En los sesenta, todo se vend¨ªa con fotos
Una exposici¨®n indaga en poder de la fotograf¨ªa en la esfera p¨²blica a trav¨¦s de los libros, las publicaciones de prensa y la m¨²sica a lo largo de una de las d¨¦cadas m¨¢s cargadas de simbolog¨ªa del pasado siglo XX
Hay quien afirma que la d¨¦cada de los sesenta comienza el d¨ªa en que la editorial brit¨¢nica Penguin sali¨® absuelta de los cargos de pornograf¨ªa por la publicaci¨®n de El amante de Lady Chatterley. Ocurri¨® en noviembre de 1960, y los m¨¢s de tres millones de ejemplares que se vendieron en los dos a?os siguientes reflejan el poder de una industria cultural donde la fotograf¨ªa va a desempe?ar un papel fundamental. Para otros, la llave de aquella edad de oro de la cultura medi¨¢tica se encuentra el d¨ªa en que asesinaron al presidente Kennedy, cuando su viuda, Jacqueline Kennedy, conocedora del poder de las im¨¢genes, se neg¨® a quitarse la ropa salpicada de sangre. Lo que no sale en la foto no existe. La explosi¨®n de lo fotogr¨¢fico hab¨ªa alcanzado su cumbre y el poder de la imagen resonaba en las p¨¢ginas de las m¨²ltiples revistas y peri¨®dicos, as¨ª como en la multitud de fotolibros publicados, en el dise?o de las cubiertas de los discos, y en los distintos formatos publicitarios, reafirmando su valor documental e informativo.
¡°Exist¨ªa una extraordinaria profesionalidad de la fotograf¨ªa¡±, destaca Horacio Fern¨¢ndez, comisario de Fotograf¨ªa P¨²blica. Los a?os 60, exposici¨®n que se presenta en el espacio CentroCentro, dentro de la Secci¨®n Oficial de PHotoEspa?a. A trav¨¦s de las poderosas im¨¢genes reproducidas tal y como se presentaban en las de dobles p¨¢ginas de las revistas de los peri¨®dicos, de los expl¨ªcitos fotolibros que llegaban de Jap¨®n (¡°la mejor fotograf¨ªa de esos d¨ªas habla japon¨¦s¡±, apostilla el comisario), y de las car¨¢tulas de los elep¨¦s, el espectador se sumerge de inmediato en el tumultuoso y rebelde escenario de una de las d¨¦cadas m¨¢s cargadas de simbolog¨ªa del pasado siglo XX. En el devenir de una ¨¦poca a la que dieron forma la mirada de grandes maestros de la fotograf¨ªa como Richard Avedon, Diane Arbus, David Bailey, Ed van der Elsken, Danny Lyon y Shomei Tomatsu, entre otros muchos.
¡°Hab¨ªa fot¨®grafos especializados en todos los campos demandados¡±, se?ala el comisario. " Y, si bien Marshall McLuhan se refer¨ªa a los medios de comunicaci¨®n como una extensi¨®n del cuerpo, a esto se sumaba la mejor extensi¨®n del ojo, el medio fotogr¨¢fico, para llegar muy lejos. En los sesenta todo se vende con fotograf¨ªas. Las portadas de los discos no solo eran m¨²sica: eran im¨¢genes, que consegu¨ªan que se extendieran las modas y las ideas recorrieran el mundo. Todo lo que suced¨ªa se pod¨ªa encontrar en el almac¨¦n inagotable de las fotos impresas. Mercanc¨ªa y experiencias, arte y literatura, ideas y noticias. En los sesenta sigue siendo verdad que una noticia es inseparable de su imagen fotogr¨¢fica¡±. Pero todas aquellas revistas ilustradas, que hab¨ªan comenzado a florecer en los a?os veinte, comenzar¨ªan a notar su decadencia al final de la d¨¦cada. ¡°La televisi¨®n empieza a ganar poder y los profesionales de la mirada empiezan a experimentar un descenso que no tiene soluci¨®n; el declive de una profesi¨®n que hab¨ªa vivido sus d¨ªas de gloria sin que nadie se diera cuenta¡±, advierte el historiador. ¡°En cierta medida, la fotograf¨ªa ha vuelto a la casilla de salida y es, de nuevo, privada, tanto en la comunicaci¨®n como en la tem¨¢tica. Publicar una foto en las redes se parece bastante al mensaje de socorro de la botella del naufrago¡±.
La exposici¨®n se presenta como una continuaci¨®n de la muestra Fotograf¨ªa publica. 1919-1939. Comisariada por Fern¨¢ndez en 1999 en el Reina Sof¨ªa, iba acompa?ada de un cat¨¢logo que es hoy un libro de referencia dentro de la historia del medio fotogr¨¢fico. Cl¨¦ment Cheroux, curador jefe de fotograf¨ªa en el MoMA, se ha referido a ¨¦l recientemente, como ¡°una revelaci¨®n¡± que confirma ¡°que la fotograf¨ªa no es solo una imagen, sino tambi¨¦n un objeto cuya circulaci¨®n debe ser examinada¡±. El lugar de la fotograf¨ªa est¨¢ tanto en la pared como en la p¨¢gina impresa. Algo que result¨® dif¨ªcil de digerir para el mercado del arte, la academia y los museos, y, sin embargo, resultaba m¨¢s evidente para el p¨²blico, y sobre todo para los fot¨®grafos, que vieron en el fotolibro una pieza principal dentro de su trayectoria, vaticinando un auge que estaba por llegar. ¡°Las ideas que la exposici¨®n puso en circulaci¨®n formaban parte de un estado de cosas relativamente general¡±, explica el comisario. ¡°La crisis de la profesi¨®n fotogr¨¢fica se vuelve enorme, de tal manera que resulta muy dif¨ªcil la relaci¨®n con el publico. As¨ª, el fotolibro se vuelve imprescindible. El gran auge que experimentamos en Espa?a surge en 2010, y se debe a una generaci¨®n excelente de fot¨®grafos que consigue concitar el inter¨¦s del publico gracias a sus publicaciones. Ram¨®n Masats, por ejemplo y tantos otros fot¨®grafos espl¨¦ndidos, no tuvieron que empezar haciendo fotolibros, porque hab¨ªa trabajo en las revistas y en los peri¨®dicos¡±.
Pero volvamos al escenario de los sesenta que nos plantea la exposici¨®n, un recorrido que empieza en las calles. En las g¨¦lidas aceras de Mosc¨², donde William Klein acerca su c¨¢mara a los rostros de los ni?os, y en el Valpara¨ªso de Sergio Larra¨ªn, donde lo cotidiano se transforma en un acto po¨¦tico en las p¨¢ginas de la revista suiza Du. Francisco Onta?¨®n inmortaliza a una pareja que pasea por el ¨¢rido extrarradio de Madrid, donde los bloques de edificios se multiplican, dando forma al llamado milagro econ¨®mico que cobij¨® los sue?os de la clase media espa?ola. ¡°Espa?a era entonces un pa¨ªs perif¨¦rico donde se practicaba la censura¡±, apunta Fern¨¢ndez, de ah¨ª que la presencia de fot¨®grafos espa?oles sea reducida en la muestra. Encontraremos obra de Ram¨®n Masats, de Paco G¨®mez, del publicista y fot¨®grafo Acosta Moro y los fotomontajes de Josep Renau. ¡°Bien es verdad que la Gaceta Ilustrada publicaba de forma sistem¨¢tica obra de Masats o que en Triunfo pod¨ªamos encontrar el mayo del 68 bajo la mirada de Xavier Miserachs, y hab¨ªa una cierta variedad de fotograf¨ªa, pero en general, ¨¦ramos un pa¨ªs muy cerrado. Quiz¨¢s la aportaci¨®n m¨¢s destacable de la Espa?a en esos a?os es la colecci¨®n Palabra e imagen, de la editorial Lumen, una pieza importante en la relaci¨®n entre fotograf¨ªa y literatura¡±, a?ade el comisario.
En los sesenta, tambi¨¦n hay lugar para los olvidados de los lugares inexplorados, como muestra el poderoso primer plano de un ni?o ind¨ªgena de la Amazon¨ªa del Per¨², fotografiado por Thomas Hopker, que compone la cubierta del libro Yatun papa. ¡°Los editores a¨²n tienen la libertad de difundir aquello en lo que creen, a veces pagando un alto precio¡±, resalta Fern¨¢ndez. Aquella d¨¦cada resultar¨ªa en una ¨¦poca de cambio y de grandes conflictos documentados por comprometidos observadores como el fot¨®grafo de raza negra Ernest Cole, quien fotografi¨® el r¨¦gimen del apartheid desde el punto de vista de los oprimidos. Una obra de una pureza aplastante que logr¨® sacar de extranjis de su pa¨ªs, Sud¨¢frica, donde a continuaci¨®n le fue prohibida la entrada. Aquella haza?a tuvo como resultado House of Bondage, uno de los grandes hitos del fotoperiodismo. La Guerra Fr¨ªa, la revoluci¨®n cubana, el Che, la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos o la guerra del Vietnam ocupan a diario los titulares de la prensa. As¨ª, con frecuencia, Don Mc Cullin consegu¨ªa amargar el desayuno a los lectores de clase media de The Sunday Times con unas im¨¢genes cargadas de humanismo que revelaban la barbarie de la guerra, el hambre y el sufrimiento de los m¨¢s d¨¦biles. Su libro The Destruction Businness hizo historia. ¡°En cierto modo, Estados Unidos perder¨¢ la guerra del Vietnam en las p¨¢ginas ilustradas de las revistas¡±, apostilla Fern¨¢ndez.
Pero no todo eran llantos. La juventud que hab¨ªa crecido entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial se rebelaba frente a sus padres. Antes morir que ser adulto. Montan fanzines, happenings, y editan libros. La cultura Beat a¨²na la m¨²sica, la literatura y una actividad sexual a contracorriente, y las revistas culturales van llen¨¢ndose de cuerpos desnudos. Su onda expansiva se extiende por todo el planeta en festivales, carteles y publicaciones que hablan del nudismo, de drogas, proliferan los clubes moteros y las asambleas universitarias. Pronto llegar¨¢n los hippies y las comunas, tambi¨¦n las reivindicaciones feministas. ¡°Es un mundo para j¨®venes, pero no resulta ajeno a la reflexi¨®n: m¨²ltiples soci¨®logos y activistas sugieren que no todo es postureo. Mientras sus detractores los tildan de vagos, ellos se lanzan a crear alternativas al sistema que rechazan¡±, destaca el comisario. ¡°En otras ¨¦pocas la gente quer¨ªa ser algo, o tener poco, o mucho, pero en esta ¨¦poca lo que quiere la gente es parecer, y para parecer la imagen es muy ¨²til. En ese sentido, los sesenta no resultan muy distintos de la ¨¦poca actual¡±.
No podr¨ªamos pasar por alto el apartado dedicado a Par¨ªs y a Praga. ¡°Par¨ªs nos ha dejado m¨¢s esl¨®ganes que im¨¢genes memorables, en cambio, en Praga se reclama una libertad perdida cuyos estertores resuenan a¨²n en Kiev¡±, resalta Fern¨¢ndez. ¡°En retrospectiva, parece como si unos se jugaran la reputaci¨®n y los otros la vida¡±. Sobresalen las obras de Josef Koudelka, cuya excepcional fuerza marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en el fotoperiodismo.
¡°Si recuerdas algo de los sesenta es probablemente porque no los viviste¡±, reza un dicho que resume bien las contradicciones y consecuencias de una ¨¦poca cuya poderosa herencia a¨²n resuena en nuestras vidas. Y ello se debe en gran medida a la profesi¨®n fotogr¨¢fica, una pr¨¢ctica que ha cambiado mucho, a la que esta exposici¨®n rinde homenaje. ¡°Hoy en d¨ªa hay m¨¢s fot¨®grafos que nunca y circulan m¨¢s fotograf¨ªas que en ning¨²n otro momento. Disponemos de internet, donde las audiencias pueden ser inmensas, pero casi toda la fotograf¨ªa que se reproduce no la ve nadie¡±, advierte Fern¨¢ndez. ¡°Internet no ofrece la materialidad de las im¨¢genes de los sesenta. Las im¨¢genes de ahora son ef¨ªmeras, duran minutos, mientras que la fotograf¨ªa de aquella ¨¦poca, como demuestra la exposici¨®n, tiene una larga vida. Hoy siguen siendo perfectamente valiosas¡±.
¡®Fotograf¨ªa p¨²blica. Los a?os 60¡ä. CentroCentro. Madrid. Hasta el 2 de octubre.
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