De las zapatillas destruidas de Balenciaga por 1.450 euros a los pies descalzos en Argentina
Una ONG que asiste a cientos de ni?os con desnutrici¨®n se inspira en el ¨¦xito de ventas del dise?o de la marca de lujo para pedir donaciones
Los primeros 100 pares de las tenis ¡°completamente destruidas¡± que Balenciaga lanz¨® el 9 de mayo pasado se agotaron enseguida. Los amantes de la marca con sede en Par¨ªs pagaron 1.450 euros para lucir un calzado lleno de agujeros, sucio, pero con el nombre de la marca escrito en la suela como si se tratase de un grafiti. La versi¨®n Full Destroyed (como la promocionan en la web de ventas en l¨ªnea) de su modelo Paris High Top es de edici¨®n limitada y lleva la firma de Demma Gvasalia, director creativo de Balenciaga. La foto de promoci¨®n muestra un par que, de tan ajado, est¨¢ inutilizable. Las zapatillas en venta al menos contienen dentro al pie, pero sin perder la est¨¦tica de calzado de pobre. Esa est¨¦tica es la que quiso aprovechar la asociaci¨®n civil argentina Pata Pita (pies descalzos), que asiste a ni?os con problemas reales de pobreza extrema y desnutrici¨®n.
Pata Pila naci¨® en 2015 en Salta, en el extremo norte argentino para atender la desnutrici¨®n infantil que devasta sobre todo a las comunidades ind¨ªgenas de la zona. En estos momentos tiene a casi 1.100 menores dentro de sus programas de asistencia en 66 comunidades. Para promover las donaciones imitaron con cambios el dise?o de Balenciaga y en lugar del nombre de la marca escribieron el de algunos de los chicos que asisten: Tamara, Jerem¨ªas, Ayel¨¦n o Kiara. El aspecto que llevan no sali¨® de una mesa de dise?os exclusivos, sino de lo que Pata Pila ve cada d¨ªa en los pies de los ni?os que asisten.
¡°Es importante que a partir de la campa?a de una empresa se discuta lo que es la banalizaci¨®n de la pobreza¡±, dice Diego Bustamante, fundador de Pata Pila. ¡°Nosotros no atacamos la campa?a, sino que intentamos mostrar lo que vemos a diario. Acompa?amos para que la gente puede dejar de usar esos calzados y se muevan con dignidad¡±, explica. Bustamente destaca la importancia que tiene el calzado en las comunidades pobres del norte argentino, donde ¡°los ni?os no van a la escuela con las zapatillas rotas y a veces hasta que no pueden tener un par nuevo no empiezan las clases¡±.
Las zapatillas de Pata Pila pueden ¡°comprarse¡± en una plataforma de Mercado Libre destinada a las campa?as de donaci¨®n. ¡°Mientras algunas marcas de lujo presentan una Colecci¨®n Limitada promocion¨¢ndola con zapatillas desgastadas, en nuestro pa¨ªs tenemos m¨¢s de 16,8 millones de personas que no alcanzan a cubrir sus necesidades b¨¢sicas. Estas zapatillas hoy son una colecci¨®n ilimitada, a menos que hagamos algo¡±, explica la asociaci¨®n en la descripci¨®n del portal. Los compradores no reciben producto alguno, porque las zapatillas ¡°no existen en el mundo real¡±, aclara la asociaci¨®n. ¡°Comprando¡¯ este producto virtual, est¨¢s donando el importe para que desde Pata Pila podamos ayudar a familias que viven en comunidades que en verdad lo necesitan¡±, explica.
Los montos son modestos, lejos de los 1.450 euros que pide Balenciaga por sus modelos de edici¨®n limitada. Las donaciones arrancan en 200 pesos argentinos (equivalentes a poco m¨¢s de un d¨®lar) y suben hasta los 1.800 pesos, pero Pata Pila aclara que pueden hacerse todas las donaciones que se quieran combinando los diferentes pares de zapatillas. ¡°Cuanto m¨¢s ¡®compres¡¯ m¨¢s est¨¢s ayudando para que miles de personas puedan tener una vida m¨¢s digna¡±, dice la ONG argentina. La campa?a ya lleva recaudados unos 100.000 pesos, equivalentes a unos 800 d¨®lares. ¡°Queremos que la gente se entere de que hay una realidad que es dura. Pata Pila trabaja en el norte argentino, donde en este cuatrimestre murieron por desnutrici¨®n 70 chicos. Son datos oficiales. Eso dice mucho del contexto¡±, explica Bustamante.
La asociaci¨®n recibe ayuda de particulares y empresas y ahora tambi¨¦n internacional. Un programa de la Uni¨®n Europea les permitir¨¢ sumar nuevas comunidades ind¨ªgenas a la red que ya tiene armada. A diferencia de otras ONG, la gente de Pata Pila vive en las comunidades. Los voluntarios son m¨¦dicos, trabajadores sociales o nutricionistas que ¡°capacitan a las familias para que accedan a la salud p¨²blica, hacen diagn¨®sticos de trabajo o identifican situaciones de discapacidad en ni?os que nunca nadie atendi¨®¡±, enumera Bustamante.
Los nombres que Pata Pila puso a sus zapatillas son de algunos de los cientos de ni?os que ayudan cada d¨ªa. Tamara, El¨ªas y Kiara existen, porque, dice Bustamante, detr¨¢s de esas zapatillas destrozadas ¡°hay una vida¡±.
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