciones. Si se hubieran conservado las orillas del lago Gua¨ªba, el estudio calcula que el nivel de los r¨ªos habr¨ªa sido hasta 1,5 metros m¨¢s bajo, lo que podr¨ªa haber evitado la reciente inundaci¨®n de Porto Alegre, donde la mitad de los barrios quedaron sumergidos.
Barro y piedra en las plantaciones
En Mu?um, en el Valle de Taquari, el desbordamiento sin precedentes del r¨ªo Guapor¨¦ devast¨® la propiedad de la familia Canal, que cultiva heno desde hace m¨¢s de 40 a?os. Los 748 mil¨ªmetros de lluvia ca¨ªdos en tres d¨ªas a finales de abril, m¨¢s de cinco veces la media de todo el mes, provocaron el deslizamiento de rocas desde las colinas, cubriendo una presa y parte de los pastos de la familia. ¡°Si no hubiera piedras, ser¨ªa barro¡±, dice Ezequiel Canal, de 32 a?os, se?alando su presa enterrada.
El aguacero se llev¨® 340 bolas de heno, lo que supuso una p¨¦rdida de 165.000 reales (30.000 d¨®lares) para la familia. Ir¨®nicamente, tambi¨¦n destruy¨® su sistema de riego subterr¨¢neo, importado de Israel por 250.000 reales (46.000 d¨®lares) para protegerse de la sequ¨ªa, pero que nunca se utiliz¨®. ¡°Durante la sequ¨ªa, pasamos tres a?os ganando un 40% menos cada a?o¡±, afirma.
Adair Jos¨¦ Villa, presidente del Sindicato de Trabajadores Rurales de Mu?um, a?ade: ¡°Un d¨ªa de inundaciones ha echado a perder m¨¢s de tres a?os de sequ¨ªa¡±.
De pie sobre las rocas, junto a un cobertizo de aluminio con el tejado retorcido por el torrente, Ezequiel y su padre Izair, de 65 a?os, dicen que piensan abandonar su tierra. ¡°Se puede sobrevivir a una inundaci¨®n, pero no a tres¡±, dice el padre, que vivi¨® su primera inundaci¨®n hace menos de un a?o. Esta vez, ¨¦l y su mujer Ana se refugiaron durante d¨ªa y medio dentro de la retroexcavadora de una excavadora a la espera de ser rescatados, mientras ve¨ªan c¨®mo su propiedad quedaba sumergida.
A unos 15 kil¨®metros al sur de Mu?um, el municipio de Encantado tambi¨¦n sufri¨® el desbordamiento de arroyos como el Jacarezinho, que aisl¨® a una comunidad rural ocupada por peque?os productores de leche y cerdos.
Mauro Vieira Marques, de 65 a?os, perdi¨® dos vacas lecheras, dos bueyes y 150 pollos y gallinas j¨®venes, arrastrados por la corriente. De todo su ganado, s¨®lo qued¨® una vaca.
El granjero y su mujer, Ivete Justina, regentaban una finca de media hect¨¢rea donde produc¨ªan quesos artesanos y huevos, adem¨¢s de cultivar frutas y verduras. ¡°Ni siquiera quedan ¨¢rboles frutales¡±, dice Mauro, mirando hacia una llanura pelada.
Cuando nos encontramos, Mauro estaba entre los escombros de lo que quedaba de dos peque?os cobertizos, que albergaban congeladores para almacenar queso, un tambor de leche y una pajarera. ¡°Esto era un para¨ªso, ahora parece que ha estallado una bomba¡±, a?adi¨®.
Los dos hijos de la pareja viven lejos. ¡°Insisten en que nos vayamos, pero nuestra vida est¨¢ aqu¨ª¡±, afirma. Mauro e Ivete pretenden reconstruir su casa en un terreno m¨¢s alto y empezar de nuevo poco a poco, aunque siguen con el coraz¨®n roto. ¡°?C¨®mo vamos a quedarnos si el r¨ªo ya ni siquiera tiene cauce?¡±, dice mirando un arroyo que ahora parece una zona inundada sin forma definida.
A tres kil¨®metros de la propiedad de la pareja, la familia Gonzatti sinti¨® los efectos de la inundaci¨®n a pesar de vivir en las monta?as. Los desprendimientos salvaron a sus m¨¢s de 1.100 cerdos, pero aislaron su propiedad durante 18 d¨ªas, dej¨¢ndola sin electricidad ni agua. La situaci¨®n oblig¨® a los hermanos Josu¨¦ y Jonathan a caminar cuatro kil¨®metros diarios para alimentar a los animales con el poco pienso que les quedaba.
La familia Lorenzon, criadora de cerdos desde hace tres generaciones, tambi¨¦n sufri¨® p¨¦rdidas. La inundaci¨®n se produjo justo cuando estaban cargando cerdos en un cami¨®n para sacrificarlos, y el derrumbe de una barrera impidi¨® el transporte. Tampoco hab¨ªa forma de comprar m¨¢s pienso, y las existencias eran escasas. ¡°Tuvimos que racionar el pienso y perdimos 13 animales¡±, explica Gustavo Lorenzon.
Desde que decidi¨® seguir la tradici¨®n familiar en 2021, Lorenzon, de 37 a?os, ha sufrido sequ¨ªas e inundaciones, as¨ª como el elevado precio de los cereales utilizados para alimentar a los cerdos. La pandemia de Covid-19, los impactos de la guerra en Ucrania y las sequ¨ªas han provocado que el precio del ma¨ªz se duplique temporalmente y el de la soja aumente un 60%.
¡°Queremos seguir en el negocio, es nuestra vocaci¨®n, pero estamos muy a merced del tiempo¡±, dijo el criador de cerdos.
A mediados de junio, algunos productores segu¨ªan sin poder regresar a sus casas, que permanec¨ªan inundadas. Era el caso de Vanusa e Isa¨ªas Kaiper, pescadores y vecinos del barrio de Arquip¨¦lago, en la zona metropolitana de Porto Alegre. Llevaban dos meses sin pescar en el lago Gua¨ªba. ¡°Los peces est¨¢n contaminados por comer animales muertos y basura¡±, dijo Isa¨ªas en junio. ¡°Ahora no podemos pescar, tenemos que esperar¡±.
Aun as¨ª, las inundaciones no le preocupan tanto como la sequ¨ªa, que en 2022 provoc¨® la desaparici¨®n de los peces. ¡°Tuvimos que comprar pescado para revenderlo¡±, explica. Pero la pareja no piensa rendirse, a pesar de las adversas condiciones meteorol¨®gicas. ¡°Nuestra vida est¨¢ aqu¨ª, hemos criado a nuestras hijas con la pesca y vamos a seguir¡±, afirma Vanusa.
Se acumulan los reclamos al seguro
En una de las mesas de la oficina de Emater en Encantado, una bandeja de papeles de casi un metro de largo revela la dimensi¨®n del problema de la continuidad de la agricultura: son casos de Proagro, una especie de seguro emitido por el Gobierno federal para suspender las obligaciones financieras en caso de fen¨®menos naturales.
¡°Hasta 2013, los agricultores de la regi¨®n ni siquiera sab¨ªan lo que era Proagro¡±, afirma el ingeniero agr¨®nomo Eduardo Mariotti Gon?alves, responsable de prestar asistencia t¨¦cnica a 300 propiedades rurales del municipio. Ahora, dice, ¡°apenas dan abasto¡± con el n¨²mero de solicitudes e inspecciones para obtener el seguro.
Para tener derecho a Proagro, los productores deben plantar de acuerdo con la Zonificaci¨®n Agr¨ªcola de Riesgo Clim¨¢tico (Zarc), una directriz cartogr¨¢fica del Gobierno federal que indica los riesgos y los cultivos apropiados para cada zona. Si un productor planta fuera de los l¨ªmites de la Zarc, no tiene derecho al seguro. Pero a Gon?alves le preocupa especialmente la oferta de seguros despu¨¦s de tantas cat¨¢strofes.
Tras las inundaciones de mayo, se prev¨¦ que Rio Grande do Sul afronte un segundo semestre m¨¢s seco, con la llegada de otro periodo de La Ni?a. Pero el riesgo de inundaciones podr¨ªa volver a partir de 2025, seg¨²n el Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Cat¨¢strofes Naturales. ¡°M¨¢s que nunca, los agricultores tendr¨¢n que tomar sus decisiones en funci¨®n del clima¡±, afirma Pedro Selbach.
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