Un jard¨ªn contra la muerte
Afectada por una enfermedad incurable, Pia Pera relat¨® en este libro sabio y vitalista la evoluci¨®n de su cuerpo y la de las plantas a las que dedic¨® todas sus fuerzas
El t¨ªtulo de este libro est¨¢ tomado de un verso de Emily Dickinson, pero debi¨® haberse titulado El jardinero y la muerte. Pia Pera estudi¨® en la Universidad de Tur¨ªn, hizo un doctorado en Historia de Rusia en la Universidad de Londres y ense?¨® literatura rusa en la Universidad de Trento, pero un d¨ªa renunci¨® a todo para hacerse cargo de una finca en la que hizo crecer un jard¨ªn muy especial: estaba lleno de plantas silvestres sembradas por el viento y los p¨¢jaros; adem¨¢s se ocup¨® de traer ¨¢rboles y plantas de flor para crear una especie de amalgama vegetal libre entre senderos.
Pia no se hab¨ªa retirado a su jard¨ªn por capricho o por cansancio sino por necesidad: se le hab¨ªa manifestado una enfermedad incurable de la motoneurona. Vivir¨¢, pero por un tiempo medido. Condenada a una inmovilidad progresiva, descubre una hermosa y vivificante verdad: que tanto ella como las plantas de su amado jard¨ªn est¨¢n fijadas a la tierra. La inmovilidad se convierte en una vivencia com¨²n. La imagen es bella y fuerte, y ofrece un sentido muy poderoso de la supervivencia y, sobre todo, carga de valor germinativo su existencia y, naturalmente, su escritura.
De entre los numerosos libros que vienen dedic¨¢ndose a los jardines, ¨¦ste es de los m¨¢s originales. Sin embargo, aun siendo una celebraci¨®n del jard¨ªn, es mucho m¨¢s que eso. Un d¨ªa Pia Pera comprende que, a su muerte, el jard¨ªn acabar¨¢ por desaparecer, es decir, morir¨¢ con ella, lo cual la entristece, pero tambi¨¦n le hace comprender lo poderosa, expresiva y sugerente que es la imagen. En realidad, el libro es una dura, dificultosa y entusiasta conversaci¨®n entre la jardinera y la muerte.
Hoy en d¨ªa, el asunto de la muerte no es plato de gusto de los lectores, los desanima, pero este libro es una narraci¨®n fascinante
Hoy en d¨ªa, el asunto de la muerte no es plato de gusto de los lectores, los desanima, pero el relato de gratitud a la vida que narra esa especie de conversaci¨®n vital entre esta extraordinaria mujer y su no menos extraordinario jard¨ªn es una narraci¨®n fascinante: la de la belleza y el poder de la resistencia a la muerte.
¡°?De verdad es natural pensar en el m¨¢s all¨¢? ?O es solo la en¨¦sima preocupaci¨®n? Vale, estoy muriendo poco a poco. Como todo. Solo que ahora me veo obligada a ser consciente porque no tengo las fuerzas de antes¡±. Pero la vivencia de Pia es estimulante siempre: ¡°No me hab¨ªa dado cuenta hasta ahora. Mi felicidad en el jard¨ªn era sincera, pero estaba minada por una sensaci¨®n de falta de plenitud. Ahora me siento acogida de nuevo. El jard¨ªn, desatendido durante un tiempo, casi perdido para luego reencontrarlo cuando lo necesitaba, imagen en miniatura de la creaci¨®n, se confirma como mi ¨²nica relaci¨®n duradera, profunda y gratificante posible¡±.
Pia va siendo cada vez m¨¢s dependiente y ni la tristeza ni la lucidez la abandonan porque busca y desea la paz. ¡°El jard¨ªn tambi¨¦n se est¨¢ deteriorando: todo crece sin control, se va disipando su dise?o por discreto que fuera¡±. Al t¨¦rmino del libro se encuentra ya en una silla de ruedas el¨¦ctrica. Entonces unos versos de Stevenson se identifican con su vaiv¨¦n entre el adi¨®s y el deseo de seguir viviendo y con su inocente vuelta al inicio de la vida: ¡°Me levanto de noche en invierno / y a la luz de la vela me peino. / Pasa justo al rev¨¦s en verano: / tengo que irme a la cama temprano. / Tengo que irme a la cama y ver / pajarillos saltando en el ¨¢rbol / o escuchar de adultos los pies / que en las calles siguen paseando. / Y ?no os parece muy injusto / que con este cielo azul y puro, / cuando jugar¨ªa de buen grado, / tenga que irme a la cama temprano?¡±.
A¨²n no se lo he dicho a mi jard¨ªn
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.