El ata¨²d y la cuna
La Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico presenta una puesta en escena caudalosa y fidedigna de la tragedia de Calder¨®n, dirigida por Xavier Albert¨ª
Un espect¨¢culo caudaloso, fidedigno, esencial, sobre la transitoriedad de las cosas y la perseverancia humana, dirigido por Xavier Albert¨ª e interpretado por la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico. Con 29 a?itos, Pedro Calder¨®n anticip¨® en El pr¨ªncipe constante alguna de las melod¨ªas que poco despu¨¦s retomar¨¢ en La vida es sue?o, obras ambas orquestadas en torno al tema de la confianza en el libre albedr¨ªo. Fernando, pr¨ªncipe de Portugal, protagonista de esta tragedia, escoge seguir siendo prisionero del rey de Fez, cuando este le ofrece su libertad a cambio de que Ceuta, conquistada en 1415 para la corona lusa por su hermano Enrique el Navegante, le sea entregada. Duarte, rey portugu¨¦s, acepta el canje, pero Fernando prefiere seguir preso porque se pone en la piel de los cristianos ceut¨ªes y no quiere o¨ªr muecines donde ahora suenan campanas.
El infante portugu¨¦s soporta la tortura y las privaciones a las que su captor le somete, con fe que debe ser entendida en sentido amplio (fe en un Dios justo, pero tambi¨¦n en s¨ª mismo): est¨¢ profundamente convencido de que su decisi¨®n, que tanto le perjudica, es la que conviene, haciendo abstracci¨®n de s¨ª mismo. Calder¨®n conduce la acci¨®n dram¨¢tica con di¨¢logos claros, pict¨®ricos, en cuyo curso encadena im¨¢genes luminosas, certeramente pinceladas en este espect¨¢culo por un grupo de int¨¦rpretes muy bien orquestado. Goethe, en su espectacular montaje de El pr¨ªncipe constante en Weimar, en 1811, marc¨® a su elenco, batuta en mano, crescendos y decrescendos musicales, cual director filarm¨®nico. Albert¨ª debe haber sujetado los brazos de sus actores, porque, en contra de lo que suele verse hoy en los escenarios espa?oles, ninguno hace aspavientos que pudieran distraer de lo que est¨¢n diciendo. En su montaje el verso suena di¨¢fano y las im¨¢genes po¨¦ticas se abren paso franco. La contenci¨®n de los int¨¦rpretes realza el contenido. Junto a ellos, un cuarteto de cuerda pulsa sus instrumentos y hace las veces de coro mudo.
El escen¨®grafo Lluc Castells crea un espacio abstracto, un arenal con un muro terroso inmenso como tel¨®n de fondo, espacio simb¨®lico ideal para que se produzcan los cruces de armas, los contrastes de ideas y los desencuentros amorosos caracter¨ªsticos de esta pieza. Todo su reparto merece menci¨®n, pero muy especialmente Beatriz Arg¨¹ello, por la presencia cierta de su F¨¦nix; Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez, por la claridad con la que hace llegar el contenido de las extensas tiradas de texto de Muley, y ?lvaro de Juan, que confiere al rey Alfonso una convicci¨®n moral, una determinaci¨®n y una autoridad memorables. Llu¨ªs Homar interpreta a Fernando con las mismas fe, entrega y disciplina con las que este asume su nueva condici¨®n de esclavo: a cuanto dice, le imprime la elevaci¨®n suma que la poes¨ªa de Calder¨®n tiene y que en esta puesta en escena vigorosa llega con musicalidad plena. Espl¨¦ndido tambi¨¦n el gracioso Brito, que Jorge Varandela interpreta a contrapelo, estiliz¨¢ndolo, d¨¢ndole giros y movimientos de bailar¨ªn.
El pr¨ªncipe constante. Texto: Pedro Calder¨®n de la Barca. Direcci¨®n: Xavier Albert¨ª. Teatro de la Comedia. Madrid. Hasta el 10 de abril.
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