La cosa en Cuba est¨¢ en candela
La inflaci¨®n y la desconfianza en el peso cubano son objeto de profundo malestar y fueron una de las causas del descontento popular en la base de las masivas protestas del 11 de julio
¡ªDale, vamos a vernos un rato, que hoy s¨ª te voy a hablar de la cosa, propone L¨¢zaro, y suelta una de esas carcajadas suyas contagiosas y llenas de doble sentido.
La cosa a la que se refiere no es otra que ¡°la situaci¨®n¡±, la vida en Cuba y su tibiri t¨¢bara, el calvario cotidiano de la subsistencia, con sus angustias, desprop¨®sitos e inventos para llegar a fin de mes, ¡°una heroicidad en los tiempos que corren¡±, dice.
Quedamos en San Rafael, a un costado del hotel Inglaterra, en la frontera entre Centro Habana y La Habana Vieja.
Cuenta que antes de 1959 esta calle era famosa por sus elegantes comercios y tiendas por departamentos, sobre todo El Encanto y Fin de Siglo, (precursores de Galer¨ªas Preciados y El Corte Ingl¨¦s, en Espa?a), y tambi¨¦n por sus bares, lujosos escaparates y cines de moda, como el Duplex o el Rex, hoy desbaratados. ¡°Ya ves lo que queda: vidrieras vac¨ªas, fachadas rotas y ofertas de tercera, igual que en todos lados¡±, comenta.
El punto de encuentro lo ha elegido L¨¢zaro no por esta raz¨®n, pero tampoco por casualidad; le gusta quedar en sitios que tengan ¡°historia¡±.
Recuerda que en los a?os noventa, cuando otra grave crisis sacudi¨® el pa¨ªs tras la desintegraci¨®n del campo socialista, en este lugar se instalaron decenas de trabajadores por cuenta propia a buscarse la vida en plena calle. El Periodo Especial hac¨ªa estragos, y para mitigarlos en 1993 Fidel Castro legaliz¨® el d¨®lar y autoriz¨® un a?o despu¨¦s el ejercicio privado de un centenar de actividades, entre las cuales hab¨ªa algunas tan peculiares como la de forrador de botones, rellenador de fosforeras (mecheros), limpiador de buj¨ªas y ¡°manicuri¡± (sic).
As¨ª fue que, mientras la isla se sumerg¨ªa en una larga noche de apagones (de hasta 12 horas diarias), y por falta de petr¨®leo en el campo los tractores eran sustituidos por bueyes, y la televisi¨®n recomendaba recetas como picadillo de c¨¢scara de pl¨¢tano, y el d¨®lar llegaba a 160 pesos cubanos en el mercado negro, las nuevas manicuras particulares se ubicaron en pleno boulevard de San Rafael con mesita, taburete y todo lo necesario para atender a sus clientes.
Era la peor ¨¦poca de la crisis, la realidad era tan dura que no hab¨ªa forma de escapar a ella, y cuando dos o m¨¢s cubanos coincid¨ªan en la bodega, en una cola o en una fiesta, era imposible no hablar de lo mal que estaba la cosa. Era todos los d¨ªas, a todas horas y en cualquier lugar, y una de las manicuras de San Rafael, harta ya de que la gente adem¨¢s de arreglarse las u?as aprovechase su compa?¨ªa para hacer terapia, puso un cartel sobre su mesa que advert¨ªa: ¡°Prohibido hablar de la cosa¡±.
¡ªPues as¨ª estamos ahora dice L¨¢zaro ¡ª dice ¡ª trastornados, todo el d¨ªa hablando mierda de la cosa.
Aunque admite que la situaci¨®n hoy ¡°no es como en el Periodo Especial¡± ¨Centre 1990 y 1993 el PIB cubano cay¨® un 35%¨C, afirma que ¡°la situaci¨®n es cada vez m¨¢s grave¡±, con un desabastecimiento galopante, p¨¦rdida de poder adquisitivo de los salarios y una inflaci¨®n desbocada tras la implementaci¨®n por el Gobierno de la llamada Tarea Ordenamiento.
Las tiendas en moneda nacional est¨¢n pr¨¢cticamente vac¨ªas. Y el Estado ha abierto otras en MLC [Moneda Libremente Convertible], donde se puede comprar con tarjetas de cr¨¦dito respaldadas con d¨®lares u otras divisas extranjeras (un d¨®lar es equivalente a un MLC). ¡°Pero la mayor¨ªa de la poblaci¨®n cobra en pesos y no tiene acceso a d¨®lares, a no ser que se los env¨ªen sus familiares desde el exterior o trabajen para una empresa extranjera¡±, explica L¨¢zaro.
¡°Los salarios han subido, es cierto, pero han subido mucho m¨¢s los precios¡±, se?ala. ¡°Y el d¨®lar, que hace solo tres meses se cambiaba a 70 pesos por 1 en el mercado negro, ya est¨¢ a 100¡ El cambio oficial es de 24 por uno, pero como el Gobierno no tiene divisas para canjearte, el que manda es el cambio de la calle¡±.
Viene a la cita con papel y l¨¢piz. Afilado. Un m¨¦dico gana entre 5.000 y 6.000 pesos cubanos (entre 50 y 60 d¨®lares, al cambio informal), un reci¨¦n graduado universitario 2.800, un t¨¦cnico superior 3.600, un juez cerca de 6.000 (y si es del Supremo entorno a 9.000), un barrendero o un auxiliar de limpieza, 2.100 (que es el salario m¨ªnimo), un arquitecto, entre 4.000 y 5.000, lo mismo que un profesor universitario. El salario medio en Cuba ronda los 3.800 pesos, y la pensi¨®n de jubilaci¨®n m¨¢s baja es de 1.528 pesos.
¡ªEn el sector privado puedes ganar cuatro, cinco o seis veces m¨¢s. Un camarero de una paladar, por ejemplo, puede llevarse 20.000 pesos mensuales, o m¨¢s, pero tampoco le alcanza ¡ª asegura.
Cruzamos Prado y nos sentamos en el Parque Central, muy cerca de la estatua de Jos¨¦ Mart¨ª, el h¨¦roe nacional de Cuba. L¨¢zaro para a una se?ora que pasa por all¨ª con su hijo y la interroga:
¡ª ?A cu¨¢nto est¨¢ el cart¨®n de huevos?
¡ª ?Buaahh! ¡ª exclama la se?ora ¡ª A 500 y hasta 600 pesos¡ Lo que les d¨¦ la gana pedir a los revendedores [un cart¨®n trae 30 huevos].
¡ª?Y la libra de cerdo? [una libra son 454 gramos]
¡ªDe 180 a 200. Y si esta deshuesado, 250.
¡ª?El pan¡?
La mujer, muy educada, hace catarsis. Est¨¢ insultada: dice que esta ma?ana compr¨® una barra de pan en el mismo lugar de siempre, una panader¨ªa particular que queda al lado de su casa: ¡°La semana pasada estaba a 50 pesos, hoy me ha costado 80. Cuando protest¨¦, el due?o se encogi¨® de hombros y me dijo que ha subido la harina y todo lo dem¨¢s¡¡±. L¨¢zaro se crece y hace la pregunta del mill¨®n para una madre cubana.
¡ª?Y el kilo de leche en polvo?
La cara de la se?ora se transforma¡. ¡°?Vaya, ah¨ª te vas a 1.000 pesos, y no la encuentras¡±. Se?ala que por la libreta de racionamiento se garantiza a los ni?os de hasta siete a?os tres kilos de leche en polvo al mes a precios subsidiados (a 2,50 pesos cubanos el kilo, es decir, casi regalada). ¡°Pero mi hijo tiene nueve, estoy embarcada¡±, se lamenta.
L¨¢zaro le da las gracias. Y contin¨²a ¨¦l con sus propias cuentas: ¡°Un corte de pelo, 200 pesos; una cajetilla de cigarrillos negros, 140; un jab¨®n, 50; unos pantalones vaqueros malos, de 2.500 o 3.000; una pasta de dientes Colgate, 300; un litro de aceite, 200; una comida en un buen restaurante no te baja de 1.500 por persona, as¨ª que ni a la novia puedes invitar¡¡±.
Me pide que bajemos por la calle Obispo hacia la Plaza de Armas para que lo entienda mejor.
A la altura de la librer¨ªa La Moderna Poes¨ªa, hoy en estado ruinoso, hay una multitud arremolinada. Y tremenda bronca a gritos y empujones. Un empleado pasa pidiendo los carn¨¦s de la gente en plena calle, varias personas discuten por su lugar en la cola, est¨¢n al borde de la fajaz¨®n (pelea). ¡°Han sacado cigarros¡±, explica alguien.
L¨¢zaro dice que siempre pasa lo mismo cuando el Estado saca cigarrillos a precios ¡°normales¡± -24 pesos cubanos la cajetilla de H.Upman-. ¡°Como no hay casi cigarros, el que fuma tiene que comprarlos en el mercado negro a 140 pesos la caja, por eso cuando lo venden a estos precios en los establecimientos del Estado la gente se mata. ¡°La mayor¨ªa de los que ves aqu¨ª son revendedores, es un buen negocio¡±, dice, y en eso llegan unos polic¨ªas a controlar la situaci¨®n, y por suerte la cosa se calma.
¡°As¨ª es con todo. En las tiendas en moneda nacional no hay nada que merezca la pena. Las ¨²nicas surtidas, y hay que hacer tremendas colas, son las tiendas en MLC, pero si no tienes acceso a divisas solo te queda comprar en el mercado negro a precios astron¨®micos¡±, cuenta mi amigo.
Cuando el 1 de enero de 2021 el Gobierno subi¨® todos los salarios y precios, elimin¨® subsidios, estableci¨® la unidad monetaria, acab¨® con el peso convertible y dict¨® una tasa de cambio oficial de 24 pesos cubanos por d¨®lar, reconoci¨® que esta llamada Tarea Ordenamiento (bautizada por los cubanos como ¡°Tarea Desordenamiento¡±) implicar¨ªa un proceso inflacionario. Pero asegur¨® que mantendr¨ªa la inflaci¨®n bajo control. No ha sido as¨ª.
¡°La tasa oficial sigue a 24 por uno, pero la tasa Obispo est¨¢ a 100 por uno¡å, dice socarr¨®n L¨¢zaro, que llama tasa Obispo a la de ¡°la bolsa negra, que es la que manda¡±. ¡°En los ¨²ltimos meses, el d¨®lar ha subido un 30%, todos los productos de primera necesidad se han encarecido bestialmente, as¨ª que la gente est¨¢ de los nervios¡ las colas son inmisericordes, hay broncas a diario¡±.
Paramos en el parque Sancho Panza, a la altura de la calle Aguacate, en cuya esquina est¨¢ la tienda La Francia, de MLC, que vende electrodom¨¦sticos. ¡°Mira pa eso¡±, dice. Una lavadora Samsung cuesta 679 MLC (equivalente en d¨®lares), un microondas, 113, y un aire acondicionado Panasonic 830. ¡°Y lo mismo pasa en las tiendas de comida¡±, afirma. ¡°Ayer compre una mantequilla en cinco MLC, porque en moneda nacional, nada de nada¡ El Estado nos paga en pesos y todo hay que comprarlo en divisa, as¨ª est¨¢ la cosa¡±.
Llegado a este punto, L¨¢zaro se bestializa. Pero como buen intelectual que es, ha venido preparado y saca del morral unas hojas impresas. Describen de forma muy gr¨¢fica lo que pas¨® en Alemania despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial, cuando en 1922 se desencaden¨® un proceso hiperinflaccionario luego de que se derrumbara la confianza en la econom¨ªa y en el antiguo marco (Papiermark). Me saca un art¨ªculo publicado coincidiendo con los cien a?os de aquel desastre. Cuenta que una persona va a una cafeter¨ªa y pide un caf¨¦: costaba 5.000 marcos. A las dos horas encarga un segundo caf¨¦, y cuando pide la cuenta son 13.000. El hombre protesta, y el due?o le dice: el primero era 5.000, pero en este tiempo ha subido a 8.000, lo ten¨ªa que haber pedido antes.
¡°Pues aqu¨ª estamos casi as¨ª¡±, dice, y resuena en la calle Obispo otra de sus carcajadas.
Paramos en un restaurante privado, y de nuevo L¨¢zaro interroga a su due?o. Nos dice que ya ha cambiado los precios de la carta dos veces y que esta semana tendr¨¢ que hacerlo otra vez: ¡°Tengo que comprarlo todo en d¨®lares y vender en pesos, y a este cambio, pierdo cada d¨ªa¡±. Pone como ejemplo la cerveza. ¡°Hace un a?o al cliente le costaba 60 pesos, hace tres meses, 90, y hoy 160, y en otras paladares la venden ya a 200¡å.
La inflaci¨®n, la desconfianza en el peso cubano y la existencia de las tiendas en MLC son objeto de profundo malestar y fueron una de las causas del descontento popular en la base de las masivas protestas del 11 de julio. En estos momentos, indica L¨¢zaro, en medios acad¨¦micos hay un intenso debate sobre la crisis que estamos viviendo y qu¨¦ hacer para detener la espiral inflacionista. ¡°Hasta la revista Alma Mater, voz oficial de la Federaci¨®n de Estudiantes Universitarios, ha entrado al trapo consultando recientemente a seis destacados economistas si era ¡®viable eliminar de manera inmediata y total las tiendas en MLC¡±.
La directora del Centro de Estudios de la Econom¨ªa Cubana, Betsy Anaya, consider¨® ¡°inadmisible e inaceptable que los productos de primera necesidad se comercialicen en una moneda que no es el CUP [peso cubano] y para la cual no existe un mecanismo cambiario oficial¡±. Esto, constata Anaya, hace que ¡°cada vez el tipo de cambio informal sea m¨¢s elevado y, por ende, el costo de los art¨ªculos para quien no tienen acceso a las divisas, sea mayor¡±. Todos coinciden en que la situaci¨®n, como est¨¢ planteada, es insostenible para la gente de a pie - la mayor¨ªa de las familias cubanas dedican el 90% de sus ingresos, o incluso m¨¢s, en adquirir la canasta b¨¢sica-.
Insisten los economistas cubanos en que, en el fondo de ¡°la cosa¡±, hay problemas mayores: no hay producci¨®n ni est¨ªmulos a la productividad, las reformas emprendidas hasta ahora son insuficientes y lentas, las reservas de divisas del pa¨ªs est¨¢n al m¨ªnimo, por lo que las importaciones han ca¨ªdo un 40%, el desabastecimiento es leonino, la gente no conf¨ªa en los pesos cubanos ni en el futuro, y cada vez m¨¢s profesionales se van y el d¨®lar sigue subiendo. Eso sin desconocer que los efectos de la pandemia y el recrudecimiento del embargo norteamericano han supuesto un golpe demoledor.
De vuelta a casa nos cruzamos con Carlos, un dulcero particular que vende pasteles en la calle Obispo, a 30 pesos la unidad. Su resumen: ¡°Con lo que uno gana compra la mitad que antes, las colas son insoportables, hasta d¨®nde va a llegar el d¨®lar, y la gente va a aguantar, nadie lo sabe¡ as¨ª que la cosa en Cuba est¨¢ en candela¡±.
L¨¢zaro me gui?a un ojo, y dice: ¡°Gallego, esc¨²chalo a ¨¦l, no me hagas caso a m¨ª¡±.
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