Apuntes para un guion de Armon¨ªa Somers
La editorial P¨¢ginas de Espuma publica los cuentos completos de la escritora uruguaya. Entre ellos se encuentra un esbozo para un guion cinematogr¨¢fico que la propia autora bas¨® en su cuento ¡®Muerte por alacr¨¢n¡¯. Babelia adelanta sus primeras p¨¢ginas
Apuntes para un guion cinematogr¨¢fico
CAMIONEROS EN LA CARRETERA
El viaje de dos camioneros en la carretera se desarrolla en un tren mon¨®tono, con alguna que otra de las incidencias ruteras de siempre. Los hombres transpiran, detalle muy importante, en primer t¨¦rmino porque el verano est¨¢ presente a lo largo de toda la acci¨®n, y, en un plano subjetivo, por el papel que juega lo que podr¨ªamos llamar la Amenaza de ese mismo trozo de verano, que es la carga de le?a habitada por ?alguien? que transportan los individuos. De pronto, la voz de uno de ellos rompe el silencio.
Camionero 1
¨C?Me lo vengo preguntando y no encuentro respuesta: ?A qu¨¦ tanto combustible bajo un sol que ablanda los sesos?
Camionero 2
¨CPorque los ricos son as¨ª, no te calientes por tan poco, que ya tenemos de sobra, con los cuarenta y nueve del term¨®metro, viejo¡
AMBOS CAMIONEROS
Camionero 1, a un Volkswagen:
¨C?And¨¢ a hacerte hervir, cabeza de ropero!
Camionero 2, a un Jeep:
¨C?Por qu¨¦ no vas a manejar autitos al parque de diversiones?¡
Y ya no hablaron m¨¢s por un rato, salvo los dichos brutales lanzados a los conductores de peque?os veh¨ªculos que no se arredran ante la primac¨ªa del gran transporte, o sobre el tama?o de la v¨ªbora atravesada en el camino que seguir¨¢ viviendo si no se le pis¨® la cabeza. Se cuida mutuamente del sue?o que produce la raya. Sacan la botella de algo fuerte y beben por turno, contravienen, entretanto, las advertencias camineras como si hubiese que hacer al rev¨¦s lo aconsejado. De repente, surge a lo lejos una casa de varias chimeneas de imponente aspecto. Los techos de la gran mansi¨®n, en distintos planos inclinados, dan la impresi¨®n de quebrar el aire, la profusi¨®n de chimeneas es capital en el juego de los acontecimientos. Indica no solo opulencia sino previsi¨®n: tambi¨¦n puede servir como refugio de invierno una casa de veraneo.
Camionero 2
¨CYa te lo dec¨ªa, son ricos y no se les escapa nada. Vendr¨¢n tambi¨¦n en el invierno y desde ya se est¨¢n atiborrando de le?a seca para las estufas, no sea cosa de dejarse madrugar por nadie, ni siquiera las primeras lluvias del oto?o¡
Camionero 1
(Sac¨¢ndose el sudor entre los dedos) ¨CY a m¨ª no ha dejado de punzarme el hijo de perra durante todo el viaje. Con cada sacudida en los malditos baches, me ha dado la mala espina de que el alacr¨¢n aquel que se meti¨® entre las astillas al cargar me eleg¨ªa como candidato¡
Camionero 2
(Brutalmente) ¨C?Acabar¨¢s con el asunto? Para tanto como eso hubiera sido mejor renunciar al viaje cuando lo vimos esconderse entre la le?a¡ Como un trencito de juguete (se?ala en el aire la marcha sinuosa de un convoy), y capaz de meterse en el t¨²nel del espinazo¡
El Camionero 1 se restriega con terror contra el respaldo. Todo su ser parece invadido contra el falso aire desaprensivo del otro.
Camionero 1
¨CHubi¨¦ramos largado todo al diablo en ese momento.
Camionero 2
¨CPero agarramos el trabajo ?no? Entonces, con alacr¨¢n y todo, tendremos que descargar. Y si el bicho nos encaja su podrido veneno, paciencia. Se revienta de eso y no de otra peste cualquiera; costumbre zonza la de andar eligiendo la forma de estirar la de matar hormigas.
CAMIONEROS EN LA MANSI?N
El conductor aminora la marcha al llegar al cartel indicador con una flecha: Villa Las Thereses. Entrada. Pone el motor en segunda y empieza a subir la rampa de acceso al edificio, meti¨¦ndose como una oruga entre dos extensiones de c¨¦sped tan rapado, tan sin sexo que parece m¨¢s bien un afiche de turismo. Dos perros enormes salen al aire.
Ladridos insistentes.
Nueva flecha indicadora: Servicio. M¨¢s c¨¦sped sofisticado como de tapicer¨ªa. Hasta que surge el Mayordomo, seco, elegante y duro con expresi¨®n herm¨¦tica de candado como paro, un arc¨¦n de estilo.
Mayordomo
(Se?alando como lo har¨ªa un director de orquesta hacia los violines) ¨CPor aqu¨ª. Voy a traer los canastos.
Los camioneros se miran con toda la inteligencia de sus kil¨®metros de vida. Uno de los perros ha descubierto algo en la rueda del cami¨®n, huele minuciosamente y levantando la pata orina. Justo cuando el segundo perro deja tambi¨¦n su peque?o arroyo, que el sol y la tierra se disputan como estados lim¨ªtrofes, los hombres saltan cada cual por su puerta, encamin¨¢ndose a la parte posterior del veh¨ªculo. Nueva entrada en escena del Mayordomo. Los Camioneros vuelven a entenderse con una mirada. La mirada parece de pronto adquirir la inmensidad emocional de una despedida. Pero eso durar¨¢ poco. Cuando el Mayordomo entrega los dos grandes cestos, aquellos individuos que han sufrido el uno por el otro ya no est¨¢n a la vista. Son el par de camioneros vulgares que arrebatan al hombre los cestos de las manos, envi¨¢ndole miradas ir¨®nicas a sus zapatos lustrados, a su pechera blanca. Luego uno de ellos maniobra con la volcadora y el r¨ªo de troncos empieza a deslizarse, siempre bajo un clima de terror. Alacranes subjetivos se confunden con la visi¨®n de las astillas que caen.
MUCAMA Y CAMIONEROS
Escalera de caracol que conduce al subsuelo de la mansi¨®n.
(Voz de la Mucama canturreando)¡ se me escaparon las vacas/ y a cualquiera le acontece¡
Comienza el descenso lento de los Camioneros cargados con sendos canastos de le?a al hombro.
[Un reloj de carrill¨®n (invisble) da las tres de la tarde].
Aparici¨®n de la Mucama en la cocina del subsuelo. Es una mujer que abarca todos los atributos del campo y la humanidad. Su ser profundamente vital se reparte entre oprimir la masa que elabora y mirar la temperatura del horno. El uniforme luce impoluto. La cocina del subsuelo se ve grande y cl¨¢sica. Tiene en su costado un gran dep¨®sito para la le?a embutido en la pared.
Mucama
(Viendo llegar a los hombres cargados)
¨C?Con qu¨¦ le?a otra vez y en pleno verano todav¨ªa? M¨¢s y m¨¢s le?a, vamos a morir bajo la madera (r¨ªe en forma desbordante). Bajen y descarguen. Buenas tardes nos d¨¦ Dios, muchachos.
El Camionero 1 descarga a todo volumen su canasto de le?a, se sacude la ropa con aprensi¨®n manifiesta. Luego se enfrenta a la mujer con desparpajo, mir¨¢ndola desde todos los ¨¢ngulos.
Camionero 1
¨CBuenas y podridas tardes de verano, querr¨¢ decir. ?Hay d¨®nde lavarse y tomar algo fresco por aqu¨ª?
Mucama
(Siempre riendo con estr¨¦pito) ¨CBuenas y podridas¡ Si lo hubiera sabido decir as¨ª esta ma?ana cuando me vendieron las manzanas para el pastel¡
Camionero 1
¨C?Por qu¨¦?
Mucama
¨CEl cielo nos asista, eran tan lindas por fuera y tan inmundas adentro¡ Pasen a lavarse, voy a buscar entretanto algo fresco¡
La Mucama se encamina, hacia otro ¨¢ngulo. El Camionero 2 deja caer la le?a de su propio canasto en la le?era, revisa sus ropas, se da vuelta los bolsillos.
Camionero 2
¨CPero sin manzanas ?eh?
Vuelve a primer plano la Mucama con una jarra de licuado de frutas en la mano.
Mucama
¨CM¨¢s bien con naranjas y limones, entonces, como esto. (Hesita). Qu¨¦ raro, nunca se dice de una muchacha que es linda como una naranja o linda como un lim¨®n, y s¨ª como una manzana. Para que despu¨¦s suceda lo de mis manzanas de hoy. Y a veces algo peor, se deshacen como polvo en la boca y no bajan por la garganta. (Vuelve a re¨ªr jocundamente).
Camioneros 1 y 2 en cuadro y en un aparte se peinan el cabello reci¨¦n mojado.
Camionero 1 al 2
(A soto voce) ¨CEste loro de cocina se parece a mi abuela: a todas las cosas les encontraba un por ejemplo.
Camionero 2
(?dem) ¨CPero que tiene raz¨®n en lo que dice de las manzanas, la tiene.
Los individuos se golpean entre s¨ª como retozando. Luego entran en cuadro los tres personajes, mientras la mujer ofrece vasos con el licuado.
Camionero 1
¨CMi abuela tambi¨¦n ten¨ªa siempre raz¨®n, y se muri¨® lo mismo en un d¨ªa de verano como este.
Beben ambos hombres con avidez, se limpian con la mano el jugo que cae por sus comisuras. La Mucama los mira embelesados desde su humanismo elemental.
Mucama
¨CEso es, la buena. Samaritana, como repite siempre el se?or G¨¹nter, y as¨ª ser¨¢, aunque no s¨¦ lo que quiere decir.
Camionero 1
¨CEs que as¨ª est¨¢n mejor las cosas, do?a Samaritana, o como se llame. Ven¨ªamos sudando miedo por la carretera.
Mucama
¨CMi nombre es Marta. ?Y sudando miedo por qu¨¦?
Camionero 2
¨CS¨ª, as¨ª fue, Marta. Es que a la le?a le pueden pasar cosas peores que a las manzanas y a las muchachas. Pero m¨¢s vale no hablar.
Los dos hombres miran hacia la le?era. Uno de ellos hace cuernos con la mano estirando el ¨ªndice y el me?ique, escupe tres veces, se aprieta los test¨ªculos. Entra en cuadro la Mucama que, al ver todo eso, se persigna.
Camionero 1
¨CY ahora vamos por m¨¢s y jodida le?a. ?Pero por qu¨¦ se hace esas cruces?
Mucama
¨CDiablo ha de haber si hay conjuro¡ As¨ª lo dec¨ªa tambi¨¦n mi abuela. Mejor eso que echar sal por encima del hombro izquierdo. El Diablo tiene m¨¢s miedo a la cruz (r¨ªe como siempre).
Camionero 2
¨CUfa, se levantaron hoy todas las abuelas de la tumba.
Los hombres salen silbando con los canastos vac¨ªos al hombro. La mujer vuelve a persignarse, revisa la temperatura del horno y comienza a arreglar los le?os con una horquilla de jard¨ªn. A continuaci¨®n, secuencia de le?os que caen llenan la siguiente escena con estr¨¦pito. Ello sustituye las nuevas remesas al subsuelo. En un momento dado la mujer vuelve a entrar en cuadro, se limpia las manos enharinadas en el delantal, coloca m¨¢s le?os dispersos en su sitio. La cocina, retorna a su aspecto pulcro de un principio. Escalera de caracol.
Voz de la Mucama canturreando;
¡ Se me escaparon las vacas/ y a cualquiera le acontece/ mi novio me abandon¨®/ y todo en un martes trece¡
[...]
Cuentos completos
P¨¢ginas de Espuma, 2021.
656 p¨¢ginas, 29 euros.
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