Juan Mayorga y Blanca Portillo, dos monstruos en escena
El dramaturgo y la actriz salen triunfantes de la aventura de convertir un discurso en espect¨¢culo teatral
Es sabido que Blanca Portillo es una actriz extraordinaria y que Juan Mayorga escribe como los ¨¢ngeles. Pero es inevitable recordarlo viendo esta funci¨®n. Sobre todo porque el germen del texto puede llevar a pensar que vaya a ser demasiado erudito para disfrutarlo como base de un espect¨¢culo. Es el discurso de ingreso de Mayorga en la Real Academia Espa?ola (RAE) en mayo de 2019. Erudito es: una disertaci¨®n literaria de una hora sobre el sentido y los significados de la palabra ¡°silencio¡±. Pero no hay que ignorar que su autor es por encima de todo un gran dramaturgo que tiene el pulso dram¨¢tico insertado en la m¨¦dula. Escriba lo que escriba, el teatro est¨¢ ah¨ª: en la disposici¨®n de las palabras, el ritmo de las frases, su sonoridad. Ni tampoco hay que olvidar que Portillo podr¨ªa convertir la lectura de un prospecto cualquiera en un mon¨®logo c¨®mico. O tr¨¢gico. Lo que quiera.
Dramaturgo y actriz explotan juntos sus mejores cualidades en este Silencio que primero fue discurso y ahora es obra teatral dirigida por el propio autor. Ya cuando lo pronunci¨® Mayorga en el sal¨®n de actos de la RAE explor¨® esa posibilidad. ¡°La situaci¨®n es teatral¡±, comenz¨®. Se?al¨® despu¨¦s la divisi¨®n del espacio entre el orador y su audiencia, los movimientos estudiados, la escenograf¨ªa con el retrato de Cervantes de fondo, el vestuario solemne. Tras lo cual invit¨® a sus ¡°espectadores¡± a considerar que siendo su oficio escribir para que otros pronuncien sus palabras, acaso no era ¨¦l quien estaba hablando en ese momento, sino un actor invitado para representar su papel. La convenci¨®n de la representaci¨®n: la esencia del teatro como base de su alocuci¨®n. A los presentes no les cost¨® entrar en el juego, pues la mayor¨ªa eran amigos del mundillo teatral. Tambi¨¦n ese hecho formaba parte de la ¡°representaci¨®n¡±.
En esta segunda ¡°escenificaci¨®n¡±, Portillo subraya con su interpretaci¨®n el juego teatral que propuso Mayorga aquel d¨ªa. Desde el principio se presenta ante el p¨²blico como ¡°personaje¡± llevando al extremo sus gestos y sus posturas e incluso desvel¨¢ndole en cierto momento c¨®mo lo ha construido a partir de un tic en la mano derecha. Es a la vez ¡°personaje¡± y ¡°persona¡±; es decir, en todo instante vemos sobre el escenario de manera simult¨¢nea ¨Dy en un mismo cuerpo¨D al ¡°acad¨¦mico¡± que tiene que pronunciar un discurso y a la ¡°actriz¡± que lo representa, que por otra parte no es la actriz Blanca Portillo sino una ¡°actriz¡± interpretada por Blanca Portillo. Maravilla como una matrioska.
Tambi¨¦n es un disfrute lo que se escucha. Y con eso volvemos a Mayorga. Establecido el marco esc¨¦nico, el acad¨¦mico se dispone a disertar sobre la palabra ¡°silencio¡±, pero en realidad estar¨¢ hablando todo el tiempo de teatro. De c¨®mo, por ejemplo, ¡°basta que un personaje exija silencio para que surja lo teatral¡±. De c¨®mo un actor ¡°puede abrir en el cuerpo de una frase o entre dos frases un espacio en que cabe un mundo¡±. Del ¡°combate f¨ªsico¡± que se establece en el escenario entre la voz y su silencio. De la diferencia entre pausa y silencio. Frases reveladoras que deleitan y enriquecen. Con belleza literaria y un ritmo interno que va in crescendo desde el puro comentario acad¨¦mico hasta el recuerdo sangrante de los grandes silencios de la literatura dram¨¢tica: los que subyacen en Ant¨ªgona, Hamlet, Woyzeck o La casa de Bernarda Alba.
Y esto nos lleva de vuelta a Portillo. La actriz, en principio sujeta a su papel de int¨¦rprete del ¡°autor¡±, se sale de ese personaje hacia la mitad de la funci¨®n para dar voz a esa ¡°actriz¡± que cumple el encargo de leer el discurso y expresar sus propios comentarios sobre el tema del discurso, adem¨¢s de recrear dram¨¢ticamente las escenas teatrales a las que hace referencia el texto. Rompe as¨ª con la solemnidad del formato ¡°discurso¡± y establece un marco de complicidad con los espectadores. Se da el lujo de escenificar cuatro minutos de mutismo (con recursos de clown y de mimo, lo cual tiene tambi¨¦n mucho que ver con el silencio) y se permite incluso ironizar sobre lo largo y a veces demasiado sesudo que le ha salido el texto al acad¨¦mico. Y que eso en la RAE puede valer pero en el teatro no es bueno, que el p¨²blico no tiene tanta paciencia. ?Pues claro que se hace largo y requiere un cierto esfuerzo intelectual para disfrutarlo! Pero para eso estamos ah¨ª y no en casa viendo la tele. ?O no?
Silencio
Texto y dirección: Juan Mayorga. Intérprete: Blanca Portillo. Teatro Español. Madrid. Hasta el 11 de febrero.
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