Qu¨¦ medidas funcionan para evitar asesinatos en Am¨¦rica Latina y el Caribe (y cu¨¢les no)
Limitar la posesi¨®n de armas y la venta de alcohol destacan, seg¨²n un estudio acad¨¦mico, entre los pasos de eficacia demostrada en la regi¨®n m¨¢s letal del planeta, con cuatro veces m¨¢s homicidios que la media global
La pr¨®xima vez que oiga a un candidato o gobernante de Am¨¦rica Latina o el Caribe prometer que desplegar¨¢ al ej¨¦rcito para patrullar en las calles o decapitar¨¢ a los grupos criminales, como receta para reducir los asesinatos, sepa que no funciona. A¨²n peor, en vez de caer, aumentan. Est¨¢ cient¨ªficamente comprobado. Como tambi¨¦n est¨¢ confirmado que restringir la posesi¨®n de armas de fuego, limitar la venta de alcohol y que la polic¨ªa patrulle las barriadas con altas tasas de homicidios son pasos eficaces para lograr que caigan las muertes violentas. Estas son las principales conclusiones del informe ?Qu¨¦ funciona para reducir homicidios en Am¨¦rica Latina y el Caribe? Una revisi¨®n sistem¨¢tica de las evaluaciones de impacto, realizado por el Laboratorio de An¨¢lisis de la Violencia de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro.
El punto de partida son los cientos de miles de americanos asesinados cada a?o. Un dato: Brasil concentra el 10% de los homicidios del mundo con el 3% de la poblaci¨®n. Como bien saben las madres latinoamericanas y caribe?as, enterrar a un hijo o a una hija victimado no es algo excepcional. Es m¨¢s cotidiano que en cualquier otro rinc¨®n del planeta porque la tasa de homicidios del continente americano es la m¨¢s alta del globo.
Los datos, incluidos en el citado estudio, son elocuentes. El continente americano (de Canad¨¢ a Tierra de Fuego) tiene una tasa de 15 asesinatos por 100.0000 habitantes, y dentro de ella, en Am¨¦rica Latina y el Caribe se dispara a 19,9. Es decir, del r¨ªo Bravo hasta el sur del continente la tasa de homicidios cuadriplica la media global (5,8), por delante de ?frica (12,7) y muy lejos del pelot¨®n de cola, los continentes m¨¢s seguros, Ocean¨ªa (2,9), Asia (2,3) y Europa (2,2).
El estudio ha analizado 65 evaluaciones sobre el impacto programas de muy diversa ¨ªndole que fueron implantados en Am¨¦rica Latina y el Caribe en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas con un fin espec¨ªfico: reducir los asesinatos. Analizados los resultados de aquellas pol¨ªticas p¨²blicas y la calidad de las evaluaciones a las que fueron sometidas, los investigadores de la universidad brasile?a clasificaron las medidas en cinco categor¨ªas: las que funcionan, las de resultados prometedores, las que carecen de resultados concluyentes, las que no funcionan y las contraproducentes.
¡°No queremos que las conclusiones se lean como recetas, pretendemos aportar evidencias para abordar desde la cautela el debate sobre las pol¨ªticas p¨²blicas¡±, explica Ignacio Cano, coautor del estudio en una entrevista telef¨®nica desde R¨ªo de Janeiro.
Reducir el horario de venta de alcohol demostr¨® ser eficaz en experimentos realizados en Cali y Bogot¨¢ (Colombia) y en S?o Paulo porque el exceso de trago nocturno convert¨ªa los bares en epicentros del tiro f¨¢cil. Vetar las armas en lugares p¨²blicos funcion¨® en El Salvador, y en tres ciudades colombianas. Tambi¨¦n dio buen resultado el despliegue de militares, pero no generalizado, sino limitado en las barriadas m¨¢s letales de R¨ªo. Cayeron los homicidios, sobre todo los de un tipo concreto: los perpetrados por la polic¨ªa.
Destacan como ejemplos contraproducentes, la pol¨ªtica del presidente Felipe Calder¨®n (2006-2012) que en M¨¦xico coloc¨® al Ej¨¦rcito en la l¨ªnea de frente contra el narcotr¨¢fico. ¡°Fue catastr¨®fico, triplic¨® los asesinatos y las tasas nunca volvieron al nivel original¡±, destaca Cano, veterano estudioso de la violencia. Deshacerse de los capos de la droga mexicanos tambi¨¦n supuso el efecto contrario al deseado porque inmediatamente abri¨® unas luchas de poder que dejaron enormes regueros de sangre. Y en Cali (Colombia), desplegar militares en barrios muy letales aument¨® los asesinatos en los distritos vecinos.
Tras tres a?os de investigaci¨®n, Cano tiene tres recomendaciones: Uno, ¡°trabajar sobre factores de riesgo como el alcohol y las armas¡±. Dos, ¡°trabajar de manera mucho m¨¢s focalizada en ¨¢reas de riesgo, con grupos de riesgo, implicar a los actores de la violencia para que sean menos letales¡±. Y tres, ¡°seguir investigando qu¨¦ funciona y que cada programa tenga presupuestada su evaluaci¨®n¡±.
Califican de prometedores aquellos pasos que apuntan resultados positivos sin que las evidencias sean concluyentes. Destacan entre estos, las leyes que limitan la venta de armas o castigan los feminicidios, dise?ar estrategias para el patrullaje policial, investigar mejor los asesinatos o combinar la actuaci¨®n policial y social en los barrios con mayor tasa de muertos.
Aunque endurecer las penas es probablemente la promesa m¨¢s popular y repetida en la regi¨®n (y en medio planeta) para atajar los asesinatos, casi no existe evidencia cient¨ªfica sobre su desempe?o. Sus efectos solo han sido evaluados en un programa implantado en S?o Paulo. Los autores de ?Qu¨¦ funciona para reducir homicidios en Am¨¦rica Latina y el Caribe? consideran que ¡°ante la escasez de evaluaciones y las limitaciones metodol¨®gicas no es posible llegar a una conclusi¨®n¡±. Ni positiva ni negativa. Lo mismo ocurre con la apertura de comisar¨ªas especializadas en violencia de g¨¦nero o de canales de denuncias an¨®nimas¡ Los resultados recabados no son concluyentes. En cambio, la ineficacia de los programas voluntarios de entrega de armas para frenar las muertes violentas ha quedado demostrada.
Con este informe, Cano, Emiliano Rojido y Doriam Borges, autores del informe e investigadores de la Unidad de An¨¢lisis de la Violencia de la Universidad Estatal de R¨ªo, han empezado a desbrozar un camino en busca de evidencias cient¨ªficas que avalen o desmientan la eficacia de las pol¨ªticas que persiguen prevenir los asesinatos, una senda por la que esperan que transiten otros colegas latinoamericanos y caribe?os ¡°porque lo que funciona en Chicago no tiene por qu¨¦ funcionar aqu¨ª¡±, avisa Cano.
Y de vuelta al punto de partida. ?A qu¨¦ obedece esa diferencia abismal entre las tasas de violencia de Am¨¦rica Latina y el Caribe con el resto del mundo? ¡°Existen infinitas discusiones desde hace d¨¦cadas¡±, apunta Cano. Debates que no han alumbrado conclusiones inapelables, pero s¨ª apuntan a algunos factores: ¡°Las armas son un componente importante, la desigualdad social es otra de las explicaciones, pero tambi¨¦n la debilidad de las instituciones, con altas tasas de impunidad, un hist¨®rico poscolonial con un siglo XIX muy violento, el machismo, con una masculinidad muy violenta, el crimen organizado¡.¡±.
Aquellos que confiaron en que el fin de las guerras civiles y las dictaduras de la segunda mitad del XX en Centroam¨¦rica y Am¨¦rica del Sur convertir¨ªa el continente en una regi¨®n pac¨ªfica fueron desmentidos por la realidad. Llama la atenci¨®n porque al otro lado del mundo, en Asia, otros pa¨ªses s¨ª que lograron cambiar radicalmente el paso pese a un pasado reciente con sangre a borbotones. Ser¨ªa el caso de Camboya, donde la dictadura mao¨ªsta de los jemeres rojos liquid¨® a dos millones de compatriotas, o Vietnam, que libr¨® una cruenta guerra de guerrillas en la selva contra una potencia como EEUU.