¡®Una rosa y mil soldados¡¯, un relato en primera persona de la red de ni?as esclavas sexuales de la dictadura paraguaya
Julia Ozorio ten¨ªa 13 a?os cuando la secuestraron. ¡°La primera noche fue horrible¡±, recuerda esta v¨ªctima. Durante el r¨¦gimen de Alfredo Stroessner existieron al menos 12 centros donde se violaba a ni?as secuestradas
Un enano de piel rugosa con un pene que le da varias vueltas al cuerpo es el protagonista de una popular leyenda de Paraguay. Se llama el kurup¨ª y vive en lo m¨¢s profundo de la selva. Su actividad predilecta es acercarse a las casas y violar ni?as v¨ªrgenes durante las horas de la siesta. Este mito se convirti¨® en el ¨²ltimo recurso de las familias para frenar las ganas de las ni?as de jugar fuera de casa durante la dictadura m¨¢s larga de Am¨¦rica del Sur. Pocos sab¨ªan entonces cuan real era el peligro. Seg¨²n la reciente investigaci¨®n del periodista Andr¨¦s Colm¨¢n, hubo al menos doce centros donde ni?as secuestradas eran esclavizadas sexualmente por el dictador Alfredo Stroessner y sus allegados.
Julia Ozorio Gamecho ten¨ªa 13 a?os cuando la secuestraron. Era 4 de febrero de 1968, un domingo en Nueva Italia, un peque?¨ªsimo pueblo del campo paraguayo que a¨²n hoy tiene unos 3.000 habitantes. El general Stroessner llevaba en el poder 14 a?os cuando a casa de Julia lleg¨® ¡°un se?or gordo, panz¨®n¡± con dos soldados que apuntaban con fusiles a sus hermanas, a ella y a su madre.
El hombre mir¨® primero a sus hermanas de 16 y 17 a?os y despu¨¦s a ella. ¡°Esta m¨¢s chiquita me la llevo yo¡±, le dijo a su madre antes de subir a la ni?a a un coche. No dijo una palabra m¨¢s hasta que la encerr¨® en una casa de San Lorenzo, ciudad cercana a Asunci¨®n.
¡°La primera noche fue horrible. No hay palabras humanas que puedan expresar mi dolor de esa noche¡±, recuerda Ozorio en su libro Una rosa y mil soldados, publicado en 2008 en Buenos Aires, Argentina, -a donde se march¨® a revivir, a trabajar limpiando casas y cuidar ni?os tras sobrevivir a dos a?os de secuestro y violaciones-.
¡°El Lobo, saciado y ebrio segu¨ªa roncando en su cama. Yo dorm¨ªa en el suelo. Apenas pod¨ªa dormir por el dolor¡±, remarca ella en el libro que, tras agotarse la segunda edici¨®n, no ha vuelto a querer editar por las presiones y amenazas recibidas.
Quien la secuestr¨® era el coronel Pedro Juli¨¢n Miers, encargado de la seguridad del dictador y tambi¨¦n de la red de ¡°harenes¡± de ni?as esclavizadas que Stroessner y sus aliados manten¨ªan por todo el pa¨ªs. Julia deb¨ªa ser entregada al dictador, pero Miers decidi¨® recluirla para s¨ª por dos a?os. Vivi¨® encerrada en una celda, con poca comida y expuesta tambi¨¦n a los abusos de los soldados que la custodiaban. Alguna vez, el coronel la visti¨® de gala y la exhibi¨® en p¨²blico.
Los cazadores de ni?as
¡°Los cazadores de ni?as eran militares de menos jerarqu¨ªa, capitanes, tenientes, que se dedicaban a mirar a las nenas para decidir a qui¨¦n iban a raptar ese d¨ªa, para complacer al presidente. (¡) Por entregar a una ni?a virgen, sus parientes ocupaban un puesto¡±, relat¨® Ozorio.
Ozorio tiene hoy 68 a?os y no quiere volver a Paraguay. ¡°Pas¨¦ 40 a?os llorando. Y despu¨¦s recuper¨¦ la memoria. Esos secuestradores y asesinos murieron como angelitos y yo limpiando pisos ac¨¢¡±, cuenta. ¡°No quiero irme de este mundo sin contar que hab¨ªa dos espa?olitas. Quiero que las busquen, eran dos ni?itas espa?olas. Las ten¨ªan drogadas, me ped¨ªan auxilio, pero c¨®mo las iba a salvar. Me gustar¨ªa que las encuentren, yo puedo hacerles un identikit¡±, reclama. Su sue?o siempre fue crear un hogar refugio para ni?as abusadas. Dice que sabe que son muchas m¨¢s.
Rogelio Goibur¨², titular de la Direcci¨®n de Memoria Hist¨®rica de Paraguay, recuerda que a finales de los sesenta, Paraguay ten¨ªa dos millones de habitantes y el control que ejerc¨ªa el Partido Colorado sobre la poblaci¨®n era casi total. ¡°Hab¨ªa esp¨ªas, militares y polic¨ªas en todas partes. La poblaci¨®n era de las m¨¢s empobrecidas del mundo, viv¨ªa sin libertad de expresi¨®n, ni de movimiento, tampoco de religi¨®n o asociaci¨®n pol¨ªtica. Ser acusado de comunista por cualquiera pod¨ªa llevarte a prisi¨®n sin juicio. La tortura era el trato habitual a cualquier detenido¡±, dice.
Las c¨¢rceles se llenaban de opositores inocentes, los r¨ªos de cad¨¢veres, las familias de llanto por los desaparecidos. El mismo gui¨®n que las dictaduras de Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, que, de hecho, trabajaban juntas en el conocido Plan C¨®ndor.
El periodista Andr¨¦s Colm¨¢n, en su libro Las org¨ªas del general, cr¨®nica sobre las ni?as v¨ªctimas sexuales de la dictadura stronista, recientemente presentado en la Feria del Libro de Asunci¨®n, explica que esta realidad permaneci¨® semioculta por mucho tiempo ¡°porque los testigos y los vecinos de esta perversa org¨ªa criminal mantuvieron tambi¨¦n un silencio c¨®mplice¡±.
Hay mujeres que han contado su experiencia a la Comisi¨®n de Verdad y Justicia y a la Fiscal¨ªa, pero piden mantener el anonimato, como las del documental Calle del Silencio, de Jos¨¦ Elizeche, disponible en Internet. Julia Ozorio es la ¨²nica con nombre y apellido que denunci¨® su caso.
¡°Vi los cuerpos inertes de tres ni?as¡±
En 1975, Malena Ashwell y su marido, teniente de la Marina, almorzaban en la casa de uno de sus superiores en el barrio de Sajonia. Malena sali¨® a la calle y vio que los vecinos se agolpaban frente a una casa cercana. Entr¨® al patio.
¡°Con horror vi los cuerpos inertes de tres ni?as, dos de ellas de unos 8 a?os, la otra de 9, tendidas desnudas sobre un mont¨®n de arena en la parte trasera de la casa¡±, contar¨ªa luego Ashwell en una entrevista publicada en The Washington Post, el 20 de diciembre de 1977. Fue la primera publicaci¨®n de la denuncia de la red de narcotr¨¢fico que involucraba a altos jefes militares del Paraguay y al mism¨ªsimo Stroessner.
Fue la primera vez que se public¨®, no la primera vez que se intent¨®. Por intentarlo antes, Ashwell fue secuestrada por la polic¨ªa paraguaya y torturada con violaciones incluidas. Tambi¨¦n secuestraron a Miguel ?ngel Soler, secretario del Partido Comunista en aquel momento por querer publicar la historia en Adelante, la revista del partido.
La casa de Sajonia era administrada por el coronel Leopoldo Perrier, m¨¢s conocido como Popol, amigo ¨ªntimo del dictador y l¨ªder de la red de secuestro con fines de explotaci¨®n sexual al servicio del jefe de Gobierno, resume Colm¨¢n. Son muchos los testimonios que certifican que Stroessner visitaba asiduamente el lugar.
Su libro incluye m¨¢s testimonios de violaciones relatadas a la Comisi¨®n de Verdad y Justicia que document¨® los cr¨ªmenes de lesa humanidad de los responsables de la dictadura. Como cuando cientos de soldados invadieron el pueblito de Costa Rosado en 1980 en busca de un l¨ªder de las Ligas Agrarias Cristianas, grupos de agricultores cooperativistas. Como no lo encontraron, encerraron a ni?as y ni?os en una escuela. Los acusaban de comunistas, a ellos y a sus padres. Los torturaron con t¨¦cnicas de ahogamiento. A las ni?as de 10 y 12 a?os las violaron en el ba?o de la escuela.
Abusos sexuales que persisten
¡°En Paraguay no se trata a las mujeres como se debe. S¨¦ que es en todas partes, pero antes y hasta ahora las tienen como trapo. Es cosa del stronismo y la cultura de que el macho hace lo que quiere¡±, espeta Julia Ozorio.
Paraguay es el pa¨ªs con m¨¢s proporci¨®n de embarazos adolescentes de Am¨¦rica del Sur. 72 nacimientos por cada 1.000 son de mujeres de entre 15 a 19 a?os. No hay educaci¨®n sexual integral en las escuelas p¨²blicas, la palabra g¨¦nero est¨¢ prohibida y eliminada de los libros de texto y hasta de la reciente ley que reconoce el feminicidio.
Juan Carlos Ozorio, un diputado del gobernante Partido Colorado, renunci¨® a su banca el a?o pasado cuando fue denunciado en la mayor operaci¨®n antinarcotr¨¢fico y lavado de dinero de la historia reciente en Paraguay. El diputado tambi¨¦n ten¨ªa una causa abierta por el presunto abuso de una ni?a de 9 a?os, pero eso no le hab¨ªa hecho renunciar. Un candidato a concejal departamental de la opositora Concertaci¨®n Nacional, Luis Fernando Ramos Amarilla, fue denunciado por supuesto abuso sexual de una adolescente de 16 a?os. La investigaci¨®n no ha avanzado en dos a?os y Ramos Amarilla result¨® electo el 30 de abril. Ahora la familia de la v¨ªctima teme que el caso quede impune.
Por la tercera lista m¨¢s votada de las elecciones del pasado abril, Cruzada Nacional, fue electo senador Rafael Esquivel, conocido como Mbururu a pesar de estar procesado y encarcelado por abuso sexual de una ni?a de 12 a?os y por otra causa con una adolescente de 15 a?os. La Articulaci¨®n Feminista del Paraguay, encargada de organizar y convocar las marchas del 8 de marzo, sostiene una campa?a para evitar que Esquivel ocupe un lugar en el Senado.
Cada a?o hay unas 2.000 denuncias por abusos sexuales contra ni?os y adolescentes en Paraguay. El 80% de ellos ocurre en el seno familiar: padres, abuelos, t¨ªos o padrastros, seg¨²n datos oficiales. El mismo n¨²mero de ni?as que lleg¨® a tener sometidas el dictador, seg¨²n los c¨¢lculos de Goibur¨² y la Direcci¨®n de Memoria Hist¨®rica.
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