Byron, en busca de s¨ª mismo
Los ¡®Diarios¡¯ del autor ingl¨¦s constituyen una lectura apasionante por todo lo que desvelan de su proceso de maduraci¨®n po¨¦tica
Las memorias que dej¨® in¨¦ditas lord Byron (1788-1824) ardieron en la chimenea de su editor John Murray por decisi¨®n de un grupo de amigos, entre los que estaban Thomas Moore y John Cam Hob?house, escandalizados por el retrato moral y sexual que de s¨ª mismo hac¨ªa el poeta. La decisi¨®n se ha calificado a menudo como uno de los grandes cr¨ªmenes de la literatura. Para so?ar lo que pudo haber sido aquel libro, nos quedan sus maravillosas cartas, sobre todo las del periodo veneciano, de las que Jaime Gil de Biedma hizo una estupenda selecci¨®n, traducida por Eduardo Mendoza y titulada D¨¦bil es la carne (Tusquets, Barcelona, 1999), y sus Diarios, que ahora Lorenzo Luengo nos ofrece en una edici¨®n revisada y notablemente ampliada de la excelente traducci¨®n que ya hab¨ªa publicado en el a?o 2008. Luengo ha escrito tambi¨¦n una larga introducci¨®n biogr¨¢fica y ha adaptado el aparato de notas de la edici¨®n original de Leslie A. Marchand, con algunas contribuciones propias.
El libro se compone de fragmentos de diario, de una incipiente autobiograf¨ªa en forma de diccionario que se abandon¨® en la segunda entrada y de unos pensamientos aislados que en conjunto conforman un excitante vislumbre a lo que fue la vida de Byron entre 1813 y 1824. Tras la publicaci¨®n de los dos primeros cantos de Childe Harold en 1812, Byron se convirti¨® en una celebridad de la noche a la ma?ana, ocupando el mismo espacio en el imaginario p¨²blico que luego tendr¨ªan los actores de cine y las estrellas del rock. Como dec¨ªa Gil de Biedma, el poeta val¨ªa, ¨¦l mismo, por toda una jet set. Y su reacci¨®n frente a esa popularidad fue la huida. En 1816 abandon¨® Inglaterra para siempre y se dedic¨® a alimentar su leyenda, protagonizando esc¨¢ndalos amorosos en Italia, vilipendiando a sus contempor¨¢neos ¡ª?sobre todo a Wordsworth y a Robert Southey, el poeta laureado¡ª y escribiendo compulsivamente, con una facilidad para la versificaci¨®n que era a la vez su don y su condena.
En ese empe?o por separar su yo de s¨ª mismo, Byron estaba sin saberlo iniciando el camino radical de la modernidad
M¨¢s que por las revelaciones biogr¨¢ficas, estos diarios constituyen una lectura apasionante por todo lo que desvelan del proceso de maduraci¨®n po¨¦tica de su autor. Byron empez¨® siendo un poeta muy malo, gustosamente ancilar de la dicci¨®n del XVIII, sobre todo de la de Pope, Dryden y Gray, la tradici¨®n contra la que precisamente se rebelaron Wordsworth y Coleridge. Su imaginario ex¨®tico y su embarazosa recreaci¨®n de pasiones exageradas eran adem¨¢s demasiado deudores de Walter Scott. Byron, en definitiva, lo ten¨ªa todo para ser r¨¢pidamente olvidado como escritor. Ocurri¨®, sin embargo, que en su camino de huida, escribiendo estos diarios, sus memorias y tambi¨¦n sus cartas, el poeta de imaginaci¨®n acartonada empez¨® a incubar otro tono, en busca de un yo que terminara por destruir la m¨¢scara que el p¨²blico le hab¨ªa impuesto y con el que podr¨ªa al fin dirigirse a sus contempor¨¢neos con total libertad, averigu¨¢ndose a s¨ª mismo. Son constantes, sobre todo al principio de los diarios, los forcejeos con su experiencia: ¡°Empec¨¦ una comedia y la arroj¨¦ al fuego porque el escenario se parec¨ªa demasiado a la realidad¡±. ¡°He quemado mi roman. Me introduje en realidades m¨¢s que nunca, y unas habr¨ªan sido reconocidas y otras adivinadas¡±. Y la que quiz¨¢ sea su anotaci¨®n m¨¢s sintom¨¢tica: ¡°Separar mi yo de m¨ª (?oh, esa maldita egolatr¨ªa!) ha sido siempre mi ¨²nico, mi absoluto, mi m¨¢s sincero motivo para dedicarme a la literatura¡±.
En ese empe?o por separar su yo de s¨ª mismo, Byron estaba sin saberlo iniciando el camino radical de la modernidad, acerc¨¢ndose con su extremo al de Wordsworth, que hab¨ªa emprendido la ruta de la especulaci¨®n sublimada cantando el desgarro del yo frente a la naturaleza divinizada. Byron, en cambio, se dedic¨® a burlarse de lo sublime, enriqueciendo la poes¨ªa con su agudo sentido de la comedia humana, con sus brutales opiniones pol¨ªticas (¡°la democracia es una aristocracia de villanos¡±), con su extrema conciencia del paso del tiempo y, sobre todo, con su gusto por la vida. La sensualidad de Byron en estos diarios es algo todav¨ªa vivo y contagioso, sobre todo cuando mira a las mujeres: ¡°No soy capaz de recordar nada ni remotamente parecido a la transparente belleza de mi prima. Parec¨ªa haber sido hecha de un arco iris, toda belleza y paz¡±. O esta nota, de una exactitud dolorosa: ¡°Tan pronto las mujeres descubren su poder, finita ¨¨ la musica¡±.
Casi sin darse cuenta, Byron fue as¨ª desplegando la madurez po¨¦tica que empieza en Beppo (1818) y culmina en el Don Juan (1819-1824), el largo poema inacabado en el que por fin encontr¨® la m¨¢scara perfecta para hablar de s¨ª mismo y de su ¨¦poca, aprovechando lecciones del Tristram Shandy, de Laurence Sterne, y d¨¢ndole la vuelta a su virtuosismo m¨¦trico, que pas¨® de ser un fardo anacr¨®nico a un veh¨ªculo de s¨¢tira, mordacidad y celebraci¨®n. Gracias a sus ejercicios autobiogr¨¢ficos, Byron nos habla en el Don Juan como muy pocos artistas consiguen hacerlo: en primera persona y aun as¨ª en la c¨²spide del artificio.
La poes¨ªa de Byron es intraducible de una manera en que no lo es la de Wordsworth, cuya sintaxis del alma encuentra siempre acomodo en cualquier lengua. El efecto que producen los poemas de Byron depende en cambio del fraseo, de la entonaci¨®n irreductible del habla, algo muy dif¨ªcil de transmitir en castellano. Seguramente la opci¨®n m¨¢s honesta y eficaz sea la que ha elegido Jos¨¦ C. Vales en su traducci¨®n en prosa de La visi¨®n del juicio ¡ªla inclemente s¨¢tira contra Southey¡ª y de algunos poemas l¨ªricos, ¨²til sobre todo para aquellos que saben un poquito de ingl¨¦s y pueden imaginar la m¨²sica original gracias a la edici¨®n biling¨¹e de Alba.
La visi¨®n del juicio.?Lord Byron. Traducci¨®n de Jos¨¦ C. Vales. Alba, 2018 240 p¨¢ginas. 18,50 euros.
Diarios.?Lord Byron. Traducci¨®n, introducci¨®n y notas de Lorenzo Luengo. Galaxia Gutenberg, 2018. 384 p¨¢ginas. 22,50 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.