Feo, honrado, salvaje, as¨ª era Thoreau seg¨²n su amigo Nathaniel Hawthorne
¡®Diarios en la vieja rector¨ªa¡¯ contiene retratos de pioneros de la vuelta a la naturaleza como el autor de ¡®Walden¡¯. ¡®Babelia¡¯ ofrece un fragmento del libro publicado por Siruela
Jueves, 1 de septiembre
Mr. Thoreau cen¨® ayer con nosotros. Es un personaje curioso: un joven en el que a¨²n prevalece mucho de la primigenia naturaleza salvaje, y, por m¨¢s sofisticado que sea, lo es seg¨²n un modo y un m¨¦todo propios. Es tan feo como el pecado, de nariz alargada, boca extra?a, y muestra maneras toscas y un tanto r¨²sticas, aunque corteses, que encajan muy bien con su fachada. Pero su fealdad es del tipo honrado y agradable, y le sienta mucho mejor que la belleza. Se educ¨®, seg¨²n creo, en Cambridge, y en un tiempo fue maestro en esta ciudad; pero desde hace dos o tres a?os repudia las formas comunes de ganarse la vida, y parece inclinado a llevar una especie de existencia indiana entre hombres civilizados: una existencia indiana, quiero decir, en lo que respecta a la ausencia de cualquier esfuerzo sistem¨¢tico por buscar su sustento. Lleva un tiempo viviendo con la familia de Mr. Emerson, y como retribuci¨®n trabaja en el jard¨ªn, y ejerce tantos otros oficios como su destreza le permite, animado por Mr. Emerson a sacar cuanto de aut¨¦ntica virilidad haya en ¨¦l. Mr. Thoreau es un agudo y delicado observador de la naturaleza, un observador genuino, que, sospecho, es casi tan raro personaje como personal¨ªsimo poeta; y la Naturaleza, en recompensa a tanto amor, parece haberlo adoptado como a un ni?o predilecto, y le muestra secretos que a muy pocos les es concedido ver. Se lleva bien con las bestias, los peces, las aves y los reptiles, y siempre tiene las m¨¢s extra?as historias que contar de sus aventuras, episodios de su amistad con nuestros hermanos menores en la vida mortal. Hierbas y flores, all¨¢ donde crezcan, ya sea en un jard¨ªn o en el bosque salvaje, son igualmente sus amigos. Tambi¨¦n mantiene estrechas relaciones con las nubes, y puede presagiar las tormentas. Un rasgo que lo caracteriza es el profundo respeto que siente hacia la memoria de las tribus indias, cuya vida salvaje tanto le hubiera favorecido; y, por extra?o que resulte decirlo, rara vez pasea por un sembrado sin encontrarse una punta de flecha, o de lanza, o cualquier otra reliquia de los pieles rojas, como si sus esp¨ªritus desearan que ¨¦l fuera el heredero de tan simples riquezas.
Con todo, tiene mucho m¨¢s que una mera inclinaci¨®n literaria: lo suyo es un gusto profundo y aut¨¦ntico por la poes¨ªa, especialmente por los poetas antiguos, aunque m¨¢s limitado de lo que ser¨ªa deseable, como sucede con todos los trascendentalistas, hasta donde yo los conozco. Es un buen escritor; al menos, ha escrito un buen art¨ªculo, una intrincada disquisici¨®n sobre historia natural, en el ¨²ltimo Dial, que, seg¨²n dice, elabor¨® a partir principalmente de observaciones propias escritas en sus diarios. En mi opini¨®n, este art¨ªculo ofrece una imagen muy representativa de su personalidad y sus pensamientos: es aut¨¦ntico, preciso y literal en lo que observa, y describe tanto la esencia como la presencia de aquello que ve, a la manera en que un lago refleja sus boscosas orillas, mostrando cada hoja y definiendo al mismo tiempo la salvaje belleza del paisaje completo; en el art¨ªculo tambi¨¦n hay pasajes de neblinosa y so?adora metaf¨ªsica, que por una parte son afectados, y, por otra, no dejan de ser exhalaciones naturales de su intelecto; y otros donde sus pensamientos parecen escanciarse y resonar como espont¨¢neos versos, lo que en puridad son, dado que en este hombre hay verdadera poes¨ªa. Hay tambi¨¦n, a lo largo del art¨ªculo, un sustrato de sentido com¨²n y de verdad moral, que es en s¨ª un reflejo de su personalidad; pues el hombre no carece de sabidur¨ªa al pensar y sentir, por m¨¢s imperfecto que sea en su manera de actuar. En general, me parece un tipo sano e ¨ªntegro, al que merece la pena conocer.
Tras la cena (en la cual abrimos la primera sand¨ªa y el primer mel¨®n que nuestro huerto ha brindado) Mr. Thoreau y yo fuimos a dar un paseo por la orilla del r¨ªo; y, en un determinado momento, dio una voz para que le trajesen la barca. De inmediato, un joven la acerc¨® a remo desde el r¨ªo, y Mr. Thoreau y yo nos alejamos corriente adentro, la cual se volvi¨® mucho m¨¢s hermosa que cuadro alguno, con su tranquila y oscura s¨¢bana de agua, medio soleada, medio en sombras, entre altas y boscosas orillas. Las ¨²ltimas lluvias han hecho aumentar de tal modo el caudal que muchos ¨¢rboles est¨¢n sumergidos hasta las rodillas, por as¨ª decir, en el r¨ªo; y las ramas, que hasta hace poco se alzaban en el aire, ahora se inclinan y beben de las profundidades de la corriente que pasa. En cuanto a los pobres cardenales, que solo unos d¨ªas atr¨¢s brillaban en la orilla, no pude ver sino unos pocos de sus bonetes escarlatas asomando sobre el agua. Mr. Thoreau manejaba el bote con tanta perfecci¨®n, ya fuera con dos remos o con uno, que este parec¨ªa responder a su voluntad por puro instinto, como si no exigiera el menor esfuerzo f¨ªsico conducirlo. Me dijo que, cuando hace a?os unos indios visitaron Concord, descubri¨® que hab¨ªa adquirido, sin la ayuda de un profesor, el m¨¦todo exacto que ellos conoc¨ªan para impulsar y dirigir una canoa. Sea como sea, escaso de dinero como est¨¢, el pobre tipo ans¨ªa vender el bote (del cual es tan buen pr¨¢ctico) que ¨¦l mismo construy¨® con sus propias manos; de modo que acept¨¦ darle el precio que ped¨ªa (solo siete d¨®lares), y, en consecuencia, me convert¨ª en poseedor del Musketaquid. Ojal¨¢ pudiera adquirir las dotes acu¨¢ticas de su propietario original por una tarifa tan razonable como esa.
¡®Diarios en la vieja rector¨ªa (1842-1843)¡¯. Sophia y Nathaniel Hawthorne. Edici¨®n y traducci¨®n de Lorenzo Luengo. Siruela, 2022. 308 p¨¢ginas. 21,95 euros.
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