Edgardo Dobry: ¡°Lo que te hace llorar en la vida te puede hacer re¨ªr en un poema¡±
¡®El Parasimp¨¢tico¡¯, nuevo libro de poes¨ªa del escritor argentino, salta de lo coloquial a la tradici¨®n del humor jud¨ªo, el juego con los cl¨¢sicos y el lamento por la muerte de la madre
El poeta Edgardo Dobry (Rosario, Argentina, 1962) vive en Barcelona desde 1987. Es cr¨ªtico, traductor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Barcelona y ensayista (Orfeo en el quiosco de diarios; Una profec¨ªa del pasado: Lugones y la invenci¨®n del ¡°linaje de H¨¦rcules¡±; Historia universal de Don Juan). Su libros de poes¨ªa son, entre otros, Cin¨¦tica (1999-2004), El lago de los botes (2005), Cosas (2008), Contratiempo (2014) y su m¨¢s reciente publicaci¨®n: El parasimp¨¢tico.
Pregunta. Veo en El Parasimp¨¢tico una l¨ªnea que, de distintos modos, permanece en tus libros: la condensaci¨®n alusiva o conceptual. Pero aqu¨ª se desarrolla m¨¢s otra: la del salto entre lo coloquial que se eleva hasta atrapar la tradici¨®n del humor jud¨ªo, el juego con los cl¨¢sicos de la lengua, e incluso el lamento por la ausencia de la madre.
Respuesta. Hay algunos poemas de deriva simbolista, que parten de un rastro de experiencia pero se deciden, sobre todo, en la relaci¨®n de las palabras mismas. Gracias a o por culpa de esa veta, mi amigo Francesco Tarquini, que hizo una magistral traducci¨®n al italiano de Contratiempo, me dice, cuando me llama: ¡°?C¨®mo te va, Gongorita!¡±. En cuanto a lo segundo, Wallace Stevens dice: ¡°Toda poes¨ªa es poes¨ªa experimental¡±; yo la parafraseo as¨ª: ¡°Toda poes¨ªa es de circunstancias¡±. En El Parasimp¨¢tico hay una buena parte de nugae, un t¨¦rmino que Montale toma de Catulo y que significa frusler¨ªas, cosas sin importancia, pero en las que cristaliza una parte sustancial del tiempo vivido. Ah¨ª se articula una idea que recorre mi libro: el arte como consuelo. Heine me ense?¨® eso: lo que te hace llorar en la vida te puede hacer re¨ªr en el poema. Se llora a solas y se r¨ªe acompa?ado: el llanto es del poeta y la risa es del poema. La comedia sucede en el suelo, no en el cielo, aunque a veces, en la b¨²squeda de las analog¨ªas, se puede rodar al cielo como a un pozo. Pero no trabaj¨¦ menos en esos poemas que en los simbolistas o en el r¨¦quiem, que es el m¨¢s largo. Al contrario, dir¨ªa que los poemas de escena cotidiana y lenguaje conversacional requieren estar muy alerta para que alcancen (para decirlo en t¨¦rminos de Lezama) ¡°su definici¨®n mejor¡±.
P. Tambi¨¦n existe en tu poes¨ªa lo que llamar¨ªa la trama Byron, que empieza con versiones de dos octavas del Don Juan (Cin¨¦tica) e incluye tu propio ensayo sobre Don Juan. Aqu¨ª me interesan algunas p¨¢ginas del capitulo 11, ¡®Don Juan, la inconclusi¨®n¡¯, donde hay una fuerte dilucidaci¨®n comparatista: ¡°Don Juan de Byron inaugura la estirpe del poema a la caza de su objeto¡±, y, no por azar, aparece Esteban Echevarr¨ªa, que compuso un Don Juan inacabado (El ?ngel ca¨ªdo) y lo propuso, seg¨²n cit¨¢s, como ¡°tipo multiforme, Proteo americano¡±. ?Qu¨¦ relaci¨®n ves entre esos desarrollos ensay¨ªsticos y tu propia obra po¨¦tica?
R. En esas versiones de Byron, y tambi¨¦n de Browning y Yeats, intent¨¦ convertir una estrofa aislada de un extenso poema narrativo en un fragmento l¨ªrico. Me atrae, en el Don Juan de Byron, el desarrollo de la ¨ªndole digresiva y por eso mismo inconclusa del relato donjuanesco. El cuento queda postergado por quien debiera contarlo, que prefiere hablar de otros asuntos, y ese ¡°mientras tanto¡± y esa suspensi¨®n es todo el poema.
Don Juan es, ante todo, un seductor de escritores, porque carece de una versi¨®n can¨®nica. Esteban Echeverr¨ªa trat¨® de hacer una amalgama americana de haces de tradiciones distintas, incluyendo a Byron, que era lo m¨¢s novedoso. Por eso tom¨¦ a Don Juan, en algunas de sus muy numerosas actualizaciones, como emblema de la poes¨ªa contempor¨¢nea, donde se hace algo a la espera de otra cosa. Esa otra cosa puede ser algo volcado hacia lo narrativo o, al contrario, hacia una extrema condensaci¨®n l¨ªrica; en la poes¨ªa del siglo XX, desde Kavafis o Brodsky hasta Pizarnik o Arturo Carrera, o incluso Juan Jos¨¦ Saer, quien titul¨® El arte de narrar al conjunto de sus poemas, es visible esa tensi¨®n irresuelta.
P. Veo en la disposici¨®n de El parasimp¨¢tico, desde el punto de vista formal, algo de ese tono americano, proteico y al mismo tiempo controlado: el libro est¨¢ encabezado por un soneto, del que podr¨ªamos preguntar: ?es un desaf¨ªo o un homenaje a la forma fija? En todos los poemas hay algo que conversa, narra y piensa (tres operaciones a la vez), desde el Paran¨¢, como dice Ra¨²l Zurita de tu libro, acerca del arte po¨¦tica del siglo XXI: c¨®mo se caza el ¡°objeto¡± en la era de la disoluci¨®n del objeto de la poes¨ªa.
R. En Por fuerza mayor, Enrique Lihn reuni¨® una cincuentena de sonetos quevedianos, que despu¨¦s incorpor¨® a Par¨ªs, situaci¨®n irregular, cuyas otras secciones son en verso libre. Ya hace casi cincuenta a?os de eso. En mi Contratiempo hab¨ªa versiones, quiz¨¢s irreconocibles, de sonetos de V¨ªctor Hugo y de Baudelaire. El soneto que encabeza El parasimp¨¢tico retoma un tema cl¨¢sico: el poeta le dice a su libro que tenga paciencia, porque la gloria verdadera es siempre p¨®stuma. Ronsard, que gan¨® ese premio altamente improbable, escribi¨® que, muchos a?os despu¨¦s de su muerte, habr¨¢ alguien que, ¨¦tonn¨¦ por su verso, querr¨¢ ir a beber el agua de su Loira; yo lo cambio por el Paran¨¢ (que, para m¨ª, llega hasta Barcelona): lo que el soneto pierde en prosodia lo gana en caudal.
Creo que el poema es esa tentativa de caza de la que habl¨¢s. Cuando Catulo se dice a s¨ª mismo: ¡°No seas loco, Catulo¡± se sube al escenario de su poema, y con esa duplicaci¨®n, crea el efecto c¨®mico que hoy seguimos buscando. Catulo est¨¢ ahora mismo apostrof¨¢ndose y yo lo escucho; mis amigos, mi familia electiva se subieron a El Parasimp¨¢tico y se hacen los locos cat¨²licos (no cat¨®licos).
P. Por ¨²ltimo, aparece la voluntad de no abandonar el poema extenso.
R. El r¨¦quiem que cierra el libro est¨¢ escrito en tercetos, al modo de las eleg¨ªas o de la Ep¨ªstola moral a Fabio, aunque en verso libre. Es un homenaje a una persona que ocup¨®, para m¨ª, una figura paterna y a la vez amistosa. Lo cual me permiti¨® hacer ese retrato de un modo m¨¢s objetivo, si se quiere, porque un poema sobre el padre sangu¨ªneo es, en mayor o menor grado, sobre uno mismo. El homenajeado fue un gran psicoanalista y pensador pero yo intent¨¦ un retrato a partir de los an¨¦cdotas y escenas cotidianas. De ah¨ª que vaya encabezado por una cita de Ajmatova: ¡°Los retratos solo son definitivos cuando el retratado ya no est¨¢¡±. Me tom¨¦ ese car¨¢cter definitivo como una responsabilidad.
Algo parecido podr¨ªa decir sobre lo que me preguntabas antes: cuando irrumpe la madre muerta en la cocina, pelando remolachas. S¨ª, seguramente hay algo ah¨ª de la vocaci¨®n judaica por los fantasmas, pero, en mi caso, te?ido del Vallejo que se pregunta, como un ni?o: ¡°Las personas mayores, ?a qu¨¦ hora volver¨¢n?¡±.
El parasimp¨¢tico
Club editor, 2021
106 p¨¢ginas, 18 euros
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