Testigos de un crimen de Estado: Argentina busca a antiguos reclutas que declaren contra la dictadura
La Secretar¨ªa de Derechos Humanos lanza una campa?a para que miles de hombres que hicieron el servicio militar obligatorio entre 1976 y 1983 aporten datos en causas de lesa humanidad
El avi¨®n en el que viajaba Gustavo Capra hizo una ¡°parada t¨¦cnica¡± el 3 de agosto de 1977 en el camino de Ushuaia a Buenos Aires. Capra y otros 60 hombres que hab¨ªan cumplido durante un a?o con el servicio militar obligatorio en el sur del mundo solo quer¨ªan regresar a casa. Cuando por fin aterrizaron en la capital, Capra atraves¨® la pista y subi¨® al bus de l¨ªnea que lo llevaba con su familia. Le hab¨ªa sorprendido el Dodge Polara blanco con las puertas abiertas que vio en el camino, pero no fren¨®. Despu¨¦s supo que uno de los hombres que viajaban con ¨¦l hab¨ªa sido desaparecido por ...
El avi¨®n en el que viajaba Gustavo Capra hizo una ¡°parada t¨¦cnica¡± el 3 de agosto de 1977 en el camino de Ushuaia a Buenos Aires. Capra y otros 60 hombres que hab¨ªan cumplido durante un a?o con el servicio militar obligatorio en el sur del mundo solo quer¨ªan regresar a casa. Cuando por fin aterrizaron en la capital, Capra atraves¨® la pista y subi¨® al bus de l¨ªnea que lo llevaba con su familia. Le hab¨ªa sorprendido el Dodge Polara blanco con las puertas abiertas que vio en el camino, pero no fren¨®. Despu¨¦s supo que uno de los hombres que viajaban con ¨¦l hab¨ªa sido desaparecido por la dictadura que gobernaba el pa¨ªs. Hoy cree que se lo llevaron en ese coche.
¡°Yo no vi cuando se lo llevaron, pero estuve en la previa de la desaparici¨®n de un compa?ero m¨ªo, Miguel ?ngel Hoyos¡±, recuerda Capra, de 67 a?os. Hab¨ªan salido de Ushuaia, parado en R¨ªo Grande, despu¨¦s en R¨ªo Gallegos y, antes de llegar a Buenos Aires, la ¡°parada t¨¦cnica¡± en la ciudad de Trelew, en la Patagonia: ¡°Suben unos oficiales y lo agarran a este chico, dios lo tenga en la gloria. No s¨¦ cu¨¢nto tiempo pas¨®, para m¨ª fue una eternidad, hasta que lo traen de vuelta al Negrito¡±. El Negro Hoyos, como le dec¨ªan, era bajito y moreno; cuando los militares lo volvieron a subir al avi¨®n ¡°era un papel¡±, dice Capra, ¡°un papel blanco, p¨¢lido¡±.
Ya en Buenos Aires, los militares hicieron bajar a los reclutas uno a uno. Capra baj¨®, atraves¨® la pista, vio el Dodge con las puertas abiertas, tom¨® el bus y no mir¨® atr¨¢s. Eso es lo que declar¨® en un juzgado de la provincia de Buenos Aires cuando fue citado en la d¨¦cada de los noventa. Al salir, le pregunt¨® al ayudante del fiscal si otros testigos hab¨ªan declarado algo similar y el joven le respondi¨® que s¨ª, que otros dos. ¡°A esta altura del partido, con sesenta y pico pirulos [a?os], ?hasta cu¨¢ndo vamos a esperar para decir lo que vimos? No podemos esperar m¨¢s, no nos podemos dar ese lujo¡±, dice Capra, sentando en el comedor de su casa, la voz grave.
La Secretar¨ªa de Derechos Humanos de Argentina ha iniciado una campa?a para que personas que hicieron el servicio militar obligatorio entre 1976 y 1983 ¨Clos a?os que dur¨® la ¨²ltima dictadura¨C acudan a dar testimonio de lo que vieron u oyeron mientras hac¨ªan la colimba. As¨ª se llama coloquialmente en el pa¨ªs el per¨ªodo de instrucci¨®n militar que entre 1902 y 1995 fue obligatorio para los varones de 18 o 20 a?os, seg¨²n la ¨¦poca, y tambi¨¦n se llama as¨ª al civil que fue convocado a hacer la instrucci¨®n. La campa?a Fui colimba busca que las declaraciones de esos ¡°testigos involuntarios¡± ayuden a esclarecer cr¨ªmenes de lesa humanidad.
Desde que se lanz¨® hace dos semanas, m¨¢s de 50 de aquellos conscriptos [reclutas] se han comunicado con la secretar¨ªa a trav¨¦s del tel¨¦fono o del correo electr¨®nico (fuicolimba@jus.gob.ar). Las denuncias, aseguran los impulsores de la campa?a, son confidenciales.
¡°Fueron testigos forzosos de lo que pas¨® porque estaban en los regimientos, bajo el mando de distintos miembros del ej¨¦rcito, y muchos, en el marco de los cumplimientos del servicio militar obligatorio, se vieron forzados incluso a estar en algunos operativos¡±, explica a EL PA?S Federico Efr¨®n, director nacional de Asuntos Jur¨ªdicos Nacionales de la Secretar¨ªa de Derechos Humanos. ¡°Ten¨ªan roles completamente secundarios, sin ning¨²n tipo de responsabilidad. Pero estaban ah¨ª, vieron. Estamos buscando esa informaci¨®n que nos est¨¢ faltando y que sabemos que necesariamente est¨¢. Miles de conscriptos hicieron la colimba en esos a?os. Cada testimonio, uno, dos o cien, vale un mont¨®n¡±, agrega.
Con el regreso a la democracia, hace 40 a?os, en Argentina se form¨® la Comisi¨®n Nacional sobre Desaparici¨®n de Personas (Conadep) para recibir testimonios de v¨ªctimas de la represi¨®n. Poco despu¨¦s empezaron los juicios contra los jefes militares de la dictadura y cinco de ellos fueron condenados. Pero entre 1986 y 1987, se promulgaron dos leyes que imped¨ªan enjuiciar en el pa¨ªs a los represores. Poco despu¨¦s, adem¨¢s, la c¨²pula militar condenada en 1985 fue indultada con el argumento de que era necesaria una ¡°pacificaci¨®n nacional¡±. A partir de 2003, sin embargo, esas leyes fueron declaradas nulas y los juicios, reabiertos. Hasta ahora, 1.179 represores han sido condenados y 15 juicios orales permanecen abiertos.
Las declaraciones de exconscriptos han sido claves en juicios como el de los vuelos de la muerte de Campo de Mayo. En ese caso, la querella se bas¨® en los testimonios de excolimbas para conocer c¨®mo funcionaban los vuelos clandestinos que el ej¨¦rcito hac¨ªa para desaparecer a personas secuestradas arroj¨¢ndolas al mar o al r¨ªo. En julio de 2022, cuatro jefes militares fueron condenados a cadena perpetua en esa causa. M¨¢s recientemente, se dict¨® sentencia en la causa conocida como RIM 6. Los testimonios de excolimbas obligados a vigilar el per¨ªmetro mientras se secuestraba y asesinaba a cinco personas fueron clave para condenar por cr¨ªmenes de lesa humanidad a tres suboficiales del Regimiento de Infanter¨ªa Mecanizada (RIM) de la ciudad de Mercedes.
La campa?a para animarlos a declarar se hizo por primera vez en 2010. En ese momento, se difundi¨® con la consigna: ¡°El servicio militar ya no es obligatorio; el silencio, tampoco¡± a trav¨¦s del programa de televisi¨®n F¨²tbol para Todos ¨Cque ten¨ªa una audiencia masiva porque transmit¨ªa sin codificar los partidos de f¨²tbol de la liga nacional¨C. Uno de los impulsores de la propuesta fue el periodista y abogado Pablo Llonto, que hab¨ªa cubierto para el diario Clar¨ªn el Juicio a las Juntas y que representa ad honorem a 360 familiares de v¨ªctimas y sobrevivientes de la dictadura.
¡°Cuando se reabren las causas, yo ten¨ªa un caso ocurrido el 3 de septiembre de 1976, cuando un grupo de militares asalta una casa de militantes de Montoneros y causa una masacre: matan al pap¨¢, a la mam¨¢, a un nene, a una nena y se llevan a una beb¨¦ de seis meses que todav¨ªa estamos buscando. Ese caso se pudo reconstruir a partir del testimonio de excolimbas que hablaban despu¨¦s de 30 a?os¡±, cuenta por tel¨¦fono Llonto, y explica: ¡°Eso nos permiti¨® comprender que ah¨ª hab¨ªa una fuente de informaci¨®n tremenda. Hubo alrededor de 300.000 colimbas esos a?os, era necesario buscar con una campa?a al que tiene datos¡±.
¡°Ni siquiera el 10% ha declarado¡±
En el comedor de la casa de Capra, junto a ¨¦l, est¨¢ Ricardo Righi, que fue colimba entre 1978 y 1979 en Comodoro Rivadavia, una ciudad fr¨ªa y ventosa de la Patagonia. Los dos viven ahora en la periferia de la ciudad de Buenos Aires, en el municipio de La Matanza, donde este jueves el fr¨ªo hiela. Sobre la mesa, M¨®nica, la esposa de Capra, ha colocado medialunas y caf¨¦ caliente. Righi, de 63 a?os, tiene los anteojos de vidrio grueso y no se ha quitado el abrigo.
?l tambi¨¦n vio situaciones que quiso contar: ¡°En alg¨²n momento me toc¨® hacer guardia en los calabozos. Cuando me mandan, me dicen: el fusil, cargado y sin seguro. No entend¨ªa nada, porque en los calabozos pod¨ªa haber alg¨²n colimba que se hab¨ªa mandado una macana, pero nada m¨¢s. Y me dicen: ¡®Hay una persona detenida que es subversivo; si quiere salir de ah¨ª, usted le dispara¡±. A esa persona secuestrada, Righi la vio tres veces; el detenido le dio una carta con instrucciones de entrega, pero el conscripto la quem¨® por miedo. ¡°Lo llevo como una carga. No s¨¦ qui¨¦n era ni qu¨¦ pas¨® con ¨¦l. Tambi¨¦n soy consciente de que si la hubiera llevado no estoy ac¨¢¡±, cuenta.
Righi y Capra conducen desde hace m¨¢s de 15 a?os un programa de radio que se llama La voz de los colimbas. Desde ah¨ª, ofrecen una mirada cr¨ªtica del servicio militar obligatorio que instruy¨® a miles de j¨®venes en condiciones de violencia y humillaci¨®n, visibilizan los casos de colimbas desaparecidos y llaman a exconscriptos a contar lo que ¡°vieron, oyeron u olfatearon¡±. ¡°Hay miles de testimonios que han ayudado a esclarecer casos de lesa [humanidad], pero entendemos que ni siquiera el 10% ha declarado¡±, dice Righi.
Llonto expresa por tel¨¦fono la premura: ¡°Es la ¨²ltima esperanza de conseguir informaci¨®n¡±. ¡°A esta altura es muy dif¨ªcil encontrar alg¨²n sobreviviente que no haya hablado¡±, afirma el abogado y periodista. ¡°En cambio, en el tema de los colimbas, queda tanto por hacer¡±, agrega. Llonto se?ala que una de las razones por la que exconscriptos no se acercan a declarar es el desconocimiento ¡°de la importancia del dato¡±: ¡°Mucha gente te dice: ¡®Yo ten¨ªa este dato, pero no pens¨¦ que fuera ¨²til, pens¨¦ que era menor, pens¨¦ que ya lo ten¨ªan¡¡±. La otra raz¨®n, contin¨²a, es una mezcla de sentimientos que van desde la culpa al miedo: ¡°Lo not¨¢s cuando viene alguien a declarar y llora y se golpea el pecho y al final del testimonio te dice: ¡®Me saqu¨¦ una carga de encima, me saqu¨¦ una mochila¡±.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.