En la intimidad de Mar¨ªa Corina Machado: ¡°Si la oposici¨®n compite, Maduro puede perder¡±
Una ma?ana en la oficina en Caracas de la opositora con mayor capital pol¨ªtico para amenazar la hegemon¨ªa del chavismo
A medida que uno se va acercando a la oficina de Mar¨ªa Corina Machado, el celular se queda sin se?al. Unos tipos con actitud vigilante se pasean en moto de esquina a esquina mientras otros m¨¢s, agrupados, miran cautelosos lo que ocurre alrededor. Que no se les escape detalle. Que nada se les salga de control: el ojo que todo lo ve del servicio secreto chavista. El mundo que se ha generado alrededor de la pol¨ªtica a la que m¨¢s teme Nicol¨¢s Maduro es de una normalidad extra?a. Para llegar finalmente hasta ella hay que pasar un altar de v¨ªrgenes y velas de diferentes lugares del mundo que le han regalado sus seguidores; una pared colmada de caricaturas y retratos de ella; el filtro de sus colaboradores m¨¢s cercanos que la cuidan como a un tesoro y, especialmente, hay que pasar el cerco que le impuso un gobierno decidido a no dejarla ser candidata presidencial.
Estamos hablando de la mujer que podr¨ªa bajar del trono a un hombre que hered¨® el poder de Hugo Ch¨¢vez en 2013, como si Venezuela fuera una monarqu¨ªa, y que est¨¢ dispuesto a todo para no dej¨¢rselo arrebatar. Machado, inhabilitada a participar en las elecciones por la justifica en manos del oficialismo, va a intentar esta haza?a a trav¨¦s de Corina Yoris, una prestigiosa acad¨¦mica de 80 a?os a la que le ha cedido su candidatura y todo su capital pol¨ªtico. La oposici¨®n casi al completo ha cerrado filas en torno a ellas. Son dos mujeres las que tienen en jaque a Maduro, que sabe que su pa¨ªs es como un tigre hambriento: si se baja de ¨¦l, se lo come. Y si gana nuevamente las elecciones este 28 de julio ¨Dpor m¨¢s ileg¨ªtimas que sean ante la comunidad internacional por la represi¨®n chavista de los dos ¨²ltimos meses¨D se quedar¨ªa en el poder seis a?os m¨¢s, es decir, m¨ªnimo hasta 2031. El chavismo cumplir¨ªa tres d¨¦cadas en el poder y Maduro superar¨ªa en a?os de gobernabilidad al propio Ch¨¢vez. Mar¨ªa Corina dice que, entonces, 3.000.000 millones de venezolanos que aun no se ha ido, se ir¨ªan de Venezuela.
¡°Ser¨ªa brutal que Maduro volviera a ganar¡±, afirma sentada frente a m¨ª. ¡°Los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y, sobre todo, Colombia, lo padecer¨ªan porque ser¨ªan los mayores receptores de la ola migratoria¡±, explica. Y es que seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones, 7,2 millones de personas han salido de Venezuela en los a?os recientes. Es el ¨¦xodo m¨¢s escandaloso de este lado del mundo y en estas elecciones, si la oposici¨®n pudiera competir con un m¨ªnimo de garant¨ªas, Maduro realmente podr¨ªa perder. ¡°Por primera vez, en 25 a?os, vamos a una elecci¨®n presidencial donde estamos 80/20, nadie lo duda. Aqu¨ª hay competitividad y ser¨ªa una victoria aplastante al r¨¦gimen, ser¨ªa una victoria de la ciudadan¨ªa¡±, asegura.
Los venezolanos que hoy tienen treinta y cinco a?os o menos, no han conocido una manera de gobernar distinta al chavismo y han crecido en un pa¨ªs de escaseces como si fuera normal: en las casas y oficinas abundan los baldes de agua porque el l¨ªquido llega pocas veces en la semana; la luz se va intermitentemente durante el d¨ªa y por eso, los que pueden, pagan controladores de energ¨ªa para que no se les quemen los electrodom¨¦sticos. Es un pa¨ªs petrolero que pas¨® de producir 3.000.000 de barriles diarios a menos de un 1.000.000 hoy en d¨ªa, y en el que la gasolina ha sido incluso m¨¢s barata que el agua, pero en el que las filas para llenar el tanque de un carro son de quince, veinte cuadras. El Gobierno tiene estaciones de servicio donde la gasolina es subsidiada y, por supuesto m¨¢s econ¨®mica. Hay otras estaciones no subsidiadas con filas m¨¢s cortas y precios m¨¢s altos donde, de todas maneras, la gasolina es m¨¢s econ¨®mica que en cualquier pa¨ªs vecino.
Caracas es hoy en d¨ªa una ciudad vibrante, muy distinta a la de antes de la pandemia cuando la oposici¨®n y el oficialismo se enfrentaban con furia en las calles, los alimentos escaseaban, la fuerza p¨²blica era la due?a de las calles y era imposible comprar una cerveza si uno no ten¨ªa un cerro de bol¨ªvares. Cuando era una ciudad polvor¨ªn a punto de estallar todo el tiempo. Ahora es distinta. La econom¨ªa est¨¢ completamente dolarizada y se ve mucho dinero porque las sanciones econ¨®micas internacionales dificultan sacarlo de Venezuela.
Ya hay comida en los supermercados, mercanc¨ªa en las tiendas, ferraris y lexus andando sin placas por la ciudad, y restaurantes costosos abarrotados de gente vestida con ropa de marca gastando en d¨®lares como si estuvieran en Nueva York. La capital venezolana se mueve al ritmo de una gran metr¨®poli. Hay lujos. No se ve la basura de antes en sus calles ni hay temor a los ladrones por sacar el celular en la noche. Ya los amigos y enemigos del chavismo no protagonizan las marchas fren¨¦ticas que terminaban en violencia, con muchachos asesinados y presos injustos. Ahora la injusticia tiene una prioridad: desde enero, a Mar¨ªa Corina le han detenido a siete de sus colaboradores m¨¢s cercanos, acusados de participar en actos conspirativos, y siete m¨¢s tienen ¨®rdenes de arresto.
Ella, sentada en su oficina donde sobresale una foto de sus hijos, una pared a la que no le caben m¨¢s rosarios colgados, una bandera de Venezuela y un letrero que dice never give up (nunca rendirse), la frase que inmortaliz¨® el exprimer ministro brit¨¢nico Wiston Churchill mientras los nazis bombardean Londres, sonr¨ªe con amabilidad. Se sale por un instante de la persecuci¨®n que vive y pregunta si se ve bien. Si la ropa le combina. Si est¨¢ lo suficientemente arreglada. La situaci¨®n es triste y tensa y ella hace lo posible por hacer sentir el momento lo m¨¢s sereno posible.
Explica que esta vez, las cosas son distintas. ¡°Venezuela cambi¨®, los venezolanos cambiamos, ya no tenemos miedo¡±, dice. ¡°Una se?ora me dijo un d¨ªa: ¡®?Mar¨ªa Corina, pero qu¨¦ m¨¢s me van a quitar, si ya me quitaron a mis hijos, qu¨¦ m¨¢s me van a quitar?¡¯, los venezolanos nos hemos propuesto derribar las barreras que el sistema hab¨ªa construido porque lo primero que hizo Ch¨¢vez fue dividirnos: ricos, pobres, blancos, negros, izquierda, derecha, pero eso mismo nos ha unido¡±, agrega.
De esos tiempos de tanta lucha y tanta represi¨®n es la ¨²nica que queda. Antonio Ledezma, Juan Guaid¨®, Leopoldo L¨®pez y Lilian Tintori se fueron. Los persiguieron, los torturaron, los callaron y, finalmente, huyeron de su pa¨ªs. Queda Henrique Capriles que no tiene el caudal electoral de Machado y que se ha ido desdibujando tambi¨¦n por esos vaivenes de una historia plagada de infamias. Aunque muchos insisten en que la oposici¨®n de Venezuela est¨¢ dividida, Mar¨ªa Corina asegura que hay unidad. ¡°?Qu¨¦ m¨¢s quieren? Nosotros sacamos las primarias y fueron impecables, yo saqu¨¦ m¨¢s del 90% de los votos, eso es unidad¡±, explica.
Es una mujer delgada, guapa, de 56 a?os, que parece imperturbable. Habla con las manos, mira a los ojos, enfatiza sus palabras con los gestos de su rostro, traga saliva cada que se le va a salir una l¨¢grima y repite sus convicciones como si fueran un mantra. Est¨¢ segura de que puede sacar a Maduro del poder: ¡°El r¨¦gimen est¨¢ d¨¦bil, mucho m¨¢s d¨¦bil¡ es m¨¢s burdo, m¨¢s descarado y opresivo, y todo eso son se?ales de su debilidad. Ellos recurren a la violencia porque no tienen otros mecanismos para imponerse. Perdieron toda su capacidad social y su capacidad de chantaje¡±, asegura.
Pero todo ese temperamento tan s¨®lido que expresa, tambalea duro cuando habla de sus hijos. Tiene tres. Los ve una o dos veces al a?o porque tuvieron que salir de Venezuela y ella no puede visitarlos. Cada viaje de ellos es un riesgo que la mam¨¢ prefiere correr muy poco. ¡°Desde hace diez a?os no puedo salir del pa¨ªs. Desde hace siete no puedo tomar un vuelo dom¨¦stico. Yo digo que no s¨¦ c¨®mo se ve mi pa¨ªs desde el cielo, pero cometieron un gran error porque gracias a eso me han hecho vivir Venezuela desde adentro. Conozco cada v¨ªa, cada hueco en el pavimento, la gente me reconoce¡±, explica.
Sus hijos, que son lo m¨¢s importante de su vida -dice y reitera- son su motivo de culpa y dolor. ¡°Yo fui la ¨²nica mam¨¢ que no estuvo en los grados de mis hijos. Le rogu¨¦ al juez para que me dejara salir de Venezuela y no me dej¨®. No pude ir y han sido los d¨ªas m¨¢s dif¨ªciles de mi vida¡±, recuerda con la voz rasga y los ojos empapados. Tiene la culpa de las mam¨¢s ausentes. ¡°Si est¨¢s en el trabajo, no est¨¢s con los hijos. Si est¨¢s con tus hijos, no est¨¢s dando la lucha con tu comunidad. Queremos hacerlo todo y hacerlo bien. Lidiar con la culpa ha sido un desaf¨ªo muy grande¡±, dice.
Se cas¨® antes de los 20 a?os con el empresario Ricardo Sosa y a los 27 ya ten¨ªa sus tres hijos. ¡°Yo les dec¨ªa a mis amigas que no se casaran y result¨¦ siendo la primera en casarse, porque me enamor¨¦¡±, cuenta. Estaba destinada a trabajar en el grupo empresarial de su padre, que fue presidente de la empresa de aceros Sider¨²rgica Venezolana SIVENSA, pero la pol¨ªtica la enamor¨® m¨¢s que -incluso- el primer marido.
Su historia en la pol¨ªtica comenz¨® un d¨ªa en el que su madre la invit¨® a conocer un centro correccional para menores de edad en Caracas y desde entonces se convenci¨® de que pod¨ªa impactar positivamente a la gente. ¡°Eso me cambi¨® la vida¡±, afirma. Cre¨® la fundaci¨®n Atenea y lo que empez¨® siendo un trabajo colateral se apoder¨® de su cotidianidad. ¡°Hasta ese momento, yo no hab¨ªa vivido de forma tan cercana la realidad de un ser humano que no tiene a nadie¡±, dice.
Desde entonces, respira pol¨ªtica. Dej¨® de ser esposa cuando el desamor entr¨® a su casa y, con el tiempo, se volvi¨® novia de un abogado constitucionalista a quien conoci¨® en una de sus m¨²ltiples campa?as. Es un amor construido sobre admiraci¨®n y lealtad. ¡°Es un ser excepcional, hemos vividos momentos muy complejos¡±, dice.
Ella y ¨¦l saben los peligros que corren. Es dif¨ªcil entender por qu¨¦ no la han metido presa en ¨¦se pa¨ªs en el que el descaro se volvi¨® costumbre. La explicaci¨®n m¨¢s viable est¨¢ en la comunidad internacional. Mar¨ªa Corina Machado es un s¨ªmbolo muy poderoso. La ¨²nica mujer de esa generaci¨®n de valientes que se fueron retirando, la mam¨¢ ausente y la hija ejemplar que lidia por estos d¨ªas con una tristeza m¨¢s grande que la que le ha causado el chavismo: la reciente muerte de su padre.
¡°Es un vac¨ªo muy grande, yo no me imagin¨¦ que pod¨ªa vivir sin ¨¦l. Cuando estaba en esos d¨ªas le dec¨ªa ¡®no me dejes sola. Ahorita no¡¯. Era un hombre visionario que amaba a Venezuela y ten¨ªa un sentido de responsabilidad por el pa¨ªs. Su muerte me empuj¨®. Me dio m¨¢s fuerza¡±, asegura y vuelve a tragar saliva para quebrarse.
Mientras habla de su vida y sus anhelos, va combinando las tristezas con las pocas alegr¨ªas que estos tiempos tan complejos le han dejado. Reitera sus convicciones. Sonr¨ªe. Respira hondo; hace pausas y vuelve a hablar de la gente, de su gente, de sus seguidores, de su Venezuela tan rota, de las mam¨¢s como ella que han madurado sin sus hijos, del cambio que est¨¢ obsesionada por conseguir. En las calles de Caracas, a todo aquel al que se le pregunta, contesta entre susurros que quiere un cambio. Mar¨ªa Corina Machado est¨¢ perseguida, pero no maniatada. Corina Yoris lleva su antocha. El mundo observa sus movimientos con expectativa y cuando uno la tiene al frente, la incredubilidad se convierte en una confianza rar¨ªsima. Es una madre que le pide a su dios que sus hijos le perdonen el tiempo que no ha podido estar con ellos pero es, sobre todo, una mujer decidida a hacer historia.
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