¡°Bohemia, infiel y drogadicta¡±: contra la febril leyenda de Teresa Wilms Montt
La reedici¨®n de los diarios de la escritora chilena, escritos mientras estuvo recluida contra su voluntad en un convento, reivindica su obra frente a su dram¨¢tica biograf¨ªa
Teresa Wilms Montt escribi¨® buena parte de sus Diarios ¨ªntimos recluida a la fuerza en el convento de la Preciosa Sangre, en Santiago de Chile. All¨ª lleg¨® en 1915 acusada de infiel por su celoso marido y de all¨ª huy¨® rumbo a Buenos Aires ocho meses despu¨¦s gracias a la ayuda del poeta Vicente Huidobro, uno de los pocos que creyeron en ella en vida. La reedici¨®n de los textos m¨¢s confesionales de la escrit...
Teresa Wilms Montt escribi¨® buena parte de sus Diarios ¨ªntimos recluida a la fuerza en el convento de la Preciosa Sangre, en Santiago de Chile. All¨ª lleg¨® en 1915 acusada de infiel por su celoso marido y de all¨ª huy¨® rumbo a Buenos Aires ocho meses despu¨¦s gracias a la ayuda del poeta Vicente Huidobro, uno de los pocos que creyeron en ella en vida. La reedici¨®n de los textos m¨¢s confesionales de la escritora chilena revive algo m¨¢s que su febril leyenda, tambi¨¦n abre la puerta a la obra de una autora eclipsada por su intensa biograf¨ªa: lo ten¨ªa todo, talento, educaci¨®n y belleza, pero su fuerte personalidad la hizo chocar con unas convenciones sociales que desde ni?a la castigaron por su pasi¨®n literaria.
Condenada a estar lejos de sus hijas, sin familia ni pa¨ªs, Wilms Montt se entrega a la vida nocturna, al alcohol, el l¨¢udano, la morfina y las pastillas para dormir. Simpatizante anarquista, viaja a Nueva York, donde acaba arrestada con acusaciones de comunista, para encaminarse despu¨¦s a Europa atra¨ªda por las vanguardias. Se instala en Madrid, una parada tan fundamental como la bonaerense para la futura legitimaci¨®n de su obra, pero al enterarse de que sus hijas se han trasladado a Francia con su abuelo decide ir tras ellas. Elisa y Sylvia se reencuentran con su madre, pero ser¨¢ por poco tiempo. Para alejarlas, las env¨ªan de vuelta a Chile. Devastada, y tras varios intentos fallidos, acaba suicid¨¢ndose en Par¨ªs la Nochebuena de 1921 a los 28 a?os.
Nacida en Vi?a del Mar en el seno de una familia rica y poderosa, Teresa Wilms Montt escribi¨® (siempre a la contra de sus padres) cuatro poemarios, un libro de cuentos y estos diarios rescatados en Chile por la editorial Alquimia, publicados hace cinco a?os en Espa?a por la peque?a editorial malague?a La Se?ora Dalloway y reeditados ahora por Pepitas de Calabaza en un volumen corregido que insiste en reivindicar a una escritora atrapada en su vida ¡°oper¨ªstica¡±.
¡°La escritura de Teresa Wilms Montt es el coro de su leyenda¡±, escribe Alejandra Costamagna en el pr¨®logo de un libro en el que resuena su tormento: ¡°Mi cerebro, antes inagotable de ideas salvadoras, hoy se niega a discurrir; parece un cerebro ebrio, dormido, enfermo¡±; ¡°Estoy abatida, triste, desesperada, en vano clamo al cielo [¡] va decayendo mi voluntad, y creo que llega al pobre estado de un harapo inservible¡±; ¡°Errante y siempre errante mi esp¨ªritu que ha vagado tanto. ?Soy el genio de la Nada!¡±; ¡°Este siglo est¨¢ caduco, sangre m¨ªa¡±.
Teresa Wilms Montt lleg¨® a Madrid en julio de 1918 con un peque?o portarretrato de sus hijas. Entra en la vida bohemia de la ciudad gracias a su amigo de la adolescencia Joaqu¨ªn Edwards Bello, quien, como ella y Huidobro, pertenec¨ªa al reba?o de las ovejas negras de la oligarqu¨ªa chilena. En Madrid, retratada por pintores simbolistas como Julio Romero de Torres y Anselmo Miguel Nieto, acaba bajo el ala protectora de Valle-Incl¨¢n, que la trat¨® como a una hija, consciente de su talento literario y su vulnerabilidad emocional.
La parada en Madrid desat¨® ¡°la maledicencia machista¡±, asegura el ensayo ¡®Un comprendedor distinto¡¯. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez lee a Teresa Wilms Montt, de Rosa Garc¨ªa Guti¨¦rrez, publicado en la revista de literatura latinoamericana Guaraguao. ¡°No hay evocaci¨®n de la ¨¦poca sin referencia a su belleza f¨ªsica, exotizada o demonizada, y casi todas menosprecian o ignoran su obra¡±, a?ade el texto en referencia a Rafael Cansinos Assens y Ram¨®n G¨®mez de la Serna, cuyo desprecio a la joven chilena inclu¨ªa tachar de ¡°baboso senil¡± a su protector, Valle-Incl¨¢n.
¡°En Chile, Teresa estaba en el imaginario colectivo por su ¨¢mbito biogr¨¢fico¡±, explica el editor de Alquimia, Guido Arroyo. ¡°La mirada hacia ella era muy sesgada, cercana a la femme fatale, en la que no se pon¨ªa en valor ni su obra ni su mirada cr¨ªtica anarquista y feminista. Afortunadamente, hoy es una autora muy instalada y con muchos lectores¡±.
Fue precisamente lo que escribi¨® Valle en el pr¨®logo del poemario Anuar¨ª (1918) sobre una autora ¡°cargada de siglos y juventud¡± lo que llam¨® la atenci¨®n de Juan Ram¨®n, quien, en 1944, exiliado en Washington y despu¨¦s de quedar sobrecogido ante los diarios de la chilena, decide incluir una carta abierta a ella en su Diario de ¡®Vida y muerte¡¯: ¡°M¨ªstica t¨² diferente de todas las m¨ªsticas y los m¨ªsticos, m¨ªstica del amor y el dolor impensados, con tu pensamiento pleno de distancia¡±.
Juan Ram¨®n y Teresa Wilms no se hab¨ªan cruzado en Madrid (¡°O¨ª hablar de ti a unos y a otros, andabas con Valle-Incl¨¢n y con G¨®mez de la Serna. Opio y Pombo¡±), pero ¨¦l tuvo enorme peso a la hora de reivindicar una obra ¡°sencillamente natural y extra?a, a un tiempo¡±. Firmando ¡°Tu comprendedor distinto¡±, Juan Ram¨®n escribe: ¡°En uno de esos instantes oscuros y claros de convencimiento, yo pienso en ti, Teresa de la Cruz, tan diferente de Teresa de Jes¨²s y tan igual, como en una estrella oscura en un cielo claro, pero con un coraz¨®n de estrella clara en un cielo oscuro. Yo te he visto ya en un espacio infinito y te he nombrado con tu propio nombre. [¡] Distinta, sobre todo. Teresa, distinta por ti distinta¡±.
Con la firma de Th¨¦r¨¨se, Tebal o Teresa de la ?, Wilms Montt escribi¨® art¨ªculos de prensa, poes¨ªa, prosa confesional, cuentos, relatos y cartas. Y con la urgencia y tristeza de una vida condenada a inmolarse, plasm¨® sus anhelos en el diario que ahora se rescata. En una entrada fechada en invierno de 1918 en Madrid, escribe: ¡°¡ Este es mi diario. Soy yo, desconcertadamente desnuda, rebelde contra / todo lo establecido, grande entre lo peque?o, peque?a ante lo infinito... / Soy yo¡¡±.
Diarios ¨ªntimos?
Autora: Teresa Wilms Montt.
Editorial: Pepitas de Calabaza, 2022.
Formato: tapa blanda (200 p¨¢ginas, 18 euros).
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