Sonetos de barro y cuerpo
Pablo Neruda solo quiere cantarle a la mujer que ama y la poes¨ªa es ¨²nicamente el instrumento que le ayuda a lograrlo. Es as¨ª como nace la certeza entre los versos, la verdad m¨¢s absoluta, la perfecci¨®n de lo imperfecto
El fuego se consume, pero de ¨¦l queda la ceniza y el humo. Del amor, que tambi¨¦n desaparece, queda la herida o el recuerdo. Algo as¨ª ocurre con la obra de Pablo Neruda. Uno la lee ¨¢vido, sabedor de que en sus manos guarda uno de los secretos m¨¢s codiciados de la poes¨ªa, ese savoir-faire que solo tienen los que no presumen, y cuando la palabra termina la magia sucede: queda la poes¨ªa.
Cuando uno lee al poeta, ve al hombre, y eso es algo que solo consigue quien est¨¢ dispuesto a librarse de los artificios m¨¢s manidos, de los adjetivos m¨¢s excelsos, de los ripios m¨¢s formales. Neruda solo quiere cantarle a la mujer que ama y la poes¨ªa es ¨²nicamente el instrumento que le ayuda a lograrlo. Es as¨ª como nace la certeza entre los versos, la verdad m¨¢s absoluta, la perfecci¨®n de lo imperfecto, uno de los poetas m¨¢s importantes de la historia de la literatura.
Como lectora de poes¨ªa, agradezco al escritor que me hace part¨ªcipe de su amor y no me lo muestra desde una atalaya inalcanzable o una palabra incomprensible
Este volumen se ofrece como un abrazo apretado entre dos amantes. A veces, cuando cae el sol y bailo en el sal¨®n de casa con quien escoge mis canciones, mi perro consigue adentrarse en el escaso hueco que queda entre nuestras rodillas y baila con nosotras. As¨ª intuyo a los lectores de este libro: no somos testigos, somos participantes de la m¨²sica que sale de los labios de Neruda al pensar en los labios de Matilde. Sabemos a qu¨¦ huele el cabello de la musa del chileno y somos capaces de imaginarlo tejiendo esas palabras, con el nervio del que sabe que nunca ser¨¢n suficientes porque el amor est¨¢ por encima de todo esto. Bailamos con ellos. Formamos parte del movimiento de su danza. Como lectora de poes¨ªa, agradezco al escritor que me hace part¨ªcipe de su amor y no me lo muestra desde una atalaya inalcanzable o una palabra incomprensible. Reconozco la maestr¨ªa al hacer sencillo algo tan complejo como es la emoci¨®n m¨¢s nombrada a lo largo de los siglos.
Cien sonetos de amor est¨¢ dividido en cuatro partes. Como una suerte de organizaci¨®n metaf¨®rica, el poeta escoge cuatro de las palabras m¨¢s amplias de nuestro idioma para resumir su emoci¨®n: ¡°ma?ana¡±, ¡°mediod¨ªa¡±, ¡°tarde¡± y ¡°noche¡±. De esta forma, el amor queda narrado a lo largo de un d¨ªa y la sensaci¨®n del lector es la misma que la del que sue?a: ma?ana comenzar¨¢ todo de nuevo. Porque as¨ª es el amor: una emoci¨®n c¨ªclica que nunca termina, solo va cambiando de forma y lugar.
En la primera parte, ¡°Ma?ana¡±, encontramos los sonetos al amor m¨¢s puro, se muestra un sentimiento correspondido en el que todo es f¨¢cil y sencillo y el verso es un rayo de luz que parte las dudas a la mitad. En ¡°Mediod¨ªa¡±, el sol se aten¨²a y hay b¨²squeda, y tambi¨¦n hay huida, motas de nostalgia que entrecierran los ojos del lector. Con ¡°Tarde¡± el sol cae, y con la oscuridad aparecen los temores, las sombras, el sufrimiento, las envidias de otros, el amor que no se comprende, pero al que siempre se acude para encontrar consuelo. Finalmente, en ¡°Noche¡± el poeta descansa, encuentra paz al final del d¨ªa, la calma que trae la pasi¨®n m¨¢s pura, piensa sobre la muerte y las despedidas y proyecta de nuevo su amor luminoso en el futuro que a¨²n no sucede.
Existe algo m¨¢gico y propio en la poes¨ªa de Neruda. Si escribe ¡°pan¡±, el hambre nace como por arte de magia, pero no en el est¨®mago sino en el coraz¨®n, donde germina con la lentitud de las semillas m¨¢s centenarias. Las manos segregan saliva que se transforma en palabras, los pulmones se hinchan y la boca se abre dispuesta a saborear el aroma a le?a de los besos que se quieren. Las ¡°legumbres¡± de Neruda son peque?os fogonazos en la inmensidad de un abecedario. El modo en el que escribe ¡°madera¡± es una caricia a las arrugas que deja el tiempo en su pecho. Neruda escribe sobre el amor desde la base: para ¨¦l el cuerpo es un trozo de tierra, una ra¨ªz a la que abrazarse. Mediante la observaci¨®n y la cotidianidad, su poes¨ªa hace ese movimiento: del cuerpo a la tierra y vuelta a empezar, como la misma vida.
Neruda habla de la miseria del Sur y de los pueblos m¨¢s pobres, presenta las regiones m¨¢s fr¨ªas como lugar de nacimiento de la mujer a la que dedica su obra
En los sonetos de amor tambi¨¦n hay espacio para otros temas, a priori, menos luminosos, pero los cuales ¨¦l exprime hasta iluminar el poema. Neruda habla de la miseria del Sur y de los pueblos m¨¢s pobres, presenta las regiones m¨¢s fr¨ªas como lugar de nacimiento de la mujer a la que dedica su obra. Escribe sobre su hambre, sobre el barro de una infancia sin sustento, sobre una vida de pobreza y convierte todo esto en un motivo m¨¢s por el cual la elige de nuevo.
Si algo me deslumbra de Cien sonetos de amor es la capacidad del autor para hablar sin tapujos sobre la oscuridad de su mundo. Me gustan los poetas que eluden caer en generalidades y se atreven a confesar los mayores temores y secretos en el papel, pero no esos que todos conocemos o intuimos, sino los que duermen con sobresalto en la espina dorsal, los que eludimos en poemas de amor, los que solo se reflejan en los espejos y en los mejores versos. Neruda no lo duda y as¨ª lo muestra: no ama la pureza de Matilde, no escoge la majestuosidad de su movimiento ni el origen de todos los fuegos. ?l ama su parte salvaje, los rincones silvestres de una anatom¨ªa cincelada bajo la tierra, ah¨ª donde no llega la luz. Es precisamente esa oscuridad la que Neruda recibe como ¨²nico s¨ªmbolo de claridad. En esa contraposici¨®n est¨¢ el significado de la poes¨ªa del chileno.
Les aseguro que no est¨¢n ante otro poemario de amor m¨¢s. Es evidente que es uno de los libros m¨¢s importantes de la literatura, sin duda. Est¨¢ m¨¢s que claro que no se trata de un nuevo talento ni de un cl¨¢sico olvidado. La poes¨ªa de Neruda est¨¢ viva y es palpable. Pero yo les voy a pedir una cosa: su olvido. Olviden el apellido de quien lo firma. Olviden la pureza de los versos m¨¢s cl¨¢sicos. Olviden la poes¨ªa que entorpece. Olviden las portadas reconocibles, las cr¨ªticas remuneradas, los p¨¢rrafos eternos de los libros de texto, las colecciones que acumulan polvo en las estanter¨ªas. Olviden este pr¨®logo. Olv¨ªdense de todo eso y visual¨ªcense como acompa?antes. Est¨¢n ante el amor versado de un hombre por una mujer. Solo eso. Nada m¨¢s que eso. As¨ª que hagan honor a la emoci¨®n m¨¢s escrita del universo y entren en este libro como solo debe hacerse: con el impulso de los huracanes, con la verdad de los cristales, dispuestos a reconocer los entresijos del amor ¡ªbenditos rincones olvidados¡ª que solo un buen poeta, como Pablo Neruda, es capaz de definir.
Elvira Sastre es poeta, escritora y traductora. Este texto es el pr¨®logo de la nueva edici¨®n de Cien sonetos de amor, de Pablo Neruda, que Austral Poes¨ªa publica con motivo del D¨ªa de la Poes¨ªa, que se celebra este domingo 21.
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