Lo que no sabemos que sabemos
Hay dos misterios en torno a Emilia Pardo Baz¨¢n: la muerte de su hijo Jaime en la Guerra Civil y su tumba en Madrid
En el centenario de la muerte de Emilia Pardo Baz¨¢n se ha venido hablando de manera reiterada de varios aspectos fascinantes de su biograf¨ªa. Entre ellos est¨¢ su personalidad contradictoria y compleja; su singular lucha feminista; el menosprecio y las burlas de los que fue v¨ªctima por parte de algunos escritores varones de la ¨¦poca como Clar¨ªn o Fernanflor (burlas que, por otra parte, le importaron un bledo); del sill¨®n en la RAE que se le neg¨® por el mero hecho de ser mujer; de sus amor¨ªos con Benito P¨¦rez Gald¨®s o de la conocida controversia sobre la propiedad de la que fue su residencia de verano, las Torres de Meir¨¢s.
De lo que no se ha hablado tanto, y llama la atenci¨®n, es de otra cuesti¨®n que, aunque no es desconocida, ha quedado en segundo plano. Yo misma, que tanto he disfrutado con la lectura de la obra de la gallega (aunque est¨¦ lejos, desde luego, de ser una experta en su figura), la ignoraba, hasta que la escritora Soledad Pu¨¦rtolas me lanz¨® la pregunta este verano: ¡°?T¨² sab¨ªas que est¨¢ enterrada en la cripta de la bas¨ªlica de la Concepci¨®n, en la calle de Goya de Madrid, y no en Meir¨¢s como era su expreso deseo?¡±. Pues no, no lo sab¨ªa. La pregunta y mi desconocimiento son el detonador de estas l¨ªneas. Pero lo curioso es que el inter¨¦s por este asunto me ha abierto la puerta a otras peque?as historias a¨²n m¨¢s desconocidas de su biograf¨ªa.
El 12 de mayo de 1921 do?a Emilia Pardo Baz¨¢n muere en su residencia de la calle de la Princesa, en Madrid, en donde llevaba viviendo desde 1917. Como creyente, hab¨ªa previsto su enterramiento en la capilla del mal llamado ¡°pazo¡± de Meir¨¢s ¡ªdenominaci¨®n, dicho sea de paso, totalmente ajena a los Pardo Baz¨¢n¡ª, que hered¨® de su padre como granja y que mand¨® reconstruir tal y como se conserva en la actualidad. Dej¨® incluso instrucciones de c¨®mo quer¨ªa ser enterrada y despedida, en una ceremonia ¡°muy sencilla¡±.
Aunque ya se demor¨® el traslado de los restos a la capilla de Meir¨¢s desde el cementerio de San Lorenzo, donde fue inicialmente enterrada, suponemos que estaba en el ¨¢nimo de sus tres hijos (Jaime, Blanca y Carmen Quiroga) cumplir con su deseo. Pero tras el fallecimiento de Carmen en 1935 y, poco despu¨¦s, de Jaime, en tr¨¢gicas circunstancias, las cosas se complicaron. Como todos sabemos, las Torres de Meir¨¢s pasaron a manos de Franco y ya no pudo ser. Esta es la primera historia.
La segunda tiene que ver con la muerte de su hijo Jaime Quiroga, conde de Torre de Cela y capit¨¢n de caballer¨ªa. Al comienzo de la Guerra Civil, concretamente en agosto de 1936, durante la ola de violencia que desat¨® la resistencia a la insurrecci¨®n franquista en Madrid, Jaime Quiroga y el hijo de este, de 19 a?os, fueron detenidos en su casa por milicianos de la FAI y fusilados poco despu¨¦s. Seg¨²n alguna fuente, parece que Jaime hab¨ªa tenido un hijo ileg¨ªtimo con una mujer del pueblo, y este fue quien, convertido en miliciano, encabez¨® el pelot¨®n que detuvo a su padre y quien lo mat¨®; al hijo leg¨ªtimo de este, su hermanastro, no tuvo agallas de matarlo, as¨ª que lo hicieron sus compa?eros milicianos. A este suceso, o a parte de ¨¦l, tambi¨¦n hace alusi¨®n el periodista Francisco Camba (hermano de Julio) en su cr¨®nica de la Guerra Civil titulada Madridgrado.
Partiendo de que todo esto sea cierto, lo que m¨¢s me llama la atenci¨®n de esta cadena de hechos fortuitos (que tal vez sean la causa de que Pardo Baz¨¢n no est¨¦ enterrada en Galicia) no es ni la muerte violenta del hijo y del nieto, ni el af¨¢n de venganza del hijo no reconocido. La pregunta que se abre camino es ?qui¨¦n ser¨ªa esa mujer del pueblo con la que Jaime tuvo un hijo? Y de paso, ?qu¨¦ pensar¨ªa do?a Emilia, que tan bien reflej¨® la problem¨¢tica de la mujer sometida a alg¨²n tipo de violencia (f¨ªsica, psicol¨®gica, sexual, patrimonial o social), de esta relaci¨®n?, ?la aceptar¨ªa?
Estas cuestiones conectan no solo con la fuerza de los personajes femeninos de la gallega (v¨¦anse relatos como Las medias rotas, El indulto, El encaje roto y Feminista, entre otros), sino tambi¨¦n con ese inquietante componente intuitivo o premonitorio que a veces aflora en la escritura de los grandes. Y es que, curiosamente, en una de sus novelas, La Tribuna (1883), tambi¨¦n hay un personaje de extracci¨®n humilde, Amparo, que se enamora y queda embarazada de un hombre de una condici¨®n social superior, Baltasar. A pesar de las reiteradas promesas de matrimonio por parte de este, y de la ¨¢spera advertencia de la madre tullida de Amparo (¡°T¨² te quedar¨¢s pobre, y el se?orito se ir¨¢ corriendo¡±), la muchacha es finalmente abandonada. Es decir, que lo que la escritora denunciaba con denuedo, lo ten¨ªa (o lo acabar¨ªa teniendo) en su propia casa. Una vez m¨¢s se impone la idea de que en la escritura hay (o al menos yo quiero pensar que deber¨ªa haber) una parte visceral o inconsciente que escapa a lo estrictamente racional. Al fin y al cabo, como alguien dijo una vez, ¡°escribimos para saber lo que no sabemos que sabemos¡±.
Cristina S¨¢nchez-Andrade es escritora, autora de ¡®El ni?o que com¨ªa lana¡¯ (Anagrama, 2019).
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.