¡®La curva del olvido¡¯, la cal y los agujeros de la memoria
Dos generaciones se enfrentan al presente de forma distinta. Y Pedro Zarraluki sabe que encerrar a un grupo de personas en un peque?o espacio genera una historia progresivamente absorbente
Ibiza: julio de 1968. Estos datos apuntan ya al sugestivo marco espacial y temporal en que transcurren las historias de La curva del olvido, t¨ªtulo que alude a la l¨ªnea ¡°que describen los recuerdos a medida que los vamos perdiendo¡±. Cada uno de ellos tiene su propia curva ¡ªse nos dice¡ª; y la fotograf¨ªa, el poder de interrumpirla. Sucede que esa curva en realidad son muchas, y con el paso del tiempo se convierte en ¡°un maldito aspersor hacia atr¨¢s [¡], defectuoso y lleno de cal y agujeros¡±.
La nueva novela de Pedro Zarraluki tiene el inconfundible sello del autor, al menos en tres o cuatro de sus rasgos medulares. Para empezar, la muy cuidada estructura esc¨¦nica con que se trama la historia, que se presenta y desarrolla a partir de la sucesi¨®n y combinaci¨®n de una serie de secuencias y episodios hilvanados con gran naturalidad y extrema fluidez, cuyo centro lo ocupa siempre un personaje, porque tan importante es el contar como el mostrar: relatar los hechos en las criaturas que los desencadenan, protagonizan, afrontan, etc. Otro rasgo inconfundible del autor es su habilidad para acotar un espacio reducido y confinar en ¨¦l a sus personajes, sea ¨¦ste una casa aislada en las afueras (El responsable de las ranas), un c¨¦ntrico hotel barcelon¨¦s (Hotel Astoria) o la mas¨ªa ampurdanesa de un editor (Para amantes y ladrones). Y es que, como dec¨ªa el narrador de esta ¨²ltima novela, un grupo de personas encerrado en un peque?o espacio genera una historia progresivamente absorbente. Adem¨¢s de saber acotarlos, Zarraluki sabe tambi¨¦n crear o recrear esos espacios, gracias a la selecci¨®n y el despliegue de fin¨ªsimos detalles que transcienden la mera descripci¨®n exterior o espec¨ªficamente geogr¨¢fica y cobran su m¨¢ximo relieve cuando sirven al trazado de una atm¨®sfera de ¨¦poca. Y por ¨²ltimo, el humor.
La curva del olvido transcurre en Ibiza. Y llegar a una isla por mar y de madrugada infunde el misterio y la promesa de aventuras de una antigua terra incognita. Al menos para las dos muchachas que, sin saberlo a¨²n, vivir¨¢n durante esos d¨ªas su rito de paso. Sara, la mayor, es hija de Vicente Al¨®s, arquitecto de ¨¦xito, reci¨¦n divorciado, hombre encantador y habilidoso para sortear todo tipo de dificultades, y maestro del tanteo: la capacidad para ¡°adaptarse a todo tal como llegara, transform¨¢ndose lo que hiciera falta para conseguir que las cosas cayeran de su lado¡±. Candela es hija de Andr¨¦s Martel, dedicado al negocio de las antig¨¹edades, de car¨¢cter pusil¨¢nime y torpe, al que la reciente muerte de su mujer en un desgraciado accidente hunde en el pesimismo y la culpa. La larga amistad entre ambas familias justifica el plan veraniego ¡ªidea de Vicente¡ª de instalarse en un peque?o hotel solitario situado en una apartada cala.
Los adultos viven el presente a la luz del pasado, revisando la amistad, la mara?a de sentimientos encontrados, haciendo balance y atentos al deterioro f¨ªsico y la inminente vejez
Tanto para los padres como para las hijas, en esos d¨ªas apacibles se desencadenan insospechados sucesos, con sus peligros y sus riesgos o sus esperanzas, aunque la vivencia del tiempo es ya muy distinta en cada generaci¨®n. Los adultos viven el presente a la luz del pasado, revisando la amistad, la mara?a de sentimientos encontrados, haciendo balance y atentos al deterioro f¨ªsico y la inminente vejez. Las chicas lo viven entreg¨¢ndose a ¨¦l ¡ªcon m¨¢s osad¨ªa Sara; m¨¢s t¨ªmidamente, Candela¡ª y recorriendo los distintos senderos que se les ofrecen. Al final, cada una encuentra lo que cree puede ser su anhelado porvenir.
La ejecuci¨®n novelesca de estas experiencias se resuelve en un haz de peripecias de variado signo, en las que intervienen un conjunto espl¨¦ndido de personajes secundarios: la viuda due?a del hostal, Josefa, briosa y mandona, gran ¡°emprendedora¡±; su ayudante, el atribulado Ricardo, que lograr¨¢ realizar su modesto sue?o; el pintor Esteban Capella, genio tutelar de Candela y cuyo credo est¨¦tico bien podr¨ªa aplicarse a la propia novela de Zarraluki; el alem¨¢n Jakob, siempre c¨¢mara en ristre a la caza de nazis instalados en la confortabilidad de nuestra dictadura, porque no admite que los procesos de Nuremberg fueran el pitido que marc¨® el final; los hippies yankis desertores de la guerra de Vietnam y cuantos habitan la cercana comuna, como Armon¨ªa, hija de un carnicero de Badalona¡ junto con la impagable intervenci¨®n de varios agentes de la Benem¨¦rita en diversos episodios.
Y es que, como Esteban, sabedor de que ¡°la mirada es lo ¨²nico que no envejece¡±, Pedro Zarraluki tampoco se limita a reproducir la realidad ni a pintar los personajes, sino la luz que estos reflejan. Con todos sus matices. Porque, como afirma el pintor, ¡°los artistas estamos obligados a ponernos en peligro, somos reporteros de la subjetividad¡±.
La curva del olvido?
Autor: Pedro Zarraluki.
Editorial: Destino, 2021.
Formato: tapa blanda (334 p¨¢ginas. 19,90 euros) y e-book (9,99 euros).
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