?No lograr¨¢n atemorizarnos!
Los actos terroristas perpetrados por los Grupos Delictivos Organizados se alzan como una sombra ominosa que amenaza la integridad, la paz y la misma existencia de Ecuador
Ecuador est¨¢ en crisis permanente, pero esta crisis es distinta. Hoy son los actos terroristas perpetrados por los Grupos Delictivos Organizados (GDO) los que se alzan como una sombra ominosa que amenaza la integridad, la paz y la misma existencia de este peque?o pa¨ªs andino. En este sombr¨ªo panorama, el fen¨®meno del terrorismo y su relaci¨®n con los grupos de delincuencia organizada han tejido una red de caos y desesperaci¨®n que se cierne sobre cada rinc¨®n de nuestra sociedad.
El terrorismo, ese concepto tantas veces mal utilizado por nuestra pobr¨ªsima clase pol¨ªtica, se ha convertido en un flagelo que empa?a la cotidianidad del pa¨ªs. Sab¨ªamos que est¨¢bamos mal, que acabamos 2023 como el pa¨ªs m¨¢s violento de la regi¨®n; que nuestras costas sirven para la distribuci¨®n de coca¨ªna a Estados Unidos y Europa; que nuestros ni?os son reclutados por los GDO; que la seguridad de nuestras fronteras es pobre; que los GDO han cooptado funcionarios policiales, judiciales y de fuerzas armadas. Lo sab¨ªamos, pero la respuesta estatal no logr¨® anticipar los hechos. Hoy la retah¨ªla de atentados terroristas que ha sacudido nuestro pa¨ªs no solo ha dejado cicatrices f¨ªsicas, sino tambi¨¦n ha fracturado la confianza y la seguridad que deber¨ªan ser derechos inalienables de cada ciudadano y se ven contemplados en la Constituci¨®n.
La osad¨ªa de los GDO ha llevado a nuestra d¨¦bil democracia a un estado de emergencia, plasmado en el Decreto Ejecutivo Nro. 111 que reconoce la existencia de un Conflicto Armado Interno en Ecuador. Este instrumento, firmado por el presidente Daniel Noboa, se despliega ahora como un recordatorio escalofriante de la gravedad de la situaci¨®n. Ecuador, enfrent¨¢ndose a una amenaza interna que devora los cimientos de la democracia y el Estado de derecho, se ve obligado a tomar medidas extraordinarias para salvaguardar su existencia.
Hoy, todos los ecuatorianos vimos con terror el secuestro de un canal de televisi¨®n mientras transmit¨ªan en vivo, transformando los estudios de televisi¨®n en campos de batalla. La libertad de expresi¨®n, pilar fundamental de toda sociedad democr¨¢tica, es ultrajada en aras de una agenda criminal que pretende atemorizarnos. ?No lo lograr¨¢n! La sombra del miedo se cierne sobre el pa¨ªs, pero no debemos permitir que la oscuridad venza. El terrorismo no es un fin en s¨ª mismo, sino una estrategia de los GDO para alejar a la ciudadan¨ªa del Estado.
El asesinato de gu¨ªas penitenciarios y polic¨ªas es una afrenta directa al principio weberiano en el que solo el Estado tiene el uso del monopolio de la violencia. Pero hoy, todos los hombres y mujeres comprometidos con la seguridad de la poblaci¨®n son v¨ªctimas de una violencia despiadada que busca sembrar el p¨¢nico y doblegar la voluntad del Estado.
En este contexto desolador impera, m¨¢s que nunca, la necesidad de unidad nacional. El miedo, aunque palpable, no debe convertirse en el amo de nuestras decisiones y destinos. Es hora de cerrar filas como sociedad, de mirar m¨¢s all¨¢ de nuestras diferencias y alzar la voz contra la amenaza com¨²n que nos acecha. Ecuador, en su dolor compartido, debe erigirse como un faro de resistencia, record¨¢ndonos que la fuerza de la uni¨®n es la ¨²nica capaz de disipar las tinieblas del terror.
En la batalla contra el miedo, la determinaci¨®n colectiva es nuestro mayor escudo. Solo con valent¨ªa y solidaridad podremos sobreponernos a esta sombra que pretende eclipsar la esperanza. En la uni¨®n del pueblo ecuatoriano yace la fuerza que disolver¨¢ las cadenas del terror, demostrando que la luz siempre prevalecer¨¢ sobre la oscuridad.
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