El camino a color de un ind¨®mito por Espa?a
Un monogr¨¢fico recupera parte de la obra as¨ª como varios trabajos in¨¦ditos de Crist¨®bal Hara, autor de algunas de las fotograf¨ªas m¨¢s influyentes del imaginario nacional
Dice Crist¨®bal Hara (Madrid, 1946) que lo m¨¢s parecido a andar por la calle con una c¨¢mara es caminar con un perro. El animal ¡°puede estar muy bien entrenado, puede obedecer a todo lo que le mandas, puedes tener mucha confianza en su comportamiento, pero no te enga?es: est¨¢ viendo el mundo de una forma totalmente distinta a la tuya¡±. De ah¨ª, que el autor nunca haya sido un fot¨®grafo de an¨¦cdotas, queriendo ir m¨¢s all¨¢, para detenerse en la reflexi¨®n sobre las formas y la construcci¨®n de la imagen en s¨ª, mientras recuerda al poeta y pensador franc¨¦s Paul Val¨¦ry cuando este dec¨ªa: ¡°Ver es olvidar el nombre de las cosas que uno ve¡±. As¨ª, lleva m¨¢s de cinco d¨¦cadas situando su c¨¢mara ¡°en la suerte del encontronazo¡±. Y en busca de ese imprevisto que asombra al propio fot¨®grafo para luego sorprender al espectador, ha aportado algunas de las instant¨¢neas m¨¢s influyentes del imaginario fotogr¨¢fico espa?ol. Una obra donde resuena la tradici¨®n de la pintura barroca espa?ola, con toda su crudeza y desgarro, filtrada por la memoria emocional de la infancia del fot¨®grafo. En ella se diluye la frontera que separa el documento de la ficci¨®n.
Naci¨® el mismo d¨ªa que Goya, 200 a?os despu¨¦s. No sin guasa, al fot¨®grafo le gusta se?alar que, al igual que el pintor aragon¨¦s, ¡°trabaj¨® como reportero en blanco y negro y acabo haciendo esperpentos en color¡±. Hu¨¦rfano de madre, la primera etapa de su infancia transcurri¨® en Filipinas, y m¨¢s tarde a caballo entre Estados Unidos, Alemania y Espa?a. El tiempo que pas¨® con su t¨ªo, el pintor Fernando Z¨®bel, resultar¨ªa decisivo para ¨¦l. Fue en casa de su pariente, en Madrid, donde por primera observ¨® la magia que emerge de la cubeta de un cuarto oscuro. Advertir¨ªa entonces que ese instante es solo la etapa final de todo un proceso. A?os m¨¢s tarde el artista abstracto le vendi¨® su ampliadora y le regal¨® su vieja c¨¢mara M2 con dos objetivos. Ser¨ªan las herramientas de este joven que abandon¨® sus estudios de derecho y administraci¨®n de empresas para entregarse a la fotograf¨ªa.
Los recuerdos del tiempo transcurrido en un internado de jesuitas en Valladolid, al que lleg¨® con nueve a?os y sin apenas hablar espa?ol, dejar¨ªan una huella indeleble en la vida del fot¨®grafo. Atravesar¨ªa entonces por primera vez la llanura castellana. ¡°Espa?a me marc¨® emocionalmente¡±, recuerda el autor en su ¨²ltimo monogr¨¢fico, Crist¨®bal Hara. Espa?a color, 1985- 2020, publicado en espa?ol por RM (y en ingl¨¦s por Plague Press). Editado y secuenciado por el propio Hara, el proyecto ha sido impulsado por Gonzalo Golpe, editor independiente, quien logr¨® convencer al elusivo autor de la importancia de recuperar para las nuevas generaciones su fotograf¨ªa en formato editorial. Entre sus monograf¨ªas se encuentran algunas de las obras m¨¢s influyentes de las ¨²ltimas d¨¦cadas que hoy se encuentran agotadas. De esta suerte, esta ¨²ltima publicaci¨®n ir¨¢ seguida de otra, en preparaci¨®n, dedicada a la obra en blanco y negro del autor galardonado con el premio Bartolom¨¦ Ros a la mejor trayectoria espa?ola en fotograf¨ªa durante el festival PHotoEspa?a de 2016.
¡°En la obra de Hara se aprecia un trasfondo muy personal. Nunca ha sido un fot¨®grafo documental¡±, destaca Golpe. ¡°Rara vez ha trabajado por encargo. Los temas que ha desarrollado nunca han sido importantes como tema, ya sean aquellas series que dedica al mundo taurino o a las fiestas populares. En las fotograf¨ªas que dedica a los toros se puede ver que lo que le interesa es su investigaci¨®n sobre el volumen y la forma. De igual forma, los caballos capturados se presentan como bestias que solo al ser domadas pasan a ser caballos. Enlazan directamente con la personalidad del fot¨®grafo y con sus vivencias en el internado¡±.
La publicaci¨®n incluye un texto donde, en primera persona, el artista toma la palabra. Un escrito ¡°extra¨ªdo con no poco dolor¡±, tal y como lo que describe Golpe, de las conversaciones mantenidas con el autor, normalmente reacio a hablar de s¨ª mismo, a lo largo de tres d¨ªas. A trav¨¦s de un lenguaje directo, conciso, honesto y cargado de contenido (en consonancia con las caracter¨ªsticas que distinguen su obra art¨ªstica), Hara conduce al lector por los recovecos de su fotograf¨ªa y de su vida. ¡°Solo pude progresar como fot¨®grafo conforme me fui curando como persona¡±, se sincera.
¡°Me crie con referencias culturales distintas a las espa?olas¡±, apunta el fot¨®grafo, quien no se establecer¨ªa en Espa?a de forma permanente hasta 1980. ¡°Creo que eso me ha permitido fotografiarla con la suficiente profundidad, pero con una peque?a distancia y sin complejos¡±. Es la suya una mirada rotunda que se aleja del estereotipo, aderezada por la iron¨ªa y el humor; por una extra?eza, que en ocasiones roza lo grotesco y lo brutal, siempre rebelde, pero tambi¨¦n tierna, irrumpe en la banalidad de la vida cotidiana, capaz de aportar nuevas reflexiones.
En aquella Espa?a de los ochenta a la que regresa Hara no se pod¨ªa ejercer la profesi¨®n de fot¨®grafo de igual forma a como se ejerc¨ªa en los otros pa¨ªses que ¨¦l conoc¨ªa. ¡°Hab¨ªa un retraso de d¨¦cadas¡±, afirma el autor, quien a los 28 a?os expuso su obra en el museo Victoria & Albert de Londres. De ah¨ª que se propuso dos cosas: hacer un libro sobre Espa?a ¡ªobjetivo del que ha salido airoso y que remata con este compendio¡ª y luchar para que el fot¨®grafo pueda ejercer su profesi¨®n con dignidad. ¡°Est¨¢ claro que he fracasado en este segundo prop¨®sito¡±, apostilla este artista distinguido por una ¨¦tica firme y bien construida en la defensa de los derechos de autor de los fot¨®grafos y por impulsar la creaci¨®n de un centro de fotograf¨ªa en Espa?a.
Aquellos eran los tiempos de la Movida. Un movimiento contracultural que en opini¨®n del autor ¡°se quedaba m¨¢s en la apariencia que en el fondo. Era como el desmadre de los ni?os cuando desaparece el maestro. Se rechazaba todo lo anterior y hab¨ªa que ser moderno a toda costa, pero parec¨ªa que lo moderno consist¨ªa ¨²nicamente en imitar y exagerar lo que ya se hab¨ªa visto en el exterior¡±. Encuadrada dentro del reportaje tradicional, su obra no solo no interesaba sino que fue atacada y menospreciada. La compensaci¨®n llegar¨ªa poco m¨¢s tarde, y de fuera, cuando, en 1994, Hara ser¨ªa incluido dentro de Bystander, un libro referencial de la fotograf¨ªa de calle, firmado por el escritor y curador Colin Westerbeck y el fot¨®grafo Joel Meyerowitz, cuyos ensayos e im¨¢genes abarcan la obra de un grupo diverso de artistas que incluye nombres como Atget, Stieglitz, Cartier-Bresson, Brassa?, Arbus, o Winogrand, por nombrar solo a unos pocos.
¡°Lo malo es que era yo el primero que no estaba satisfecho con el trabajo que hac¨ªa¡±, reconoce el fot¨®grafo. As¨ª, tras una crisis durante la cual estuvo a punto de abandonar la fotograf¨ªa, en 1985 Hara se pasa al color. Este cambio le permite recuperar muchos recursos formales que bajo la influencia de Z¨®bel hab¨ªa observado en la pintura. De Motherwell incorpora el uso formal de la mancha de color. De C¨¦zanne aprende a ordenar lo que ve en formas geom¨¦tricas, lo que le acerca ¡°m¨¢s a la forma de reflejar la realidad que tiene la m¨¢quina¡±. A trav¨¦s del detenido estudio de El Espa?oleto, Vel¨¢zquez o El Bosco aprender¨¢ a deformar, a relacionar los primeros planos atendiendo al ritmo visual de aquello que le rodea. Al tiempo, se sent¨ªa atra¨ªdo por la naturalidad de la nueva fotograf¨ªa americana, que en los a?os setenta recordaba a los puristas defensores del blanco y negro que el color es la vida misma. As¨ª, poco a poco, el color aplicado a la recia y adusta Espa?a pasaba a simbolizar la libertad bajo la mirada de Hara.
Habr¨ªa que recordar que por aquel entonces a¨²n no se hab¨ªa publicado La Chanca en color, que el pionero Carlos P¨¦rez Siquier realizar¨ªa a mediados de los sesenta. ¡°En un principio mi acercamiento al color no era el correcto, me acercaba a las im¨¢genes a trav¨¦s de los colorines. No fue hasta mucho m¨¢s tarde cuando aprend¨ª a absorber las situaciones en su totalidad, e integrarme en ellas para buscar los apoyos formales cuando ya estaba dentro¡±, reconoce Hara. El color implicaba una zona de poco control para el fot¨®grafo, que activaba su subconsciente. Contribuir¨ªa a ¡°romper la correcci¨®n de la im¨¢genes en favor de un inter¨¦s emocional¡±. Eso s¨ª, uno no puede ¡°convertirse en un experto en derribos sin antes conocer perfectamente la construcci¨®n¡±, advierte.
¡°?Eres un artista?¡±, pregunta Juan Mar¨ªa Rodr¨ªguez a Hara en una reciente entrevista, realizada en la plataforma de podcast sobre fotograf¨ªa Full Frame. ¡°Soy fot¨®grafo¡±, responde este. ¡°Y si logro ser un buen fot¨®grafo habr¨¦ alcanzado el sue?o de mi vida¡±. ¡°?Y qu¨¦ te dice el Premio Nacional de Fotograf¨ªa?¡±, a?ade Rodr¨ªguez. ¡°Primero habr¨ªa que solucionar la fotograf¨ªa, antes de pensar en este tipo de cosas¡±, concluye el fot¨®grafo.
Crist¨®bal Hara. Espa?a Color 1985- 2020. RM. 168 p¨¢ginas. 45 euros.
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