La inclusi¨®n digital hace posible una recuperaci¨®n m¨¢s resiliente para todos
Durante la pandemia, los pa¨ªses que utilizaron identificaciones digitales y bases de datos para canalizar pagos gubernamentales llegaron a un 39% m¨¢s de beneficiarios que los que no lo hicieron
La pandemia de la covid-19 ha golpeado con mayor dureza a los pa¨ªses en desarrollo, y la recuperaci¨®n contin¨²a acentuando esta divisi¨®n cada vez m¨¢s profunda. Se espera que las econom¨ªas avanzadas se recuperen para 2023; sin embargo, las econom¨ªas en desarrollo podr¨ªan quedar rezagadas durante a?os.
El uso de las tecnolog¨ªas digitales en la pandemia reflej¨® una brecha similar. La cantidad de usuarios en todo el mundo aument¨® a 5.000?millones, pero a¨²n hay 3.000?millones de personas que no tienen conexi¨®n, el 96% de las cuales vive en pa¨ªses en desarrollo.
Debemos contrarrestar urgentemente esta creciente desigualdad. Cuando las poblaciones pueden acceder a Internet a un costo asequible y disponen de las habilidades para usarla, la adopci¨®n de las tecnolog¨ªas digitales abre infinitas posibilidades para lograr una recuperaci¨®n m¨¢s resiliente.
Estas tecnolog¨ªas han ayudado a cerrar brechas imposibles de superar con las soluciones de desarrollo tradicionales y han permitido llegar a poblaciones vulnerables que a menudo quedan excluidas.
Durante la pandemia, los pa¨ªses que utilizaron identificaciones digitales y bases de datos para canalizar pagos gubernamentales llegaron a un 39% m¨¢s de beneficiarios que los que no lo hicieron. Por ejemplo, en Chile, la cuenta b¨¢sica vinculada al documento nacional de identificaci¨®n, denominada CuentaRUT, ayud¨® a dos?millones de chilenos en situaci¨®n de vulnerabilidad a recibir los pagos de asistencia social directamente en sus cuentas bancarias en un momento en que muchas oficinas se hab¨ªan cerrado para frenar la propagaci¨®n del virus.
La digitalizaci¨®n de los servicios esenciales tambi¨¦n contribuy¨® a brindar oportunidades a los m¨¢s vulnerables y a preservar la salud de las comunidades durante el confinamiento. En Costa de Marfil, el gobierno ofreci¨® a trav¨¦s de tel¨¦fonos celulares informaci¨®n sobre geolocalizaci¨®n de infecciones y chequeos m¨¦dicos a distancia.
Asimismo, gracias a la educaci¨®n remota, los estudiantes continuaron aprendiendo a pesar de los cierres de escuelas que afectaron a m¨¢s de 1.600 millones de alumnos en todo el mundo. Turqu¨ªa, por ejemplo, ampli¨® su plataforma de aprendizaje electr¨®nico para llegar a 18?millones de estudiantes y m¨¢s de un mill¨®n de maestros.
La inclusi¨®n digital abre un sinf¨ªn de oportunidades, pero persisten marcadas diferencias. Las poblaciones rurales, las mujeres y quienes viven en situaci¨®n de pobreza quedan rezagados. Incluso cuando los sectores vulnerables acceden a la conectividad, la falta de conocimientos sobre el manejo y el costo pueden representar desaf¨ªos o barreras infranqueables para el uso de estas tecnolog¨ªas.
De la misma forma, las ciudades cuentan con el doble de usuarios de Internet que las zonas rurales. En Asia meridional, las mujeres tienen un 51% menos de probabilidades de usar Internet que los hombres. Y en todo el mundo, las personas que viven en situaci¨®n de pobreza enfrentan dificultades para conectarse. En ?frica, menos del 10% de aquellos que viven en situaci¨®n de extrema pobreza tienen acceso a Internet.
Las tecnolog¨ªas digitales pueden impulsar significativamente el crecimiento inclusivo, pero para que alcancen su m¨¢ximo potencial debemos acelerar la inversi¨®n. Los gobiernos tienen que trabajar para que la conectividad sea asequible, confiable y accesible para todos. Las pol¨ªticas que atraen a los inversionistas y promueven la competencia contribuir¨¢n en gran medida a reducir los costos, ampliar y desplegar la infraestructura necesaria y hacer que los dispositivos m¨®viles y el uso de datos se vuelvan m¨¢s asequibles.
Los operadores deben compartir la infraestructura a fin de reducir las barreras para el ingreso al mercado y promover el uso de la infraestructura estatal de telecomunicaciones actualmente subutilizada. En ?frica, alrededor del 40% de las redes de fibra (m¨¢s de 400.000?kil¨®metros) pertenecen al gobierno y est¨¢n desaprovechadas. En Am¨¦rica Latina y el Caribe, el 60% de quienes carecen de conexi¨®n mencionan el alto costo de los datos como principal obst¨¢culo para el uso de Internet.
Asimismo, las personas deben contar con las habilidades necesarias para usar tecnolog¨ªas digitales. Cuando se combinan el acceso asequible y las habilidades, se generan m¨¢s empleos y se reduce la pobreza. En Nigeria y en Tanzania, la participaci¨®n en la fuerza laboral aument¨® 3 y 8 puntos porcentuales respectivamente, despu¨¦s de tres o m¨¢s a?os de acceso a Internet, mientras que las tasas de pobreza se redujeron un 7%. Al mismo tiempo, son muy pocos los que utilizan eficazmente estos recursos. Mientras que el 83% de la poblaci¨®n de ?frica vive en ¨¢reas con cobertura de servicios de Internet m¨®vil, solo el 27% los usa. Las habilidades digitales y la asequibilidad son esenciales para subsanar esta brecha en el nivel de uso.
El tercer paso es generar confianza. Para que las personas adopten plenamente las interacciones digitales, necesitan saber que son confiables y seguras, y que est¨¢n protegidas. Esta tarea es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil en los pa¨ªses en desarrollo, donde las habilidades digitales no est¨¢n tan extendidas.
M¨¢s de dos tercios de los hogares de Am¨¦rica Latina que disponen de conexi¨®n a Internet se preocupan por su privacidad y seguridad cuando usan el servicio. En Filipinas, se utilizan las huellas dactilares y la autenticaci¨®n mediante mensajes de texto a fin de garantizar a la poblaci¨®n la seguridad del nexo entre su identidad y sus beneficios sociales. Para generar m¨¢s confianza en las herramientas digitales, se requieren instituciones y un marco legal s¨®lidos que protejan los datos, lo que incluye contar con entidades de manejo de datos, autoridades dedicadas a la protecci¨®n de datos y organismos de ciberseguridad.
La pandemia ha acelerado el desarrollo digital y ha dejado en claro que el futuro digital ya est¨¢ aqu¨ª y es ahora. Pero si no tomamos medidas urgentes y coordinadas, las brechas cada vez m¨¢s amplias en el acceso, las habilidades y la confianza pueden socavar el potencial para lograr una recuperaci¨®n inclusiva.
Ahora es el momento en que los sectores p¨²blico y privado deben redoblar sus esfuerzos para garantizar que los pa¨ªses en desarrollo adopten y se beneficien plenamente de las potentes soluciones que ofrece la transformaci¨®n digital.
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