El final de la era del hielo

Knud Rasmussen, un explorador nacido en 1879 en la costa oeste de Groenlandia, emprendi¨® hace un siglo un viaje en busca de una idea, pese a que ten¨ªa bastantes posibilidades de no sobrevivir a su expedici¨®n. Rasmussen recorri¨® todo el norte del continente americano y, desde Alaska, salt¨® a Siberia: una aventura de 18.000 kil¨®metros durante la que busc¨® costumbres, historias y tradiciones comunes en todos los pueblos que habitaban aquel inmenso mundo helado. Blanca Ortiz Ostal¨¦, traductora y editora del libro de Rasmussen Mitos y leyendas inuit, que public¨® recientemente Siruela, escribe: ¡°Fue una haza?a cultural que demostr¨® su teor¨ªa de que todos los inuits, desde Groenlandia hasta Siberia, eran un solo pueblo que, en la noche de los tiempos, hab¨ªa migrado siguiendo esa misma ruta que ¨¦l hab¨ªa recorrido, pero en sentido inverso¡±.

Aquellos pueblos del gran norte siguen ah¨ª, luchando por sobrevivir en un clima hostil y despiadado que ellos, sin embargo, logran convertir en vida desde hace milenios. Pero ese mundo se est¨¢ esfumando. El hielo en el que viven y encuentran sustento est¨¢ desapareciendo (en los ¨²ltimos 50 a?os se ha fundido el 75% del hielo ¨¢rtico). Una exposici¨®n en el British Museum de Londres, ?rtico. Cultura y clima, celebra la creatividad vital y art¨ªstica, as¨ª como la capacidad para adaptarse de los pueblos del norte, a la vez que muestra el tremendo peligro que corren, porque son la vanguardia del sufrimiento que provoca el calentamiento global, del que depende su existencia.

El final de la era del hielo representa un punto de no retorno para la cultura inuit. Pero se alza sobre todo como una insoslayable advertencia de lo que va a ocurrir en el resto del mundo: una transformaci¨®n radical de los h¨¢bitats que nos rodean, que repercutir¨¢ en todos los aspectos de la vida cotidiana en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Ellos lo sufrir¨¢n primero. ¡°Si en 80 a?os el hielo desaparece del ?rtico, como predicen la mayor¨ªa de los climat¨®logos, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ con esos modos de vida, con esos habitantes del ?rtico que reivindican, como ha expresado la activista inuit Sheila Watt-Cloutier, ¡®el derecho al fr¨ªo¡¯?¡±, escriben Amber Lincoln, Jago Cooper y Peter Loovers en el cat¨¢logo de la exposici¨®n del British. Los pueblos del norte se dividen en 40 culturas principales, que se distribuyen en ocho naciones ¡ªRusia, EE UU, Canad¨¢, Groenlandia (Dinamarca), Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia¡ª y que agrupan a unas 400.000 personas.

Diferentes libros recientes se hacen eco, desde el ensayo, los viajes, la novela o el c¨®mic, del deshielo y de lo que representa para este planeta, desde el ¨²ltimo trabajo del dibujante y reportero Joe Sacco, Un tributo a la tierra (Reservoir Books), hasta el citado volumen que recoge leyendas inuits o un maravilloso recorrido por la historia del fr¨ªo ¡ªCuando los inviernos eran inviernos. Historia de una estaci¨®n (Acantilado), de Bendt Brunner¡ª, pasando por la novela de humor Rompamos el hielo (Seix Barral), de David Safier, o ensayos como La biblioteca del hielo. Un viaje literario por el fr¨ªo (?tico de los Libros), de Nancy Campbell; Un tiempo m¨¢s salvaje. Apuntes desde los confines de los hielos y los siglos (Errata Naturae), de William E. Glassley; Hielo. Viaje por el continente que desaparece (Gatopardo), de Marco Tedesco y Alberto Flores d¡¯Arcais, y 500 a?os de fr¨ªo. La gran aventura del ?rtico (Cr¨ªtica), de Javier Pel¨¢ez.

¡°Me temo que el ?rtico, tal y como lo conocemos y como ha sido durante miles de a?os, est¨¢ tocando a su fin, y con ¨¦l sus ecosistemas, incluido el ecosistema humano de los inuits¡±, explica el climat¨®logo italiano Marco Tedesco. ¡°Recordemos tambi¨¦n que su escritura es bastante reciente. Los inuits ten¨ªan mucha cultura, pero la transmit¨ªan oralmente. La p¨¦rdida de la cultura inuit es un s¨ªntoma de una actitud del ser humano que tiende a destruir lo que no puede controlar, arrasando con todo lo que se pone en su camino. Es triste, pero es un hecho¡±.

Cultura inuit

La exposici¨®n del British Museum no solo lamenta la amenaza que se cierne sobre los pueblos del norte, sino que tambi¨¦n celebra su inmenso ingenio y su capacidad para sobrevivir en un entorno en el que todo puede convertirse en una trampa mortal. Signo de los tiempos, la muestra ha tenido una existencia muy accidentada: su inauguraci¨®n estaba prevista para la primavera y se retras¨® hasta el 22 de octubre. Ahora el museo ha cerrado por el confinamiento parcial en el Reino Unido, aunque est¨¢ previsto que vuelva a abrir en diciembre. Sin embargo, el cat¨¢logo, Artic. Culture and Climate (Thames & Hudson), es un magn¨ªfico compendio ilustrado del arte y los modos de vida de los pueblos del ?rtico, desde la prehistoria hasta sus creadores contempor¨¢neos. Porque la cultura inuit sigue viva y se ha adaptado a un mundo cambiante: los temas se mantienen ¡ªpor ejemplo, la profunda relaci¨®n con los animales¡ª, pero las nuevas formas de expresi¨®n est¨¢n abiertas a todo tipo de influencias.

Pero el cambio clim¨¢tico no es lo ¨²nico que amenaza el modo de vida de estos pueblos. Cuando viaj¨® al norte de Canad¨¢ para dibujar Un tributo a la tierra, Joe Sacco no solo buscaba el efecto que el cambio clim¨¢tico tiene sobre aquellos que lo viven en primera l¨ªnea, sino que tambi¨¦n quer¨ªa investigar los desmanes de las grandes compa?¨ªas mineras y petroleras. Describe localidades perdidas que parecen pueblos del Viejo Oeste, azotados por el alcoholismo y con muchos j¨®venes que se mueven en una peligrosa tierra de nadie porque ya no pertenecen a su cultura tradicional, pero tampoco son capaces de adaptarse a la nueva.

Pieles, petr¨®leo y ballenas

El ?rtico ha sido una obsesi¨®n de las potencias occidentales desde la era de los descubrimientos por dos motivos: primero, para encontrar un paso que permitiese llegar desde Occidente a Asia mucho m¨¢s r¨¢pidamente; segundo, por la miner¨ªa, el petr¨®leo, la pesca y las pieles. Adem¨¢s de viajes desastrosos, como el de Franklin, y de todo tipo de aventuras insensatas, el periodista Javier Pel¨¢ez describe en 500 a?os de fr¨ªo el motivo que movi¨® a muchos exploradores a entrar en el terreno infinito del hielo. ¡°En el ?rtico no se ha dado esa b¨²squeda rom¨¢ntica que ha podido impulsar otras grandes exploraciones¡±, explica. ¡°El motivo era econ¨®mico hasta finales del siglo XIX. Luego hubo un sentimiento nacionalista, sobre todo entre suecos y noruegos. Pero la mayor¨ªa de las expediciones ten¨ªan un objetivo comercial o econ¨®mico¡±.

En todos estos libros, el hielo, la nieve, el fr¨ªo son seres vivos. Impacta cuando Javier Pel¨¢ez describe todos los sonidos y crujidos de la madera de los barcos conforme se adentraban en los mares helados. Marco Tedesco explica as¨ª la sensaci¨®n que produce pasar una noche sobre la tierra helada: ¡°Causa mucha impresi¨®n dormir sobre algo tan poderoso como el hielo. Me imagino el hielo como un elefante que puede destruirnos en un abrir y cerrar de ojos y que ha tardado miles y miles de a?os en configurarse. En comparaci¨®n, nosotros somos tan diminutos en el espacio y en el tiempo¡­¡±.

En cierta medida, la historia de la humanidad consiste en aprender a convivir con el fr¨ªo. ¡°Los inviernos invitan a detenerse, a repasar las cosas una vez m¨¢s, o tal vez solo a concentrarse en lo esencial. El invierno muestra nuestras limitaciones y nos revela lo vulnerables que somos¡±, escribe el ensayista alem¨¢n Bernd Brunner en Cuando los inviernos eran inviernos. Describe los salvajes fr¨ªos de la Peque?a Edad de Hielo, que congel¨® el hemisferio occidental entre los siglos XV y XVIII. Relata por ejemplo el invierno entre 1708 y 1709, tal vez el m¨¢s fr¨ªo de la historia: ¡°La fauna salvaje se congelaba, las aves peque?as mor¨ªan por millones. Se cuenta que las crestas de los gallos se helaban y ca¨ªan al suelo; los ¨¢rboles, incluso los robles, por lo general muy resistentes, reventaban literalmente¡±. Al igual que muchos cient¨ªficos, explica que la crisis clim¨¢tica que padecemos no har¨¢ que los inviernos sean menos fr¨ªos, sino m¨¢s imprevisibles: puede hacer mucho m¨¢s calor en agosto y mucho m¨¢s fr¨ªo en febrero. Sin embargo, el ?rtico es una excepci¨®n. All¨ª el calentamiento es una constante.

El antrop¨®logo Peter Loovers, uno de los comisarios de la exposici¨®n del British, explica: ¡°De mi trabajo de campo con los gwich¡¯in en Canad¨¢ aprend¨ª que, desde los a?os cuarenta, los sue?os prof¨¦ticos de los ancianos advierten sobre una gran transformaci¨®n en el mundo¡±. ¡°Aunque hablar de su final puede ser demasiado fuerte, el cambio clim¨¢tico pone a prueba las estrategias que los pueblos del norte han utilizado para sobrevivir durante milenios¡±. Lo que para una parte del planeta es el futuro, para ellos es el presente. Y, si no se frena, el gran deshielo provocar¨¢ un efecto en cascada en todo el planeta. Despu¨¦s de su viaje a Groenlandia para escribir Un tiempo m¨¢s salvaje, el ge¨®logo William E. Glassley concluye: ¡°Las vidas que all¨ª se viven ¡ªlas de todas las especies¡ª merecen nuestro reconocimiento y nuestro respeto; la tierra, nuestro asombro, nuestras artes, nuestros sue?os¡±. Un sue?o que, ahora, est¨¢ a punto de romperse.