Cumbia, el ¡®blues¡¯ de Latinoam¨¦rica
Una lista de canciones para explorar el g¨¦nero desde Andr¨¦s Landero a mediados del siglo pasado hasta sus cruces con la psicodelia o la electr¨®nica
Con permiso del son, la cumbia podr¨ªa calzarse sin muchos problemas la corona de ¡°blues de Latinoam¨¦rica¡±. Un sonido matriz, inventado por esclavos, vers¨¢til y cargado de un poderoso componente ritual y comunitario que se expande y ramifica por otros g¨¦neros. El cord¨®n materno arranca en los tambores y las danzas negras del Caribe colombiano, se mezcla con m¨¢s percusi¨®n ind¨ªgena y vientos europeos. La f¨®rmula viaja a los suburbios mexicanos convertida en baladas rom¨¢nticas o en pegajosas letan¨ªas. Como a un im¨¢n, tambi¨¦n se le pega la psicodelia en el altiplano andino, la marimba en Centroam¨¦rica, se baila en Ecuador, en Venezuela y desde hace unos a?os hasta en las fiestas electr¨®nicas de gente exquisita sin haber salido tampoco de las villas miseria de Argentina. La cumbia siempre girando en espiral.
Andr¨¦s Landero, El Hijo del Pueblo y Rey del Acorde¨®n, es uno de los padrinos de la ¨¦poca dorada de la cumbia colombiana. Hecha por y para migrantes en un Caribe, los a?os 30 y 40, donde las costas empezaban a vaciarse rumbo a las f¨¢bricas de las ciudades. En Perd¨ª las abarcas, Landero escucha una cumbia y pierde a sus amigos, el trago y hasta las sandalias y el sombrero por una mujer. El Rey del Acorde¨®n a vueltas con dilema de siempre: ?arte apol¨ªneo o dionisiaco? Lisandro Mesa echa de menos su ¡°sabana hermosa metida en la cordillera¡±, siente ¡°la nostalgia como una l¨¢grima que se escapa¡±. La cumbia como flecha y como ancla.
La m¨²sica del desarraigo lleg¨® a Monterrey, el pulm¨®n industrial y blanco de M¨¦xico, en la mochila de los migrantes mestizos de los Estados rurales. Durante a?os mand¨® la ortodoxia del acorde¨®n por toda la zona norte mexicana: ¡°Esto se va a los dos Laredos, Monclova, Saltillo y mi lindo Monterrey¡±, canta con voz de ultratumba el Munra en Al ritmo del tambo. En el antiguo DF estalla la cumbia rom¨¢ntica, con Los ?ngeles Azules como capos, y los sonideros ¨Dfiestas ambulantes al estilo de los soundsystem jamaicanos¨D se derraman por todo el pa¨ªs. De vuelta a Monterrey, el heredero mexicano del Rey del Acorde¨®n, Celso Pi?a, puso la cumbia en la ¨®rbita global con una canci¨®n atravesada por las primeras mutaciones contempor¨¢neas: Cumbia sobre el r¨ªo, nominada en 2001 a los Grammy Latinos y con uno de los v¨ªdeos estrella de MTV en una ¨¦poca en la que el mercado babeaba ante aquello del World Music.
Antes, en los 60, la cumbia ya se hab¨ªa contagiado de la psicodelia anglosajona y su cruce con las tradiciones prehisp¨¢nicas de la Amazonia y la meseta andina. Otro caleidoscopio migrante que baj¨® las guitarras con delay de las monta?as y la selva hasta ciudades como Lima, donde le pusieron el nombre de chicha. Los Destellos fueron de los primeros en probar ese fermentado andino de San Francisco con Caribe. Aunque lo lis¨¦rgico siempre ha estado rondando, quiz¨¢s por su base r¨ªtmica circular a modo de loop. Ah¨ª est¨¢n las cumbias rebajadas, inventadas de rebote en los 90 por Sonido Due?ez. La erosi¨®n de su viejo tocadiscos convirti¨® el alegre sonido colombiano en una letan¨ªa grave y espesa. Spotify solo tiene alg¨²n remedo actual de aquellas travesuras. Si quieren ejemplos m¨¢s rigurosos, busquen aqu¨ª o aqu¨ª.
Las conexiones subterr¨¢neas con el dub y otros arcanos de la protoelectr¨®nica fueron la puerta de entrada para productores contempor¨¢neos que en los ¨²ltimos a?os le han dado a la cumbia un barniz cool. En la lista se amontonan el brit¨¢nico El B¨²ho, el franco-ecuatoriano Nicola Cruz o el argentino El Remol¨®n y toda la artiller¨ªa del sello ZZK. La cumbia ha sido tambi¨¦n una de las bandas sonoras de Argentina. Desde las orquestas tropicales durante los a?os de esplendor econ¨®mico hasta la cumbia guerrera y picaresca fundada por los olvidados durante sus crisis interminables. Como El pibito ladr¨®n, de Pibes Chorros, que ¡°con tan solo quince a?os / y cinco de alto ladr¨®n, / con una caja de vino / de su casilla sali¨®¡±.
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