Sexo, curas de sue?o y promesas de felicidad: c¨®mo la Escuela de yoga de Buenos Aires era una m¨¢quina de hacer dinero
La red argentina de trata que intent¨® captar a Pl¨¢cido Domingo mont¨® una estructura con ramificaciones en Estados Unidos y estrechos lazos con el poder
La Escuela de Yoga de Buenos Aires ocupa un edificio de diez plantas en el centro de la capital argentina. Lleva ah¨ª m¨¢s de 30 a?os sin llamar demasiado la atenci¨®n. Jam¨¢s hubo all¨ª clases de yoga, pero s¨ª fiestas privadas. Los ¡°alumnos¡± practicaban sexo grupal, muchas veces a la vista de sus hijos. En los a?os noventa, el l¨ªder del grupo, Juan Percowicz, alias el ¨¢ngel, afront¨® junto a sus ¡°ap¨®stoles¡± una investigaci¨®n por abuso de menores. Todos ellos salieron limpios. La secta ya hab¨ªa permeado en aquella ¨¦poca a hombres poderosos y organizaciones internacionales de derechos humanos , que no dudaron en salir en su defensa. Incluso una comitiva de legisladores del Partido Dem¨®crata viaj¨® desde Estados Unidos para reclamar la libertad de Juan Percowicz y sus secuaces, a los que consideraba perseguidos pol¨ªticos. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, la Justicia argentina arrest¨® a Percowicz y a otros 18 miembros del grupo. Son los mismos de entonces, pero m¨¢s viejos. Los cargos, eso s¨ª, son nuevos. A la acusaci¨®n de trata de personas se sumaron otras como robo, estafa, lavado de activos y hasta ejercicio ilegal de la medicina. Aquellos iluminados que promet¨ªan ¡°felicidad eterna¡± eran ahora millonarios. La polic¨ªa le puso nombre a la investigaci¨®n: ¡°Secta Sociedad An¨®nima¡±.
¡°El fracaso de la justicia en los a?os noventa produjo con el tiempo una sensaci¨®n de impunidad con efectos hacia el interior de la secta¡±, dice el comisario Ricardo Juri, jefe del Departamento de Trata de Personas de la Polic¨ªa Federal, a cargo de las redadas. ¡°Le sirvi¨® para decir ¡®ven, los enemigos nos quisieron destruir y no han podido, con lo cual este es el camino correcto¡¯. Mantuvieron esa estructura sectaria y empezaron a expandirse y a realizar negocios¡±, explica.
Los l¨ªderes viv¨ªan hasta el viernes de la semana pasada en algunas de las 26 habitaciones de la sede, presidida por una gran foto de Juan Percowicz. Este hombre, que hoy tiene 84 a?os, es el alma de la secta y objeto de adoraci¨®n por todos sus miembros. De su cabeza sali¨® la estructura de la organizaci¨®n, un complejo sistema de niveles que lo ten¨ªa a ¨¦l en el siete y a los ¡°humanos comunes¡± en el uno, dos y tres. En medio hab¨ªa ¡°ap¨®stoles¡±, ¡°genios¡± y ¡°alumnos¡±. Estos ¨²ltimos eran los objetivos de un montaje para atraer, controlar, enga?ar y, sobre todo, hacer dinero.
BA Group, una escuela que promet¨ªa la felicidad a trav¨¦s del ¡°coaching ontol¨®gico¡±, era la cantera de nuevas v¨ªctimas. Los elegidos deb¨ªan ser vulnerables y tambi¨¦n ricos. ¡°No vas a encontrar gente pobre, todos tienen plata¡±, asegura el comisario Juri. Si alguno de los miembros se rebelaba era enviado a la cl¨ªnica CMI-Abasto, donde se lo somet¨ªa a una larga ¡°cura de sue?o¡± a base de psicof¨¢rmacos. ¡°A su vez, integrantes de este grupo ten¨ªan inmobiliarias y estudios jur¨ªdicos, con contadores, abogados y escribanos que replicaban la jerarqu¨ªa de la Escuela de Yoga¡±, explica Juri. La red de profesionales les permit¨ªa quedarse con los bienes de los miembros fallecidos y mover y lavar el dinero recaudado por la organizaci¨®n. Los investigadores calculan un flujo mensual de medio mill¨®n de d¨®lares. El resultado de las redadas fue en l¨ªnea con esa suma: la polic¨ªa incaut¨® casi 1,5 millones de d¨®lares en efectivo y tres kilos de oro.
Cuando la polic¨ªa sigui¨® la pista del dinero lleg¨® a Estados Unidos. Juri dice que, en un principio, pensaron incluso que en ese pa¨ªs estaba la base de operaciones, hasta que descubrieron que era al rev¨¦s. Todo se cocinaba en Buenos Aires. ¡°Consegu¨ªan que algunos miembros se radicasen en Estados Unidos y replicaran la f¨®rmula. Lo que sabemos es que estos miembros estaban all¨¢ creando empresas y algunas sedes de BA Group, desde donde promocionaban curaciones en la cl¨ªnica de Buenos Aires¡± contra el consumo de drogas o el sida. La operaci¨®n se completaba con la compra de inmuebles en Las Vegas y otras ciudades. La captaci¨®n a trav¨¦s de ofertas sexuales tambi¨¦n estaba activa. ¡°La mec¨¢nica era que una integrante de la secta con la green card tuviese clientes all¨¢. Nos consta, por ejemplo, que una chica no viajaba a Estados Unidos porque el cliente todav¨ªa no compraba un departamento [apartamento] para alojarla. Al mismo tiempo, estaban intentando entrar en estructuras de poder, con la venta de las charlas motivacionales¡±, dice Juri.
Pl¨¢cido Domingo, el objetivo
Atraer gente poderosa era la clave del ¨¦xito. Una escucha telef¨®nica que obra en la investigaci¨®n revela los esfuerzos de sus l¨ªderes por captar a Pl¨¢cido Domingo. Y tambi¨¦n el fracaso de esos intentos, iniciados en los a?os noventa gracias a la relaci¨®n del cantante con al menos cuatro integrantes de la Escuela de Yoga, dos de ellos reconocidos concertistas y compositores con carreras en Estados Unidos. ¡°Con la m¨²sica hace 30 a?os que tratamos y no lo logramos¡±, dice en una conversaci¨®n a la que ha tenido acceso EL PA?S Susana Mendelievich, alias Mendy. La mujer, de 75 a?os, cuenta a una compa?era de la secta que horas despu¨¦s se ver¨¢ con Pl¨¢cido Domingo que, en ese momento, abril de 2022, estaba en Buenos Aires para dar un concierto en el Teatro Col¨®n. Mendelievich recibe entonces como recomendaci¨®n que proponga al cantante sumarse a algunas de las charlas motivacionales que daba la organizaci¨®n para captar adeptos. ¡°Es un intento m¨¢s, uno tiene que seguir intentando, por supuesto. Como deslizar que tambi¨¦n estamos haciendo esto [las charlas]. Ser¨ªa como abrir dos frentes¡± de ataque, coinciden ambas mujeres al final de la conversaci¨®n.
En una grabaci¨®n anterior, un hombre que parece ser Pl¨¢cido Domingo negocia con Mendelievich la mejor forma de encontrarse en la habitaci¨®n del Hotel Alvear en la que se alojaba sin ser descubiertos por ¡°los agentes¡±. La mujer llama luego a Juan Percowicz para comunicarle los detalles de la cita. ¡°Pl¨¢cido dijo que pod¨ªa venir a visitarnos, es decir, que va a venir a visitarme. Porque ¨¦l va a casa en Nueva York y lo record¨® ayer¡±, dice la mujer En la causa no consta que el encuentro se haya producido ni que se hayan presentado cargos contra Pl¨¢cido Domingo, seg¨²n fuentes judiciales de la investigaci¨®n. En las 176.000 horas de grabaciones realizadas desde febrero pasado sobre 35 tel¨¦fonos celulares de la secta, no aparecen nuevas referencias ni al cantante ni a la cita. Se deducen, en cambio, los esfuerzos por encontrar una nueva estrategia de captaci¨®n. El di¨¢logo es el siguiente:
Mendelievich: ¡°Igual ahora nos vamos a encontrar en un ratito. Nos lleva Luis¡¡±
Voz femenina: ¡°?Van a hablar de m¨²sica solamente, o de coucheado [charlas motivaciones] tambi¨¦n?¡±
Mendelievich: ¡°Eso no lo s¨¦, eso no lo hablamos con Mariano. Pero es una buena idea, porque con los quilombos [l¨ªos] que tienen ¨¦l y su familia...
Voz femenina: ¡°Aunque no tuviera tantos quilombos¡ la realidad es que¡ como para abrir el juego, digamos¡¡±
Mendelievich: ¡°S¨ª, s¨ª, porque la realidad es con la m¨²sica hace 30 a?os que tratamos y no lo logramos. Lo cual no quiere decir que esta vez no sea distinto¡±.
Voz femenina: ¡°Es un intento m¨¢s, uno tiene que seguir intentando, por supuesto. Como deslizar que tambi¨¦n estamos haciendo esto [las charlas]. Velo con Mariano¡±.
Mendelievich: ¡°Seguramente le va a encantar¡±.
Voz femenina. ¡°Ser¨ªa como abrir dos frentes¡±.
La charla pone en evidencia la apuesta de la secta por aprovechar lo que considera un momento de debilidad de Pl¨¢cido Domingo, despu¨¦s de que fuese se?alado en el #Metoo como responsable de acoso sexual en Estados Unidos por una veintena de mujeres. Muchas de sus actuaciones se hab¨ªan cancelado. Esos son los ¡°quilombos familiares¡± a los que se refieren Mendelievich y su compa?era, una ventana abierta para acercar al cantante a trav¨¦s del coucheado que utilizaban para atrapar adeptos. Los nombres mencionados en la grabaci¨®n permiten, a la vez, reconstruir en el tiempo los contactos de Pl¨¢cido Domingo con algunos miembros de la secta.
¡°Mariano¡± es Mariano Krawczyk o Kraus, como prefiere llamarse, un m¨²sico argentino que en los a?os noventa estuvo entre los mejores concertistas de oboe del mundo. Kraus, hoy detenido en la causa, era el preferido de otro argentino, el violinista Rub¨¦n Gonz¨¢lez, ya fallecido, director en 1986 de la Orquesta Sinf¨®nica de Chicago y sospechoso de abrir en esa ciudad una ¡°sucursal¡± de la Escuela de Yoga. El nexo entre estos dos m¨²sicos, considerados pr¨®ceres por los estudiantes de aquella ¨¦poca, con Pl¨¢cido Domingo sali¨® a la luz gracias a la memoria de Pablo Salum, hijastro de Kraus.
Salum es uno de los denunciantes de la secta, a la que acusa de obligarlo a presenciar, siendo un ni?o, las org¨ªas que presuntamente organizaban los adultos. En febrero de 1996, Pl¨¢cido Domingo se present¨® en el Campo Argentino de Polo, en Buenos Aires, ante 10.000 personas. El programa cerraba con una apuesta original: un segmento de la ¨®pera Cartas Marcadas, compuesta por tres integrantes de la Escuela de Yoga: Mendielivich, Kraus y Gonz¨¢lez. La voz femenina que acompa?¨® aquella noche a Pl¨¢cido Domingo fue la de una novel soprano llamada Ver¨®nica Loi¨¢cono, hoy pr¨®fuga.
El diario La Naci¨®n public¨® en 1996 una cr¨ªtica del concierto donde alababa la voz de Pl¨¢cido Domingo y llamaba la atenci¨®n sobre la dudosa calidad del cierre. Los tangos ¡°Mi Buenos Aires querido y El d¨ªa que me quieras fueron aportes cargados de nostalgia pero tambi¨¦n muchas m¨¢culas por falta de amalgama entre orquesta, tenor y los colaboradores circunstanciales Rub¨¦n Gonz¨¢lez (viol¨ªn) Mariano Kraus (oboe con su inefable y vistoso esmoquin rojo) en un intento fallido de lograr atm¨®sfera porte?a (¡) Inaceptable el bajo nivel compositivo e interpretativo del d¨²o de soprano y tenor de Cartas marcadas de Kraus, Mendelievich y Gonz¨¢lez que Pl¨¢cido Domingo ¡ªen gesto de bonanza y deseo de alentar¡ª cant¨® junto a la principiante Ver¨®nica Loi¨¢cono¡±, resum¨ªa la cr¨®nica.
Los investigadores argentinos no saben qu¨¦ llevo a Pl¨¢cido Domingo a aceptar que los integrantes de la secta sumasen una de sus obras al repertorio. Ni c¨®mo fue que la relaci¨®n se mantuviese durante tantos a?os, al menos con Mendelievich, al punto que el tenor la llam¨® cuando visit¨® Buenos Aires en abril pasado, despu¨¦s de 20 a?os de ausencia en Argentina. ¡°Sab¨ªan que Pl¨¢cido Domingo ven¨ªa y hab¨ªan preparado una movida para que les prestase atenci¨®n¡±, explica el comisario Ricardo Juri. Los l¨ªderes de la secta ¡°tiraron l¨ªneas y ah¨ª surge el llamado¡± de Pl¨¢cido Domingo a Mendelievich, toda una sorpresa. ¡°Tener a Pl¨¢cido Domingo les serv¨ªa para generar o producir negocios usando su imagen¡±, dice el comisario.
Percowicz y otros 18 integrantes de la Escuela de Yoga terminaron presos y otros cuatro est¨¢n pr¨®fugos. Ya no tienen la ascendencia que en los a?os noventa los libr¨® de la c¨¢rcel. La investigaci¨®n, mientras tanto, no ha hecho m¨¢s que empezar . En la sede del Departamento de Trata de Personas de la Polic¨ªa una habitaci¨®n acumula decenas de cajas con documentaci¨®n y maletas a¨²n sin revisar. En el aparcamiento hay una Ford Bronco inmaculada, que Percowicz estrenaba fruto de la generosidad de sus ap¨®stoles. Roto su coche, la secta se apur¨® a comprarle uno nuevo. Juntaron 50.000 d¨®lares, buscaron por internet algo al gusto del l¨ªder y lo pagaron al contado. Todo sin levantar sospechas.
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