¡®Cartas de amor a Susan¡¯, vino inmortal
Ana Ma?eru rescata en este volumen el amor de Emily Dickinson por su amiga y cu?ada Susan, un sentimiento no suficientemente bien destacado ni comprendido
La personalidad de Emily Dickinson (1830-1886) fue tan compleja y enigm¨¢tica que sobre ella caben toda clase de especulaciones, tambi¨¦n sobre lo que podr¨ªamos llamar su ¡°vida amorosa¡±, un enigma m¨¢s. ?Fue homosexual? ?Fue heterosexual? ?Fue las dos cosas? Las cartas a su amiga Susan Gilbert, m¨¢s tarde su cu?ada, que ahora se publican parcialmente, parecen apuntar en la primera direcci¨®n. Las famosas cartas al enigm¨¢tico Master (Maestro) parecen apuntar en la segunda direcci¨®n y lo mismo cabr¨ªa dec...
La personalidad de Emily Dickinson (1830-1886) fue tan compleja y enigm¨¢tica que sobre ella caben toda clase de especulaciones, tambi¨¦n sobre lo que podr¨ªamos llamar su ¡°vida amorosa¡±, un enigma m¨¢s. ?Fue homosexual? ?Fue heterosexual? ?Fue las dos cosas? Las cartas a su amiga Susan Gilbert, m¨¢s tarde su cu?ada, que ahora se publican parcialmente, parecen apuntar en la primera direcci¨®n. Las famosas cartas al enigm¨¢tico Master (Maestro) parecen apuntar en la segunda direcci¨®n y lo mismo cabr¨ªa decir de las que dirigi¨® a Otis P. Lord, el juez viudo que quiso casarse con ella, cuando Dickinson ya estaba en la cincuentena. Hay expresiones de amor inconfundible en los tres casos, con lo cual lo mejor ser¨ªa reconocer esa condici¨®n compleja e inclasificable de Emily Dickinson, acorde con su rechazo a ser encajonada ¡ª¡±?Qu¨¦ aburrido ser alguien!¡±¡ª, una expresi¨®n m¨¢s de su rebeld¨ªa, ejemplar siempre. Lo que s¨ª sabemos a ciencia cierta es que, ya muy joven, su ¨²nico contacto con el mundo fue el epistolar, en dos vertientes: las cartas en prosa, m¨¢s de mil, y las cartas en verso, tambi¨¦n numerosas.
Las dos clases de cartas nos encontramos en este volumen en el contexto de una intensa y apasionada reivindicaci¨®n feminista en la que su presentadora, Ana Ma?eru, se propone rescatar ese amor de Dickinson por su amiga y cu?ada Susan, un amor ¡ªasegura¡ª no suficientemente bien destacado ni comprendido, dada su dimensi¨®n l¨¦sbica, incompatible con los presupuestos patriarcales y puritanos de la sociedad estadounidense hasta ayer mismo. En consonancia con esa aspiraci¨®n, partiendo de los nuevos archivos electr¨®nicos que permiten el libre acceso a la obra de Dickinson, se restauran las llamadas cartas-poema, muchas de ellas dirigidas a Sue o Susie ¡ªas¨ª la llamaba¡ª, en las que se ve esa intimidad c¨®mplice, tanto en las que son casi recados o acuses de recibo ¡ª¡°Querida Sue, no puedes imaginar/ cu¨¢nto te agradezco/ la Caja¡¡±¡ª o en las que son poemas a secas, siempre buenos o buen¨ªsimos, muchas veces encabezados por el nombre de su destinataria ¡ª¡°Sue¡± o ¡°Querida Sue¡±¡ª y firmados por ella misma, ¡°Emily¡±.
Las cartas en prosa est¨¢n entreveradas de esas expresiones de amor inequ¨ªvocas y rotundas: ¡°Ser¨¢s solo m¨ªa otra vez¡ Te anhelo tanto, y te ans¨ªo tanto, siento que no puedo esperar¡±. ¡°Tesoro m¨ªo, eres m¨ªa¡ y apenas me atrev¨ª a dormir, por temor a que me fueras arrebatada¡±. ¡°Tan solo escr¨ªbeme una l¨ªnea cada semana, y que esta sea: ¡®Emily, te amo¡¯; y me dar¨¦ por contenta¡±. ¡°A veces se me rompe el coraz¨®n porque no tengo noticias tuyas¡±. En ese marco de intensa afectividad, surge la vida cotidiana de Dickinson ¡ªcos¨ªa, cocinaba, hac¨ªa el pan, encargaba la le?a, iba al culto¡ª y tambi¨¦n su inconfundible vuelo poem¨¢tico en su manera de referirse al mundo: ¡°Las im¨¢genes en el aire tienen pocos visitantes¡±, leemos; o: ¡°La pompa-la corte-la etiqueta ¨Cson de la tierra-no entrar¨¢n en el Cielo¡±.
A veces, en las mismas cartas en prosa, intercalaba poemas, a la manera de Keats ¡ªal que admiraba¡ª, como el grandioso ¡°Tengo un p¨¢jaro en Primavera/que canta para m¨ª¡¡±. Adem¨¢s, hac¨ªa referencia en ellas a sus pasiones literarias, sobre todo a la gran George Eliot, un aut¨¦ntico modelo para ella, o la adorada Emily Bront?, ¨ªdem, o a la admirada Elisabeth Barret Browning, delicada y exquisita, como ella. Por supuesto, y siempre tambi¨¦n, Shakespeare, ¨ªdolo eterno y absoluto. Y en cuanto a los poemas en s¨ª mismos, nos encontramos con el universo dickinsoniano, del que podr¨ªamos extraer numerosas perlas, pero quiz¨¢s baste con esta: ¡°Y repentinamente por el aire alterado/se apresura una t¨ªmida hoja./?Oh sacramento de los d¨ªas de verano!/Oh ¨²ltima comuni¨®n en la Bruma-/Deja que una criatura se una-/para compartir tus sagrados emblemas-/Para tomar tu pan consagrado-/?Y tu vino inmortal!¡±.
Cartas de amor a Susan
Autora: Emily Dickinson.
Edici¨®n y pr¨®logo: Ana Ma?eru M¨¦ndez.
Traducci¨®n: Arantxa Azurmendi Mu?oz, Ana Ma?eru M¨¦ndez y Carmen Oliart Delgado de Torres.
Editorial: Sabina Editorial, 2021.
Formato: tapa blanda (288 p¨¢ginas, 20 euros).
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