Bach y Hindemith, la tarde de la melancol¨ªa
En la conferencia que le dedic¨® en su bicentenario, el m¨²sico alem¨¢n explica por qu¨¦ el compositor barroco termin¨® abocado al silencio
Uno hubiera dado lo que fuera por estar aquella tarde en la Bachfest de Hamburgo. Era un 12 de septiembre de 1950. Paul Hindemith pronunciaba una conferencia, pero no se trataba de una disertaci¨®n al uso. El motivo de ese encuentro era el segundo centenario de la muerte de Bach. Memorar, evocar, pero tambi¨¦n propiciar el acercarse sin prejuicios ni exaltaciones a una figura tan deslumbrante y ¨²nica como la de Bach. Hinde?mith pod¨ªa hacerlo del modo m¨¢s leg¨ªtimo, porque ¨¦l, al igual que su m¨²sica, vivi¨® sin sujeci¨®n a los dogmas de su tiempo, y si alguna vez se acerc¨® a ellos lo hizo sin convencimiento. Esta es la raz¨®n por la que a este maestro excepcional se le situ¨® en tierra de nadie. Su reacci¨®n antirrom¨¢ntica, el desdecirse del expresionismo, el adentrarse en la atonalidad, para despu¨¦s apartarse de los que consideraba caminos cerrados y dirigirse hacia un particular neoclasicismo, le vali¨® la deslegitimaci¨®n de parte de una intelectualidad seducida por la novedad a costa de lo que fuera. De ah¨ª surgieron, como sabemos, muchos espejismos que han ocupado la reciente historia del arte.
Cuando se piensa en Hindemith es f¨¢cil que venga a la memoria Otto Dix, un pintor crucial que pas¨® por diversos estilos hasta conseguir una pintura moderna y a la vez inteligible. Ambos pertenecieron a la llamada Nueva Objetividad, en la que cupieron muchas cosas, es verdad, pero que, en el caso de Hindemith y Dix, los hermanaba en un realismo cuyo prop¨®sito, entre otras cosas, era zafarse del cepo de una subjetividad rom¨¢ntica que lo hab¨ªa invadido todo. No es un azar que la sinfon¨ªa Mathis der Maler y la ¨®pera de ese mismo t¨ªtulo de Hindemith, cuyo protagonista es el pintor Matthias Gr¨¹newald, coincidan en el tiempo con el Tr¨ªptico de la guerra, una obra central de Dix inspirada en el imponente Retablo de Isenheim, del mencionado Gr¨¹newald, cuyo trazo produce todav¨ªa una sacudida en la conciencia.
En un admirable pr¨®logo, Luis Gago sit¨²a de manera precisa la po¨¦tica de Hindemith y la vertebraci¨®n de su m¨²sica bajo la huella bachiana. La suya no fue una deuda, sino un adscribirse de manera muy consciente a un lenguaje que entiende del infinito, por utilizar una expresi¨®n de Leibniz. Aquella charla de 1950, tan audaz en lo musical y llena de sentido com¨²n, tuvo, entre muchos, un momento de especial luminosidad. A la pregunta de por qu¨¦, en los ¨²ltimos a?os, Bach redujo el n¨²mero de composiciones para refugiarse en su silencio y en la escritura de una m¨²sica escrita para su propio mundo, Hindemith responde que la causa se debi¨® a lo que llam¨® la ¡°melancol¨ªa de la capacidad¡±, en contraposici¨®n de la ¡°melancol¨ªa de la impotencia¡±, que es la que Nietzsche atribuye a Brahms, pero tambi¨¦n a s¨ª mismo como fil¨®sofo, en una carta dirigida a Wagner en 1873.
La ¡°melancol¨ªa de la capacidad¡± es la que siente quien ha llegado a una cima inaccesible, ¨²nica, solo a ¨¦l reservada. La melancol¨ªa que ensombreci¨® a Bach no fue causa de ¡°una disminuci¨®n senil de su energ¨ªa creativa¡±, dice Hindemith. Se trataba de otra cosa, no solo del abatimiento por el paso del tiempo, sino tal vez de una ¨ªntima percepci¨®n, secreta en lo hondo, de que ya no es posible ¡°ascender m¨¢s¡±. Y, en cambio, esa m¨²sica ¨²ltima y recogida, convertida en puro pensamiento, es de una amplitud y perfecci¨®n inalcanzables, inteligencia pura. A veces, la melancol¨ªa es el pago de un final l¨²cido. No es casual que en su biblioteca Bach tuviera un libro de Pfeiffer titulado Antimelancholicus. Qu¨¦ gratitud, pues, ante la edici¨®n y traducci¨®n de este tesoro de Hindemith.
¡®Johan Sebastian Bach. Una herencia obligatoria¡¯.
Autor: Paul Hindemith. Pr¨®logo y traducci¨®n de Luis Gago.
Editorial: Tres Hermanas, 2020.
Formato: 72 p¨¢ginas. 14 euros..
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