Los nuevos diaristas son vendedores de vidas
Donde reina la existencia con des¨®rdenes y escisiones, el dietario impone la unidad. Milena Busquets, Manuel Rico, Julio Jos¨¦ Ordov¨¢s y Jos¨¦ Julio Perlado recurren al g¨¦nero para convertirse en inventores de sus problemas, sus intereses y sensibilidades
Tomo el t¨ªtulo del ¨²ltimo volumen de la obra en marcha Sal¨®n de pasos perdidos, de Andr¨¦s Trapiello, titulado Quasi una fantas¨ªa, cuando su autor evoca la novela Fortunata y Jacinta y recoge una observaci¨®n de Gald¨®s sobre una mujer que pide limosna, enajenando su propia vida por unas monedas: ¡°Ese ¡®vendiendo vidas¡¯¡, ?qui¨¦n lo supera?¡±, se pregunta Trapiello. Tal vez un d¨ªa ¨¦l con esa frase d¨¦ t¨ªtulo a una de sus en...
Tomo el t¨ªtulo del ¨²ltimo volumen de la obra en marcha Sal¨®n de pasos perdidos, de Andr¨¦s Trapiello, titulado Quasi una fantas¨ªa, cuando su autor evoca la novela Fortunata y Jacinta y recoge una observaci¨®n de Gald¨®s sobre una mujer que pide limosna, enajenando su propia vida por unas monedas: ¡°Ese ¡®vendiendo vidas¡¯¡, ?qui¨¦n lo supera?¡±, se pregunta Trapiello. Tal vez un d¨ªa ¨¦l con esa frase d¨¦ t¨ªtulo a una de sus entregas diar¨ªsticas, a caballo entre la temporalidad de la experiencia y la elaboraci¨®n literaria. En todo caso, leer un diario es insertarse en una luz de alg¨²n modo crepuscular donde la voz que absorbe el texto es a la vez la de un tiempo que se deshace, que esparce sus momentos en vez de mantenerlos unidos o, en todo caso, ignorados en el interior de su autor. Un movimiento contradictorio: el diarista, retirado al calor de su propio mundo, siente la necesidad de reconquistar lo vivido o sentido a trav¨¦s de la escritura, pero escribe con un fondo de muerte y desaparici¨®n. ¡°Trato de mantener el diario para hacer que cada d¨ªa dure m¨¢s¡±, ?anota Virginia Woolf en su Diario de 1931, ¨²ltima entrega de las editadas hasta ahora por Tres Hermanas a cargo de Olivia de Miguel, su mayor experta en Espa?a. Pero en los diarios hay un fondo tambi¨¦n de complicidad, cuando se piensa en una posible publicaci¨®n de las anotaciones, como ahora ocurre tan a menudo. Esa complicidad resulta evidente en el atractivo diario de Milena Busquets, Las palabras justas. Su autora parece c¨®modamente instalada en la interpretaci¨®n minimalista que hace del g¨¦nero y que le funciona como un guante. Su estilo ha madurado, afortunadamente, desde Tambi¨¦n esto pasar¨¢, y al deseo de reconfiguraci¨®n de la vida emocional (en relaci¨®n con su madre, la editora Esther Tusquets) de aquel primer libro le ha sucedido un modo de abordar los problemas personales basado en una inteligente y un tanto petulante despreocupaci¨®n.
Quien escribe su diario a lo largo de un a?o (?2020?) es una mujer que va al psiquiatra, adora calzarse unas bailarinas, vive sin reparos pendiente del amor ¡ª¡±O est¨¢s enamorado y eres correspondido o est¨¢s solo, no hay m¨¢s categor¨ªas¡±¡ª, su modelo literario es Jules Renard, declina en masculino y puede cambiar de perfume cada dos d¨ªas si la domina la inquietud. ?Cu¨¢l es, en este caso, la articulaci¨®n entre clase social y vida emocional o an¨ªmica? Porque Busquets asume sin complejos sus privilegios de clase ¡ªla primera entrada, un 6 de enero, le sirve como declaraci¨®n de principios: ¡°Lo ¨²nico que hay hoy para desayunar son los marrons glac¨¦s que me han tra¨ªdo los Reyes¡±¡ª o una femineidad desafiante que le permitir¨¢, sin duda, llegar a diferentes tipos de lectores, asentando su escritura en un yo solo a medias lastimado, que cae y se levanta con facilidad. Un yo que parece dejarse llevar por el deseo, pero recogi¨¦ndolo a su vez y d¨¢ndole un lenguaje. ?Las palabras justas?
El diarista necesita reconquistar lo vivido o sentido a trav¨¦s de la escritura, pero escribe con un fondo de muerte y desaparici¨®n
Muy distinto es el publicado por el periodista, escritor y cr¨ªtico Manuel Rico, Diarios completos (1985-2008), donde su autor, sobre todo en una primera etapa ¡ªa?os ochenta y noventa¡ª, se proyecta fundamentalmente como un escritor en ciernes que duda entre el compromiso pol¨ªtico y la vocaci¨®n literaria. ?Acaso son actividades incompatibles? Pero esta era una discusi¨®n muy propia de la ¨¦poca. La pol¨ªtica se abri¨® en la Transici¨®n para los j¨®venes como una posibilidad real de cambio de las trasnochadas estructuras franquistas. Fue una experiencia colectiva e irrepetible de la que Rico da cuenta con un marcado inter¨¦s por el nuevo mundo literario que iba insinu¨¢ndose: ¡°Leo incansablemente¡±, anota en 1986.
El eje de los diarios de Rico es Madrid, como el de Milena Busquets es Barcelona, y el torbellino de una ciudad que en los ochenta viv¨ªa en plena transformaci¨®n sociocultural y pol¨ªtica. Fueron los a?os de la Movida, pero tambi¨¦n de las drogas, los a?os del sida y de la pr¨¢ctica p¨¦rdida de una generaci¨®n de j¨®venes que por un momento se creyeron dioses, la semilla de una nueva sociedad que quedar¨ªa truncada, como antes, y por diferentes razones, hab¨ªan sucumbido aquellos otros j¨®venes, republicanos, que volvieron a Espa?a, a?os despu¨¦s, envejecidos, reivindicando su memoria de vencidos. Sin embargo, en la segunda etapa de sus diarios ¡ªse abren de nuevo en el a?o 2000¡ª Rico da un mayor espacio a su vida personal y a los territorios que le han ido acompa?ando, espacios ¨ªntimos que han asistido, en una comunicaci¨®n muda, a su crecimiento personal: el campo de Cartagena, Sanl¨²car de Barrameda, su casa de Gargantilla del Lozoya. Los a?os de militancia quedaron atr¨¢s: ¡°Vi a Macario Barja, el l¨ªder de CC OO de la construcci¨®n en los ¨²ltimos a?os del franquismo, esperando la llegada del autob¨²s bajo la marquesina de una parada en el barrio de Vallecas. Vi a un hombre envejecido, a un anciano encorvado, y solo en los rasgos afilados de sus p¨®mulos pude recobrar a uno de los mitos de mis primeros a?os de militancia comunista¡±.
El espacio de una ciudad, Zaragoza, ser¨¢ a su vez el eje de las anotaciones de un diarista de largo recorrido, Julio Jos¨¦ Ordov¨¢s, en su libro El peat¨®n sentimental, escrito con la vocaci¨®n de organizar su memoria ciudadana en torno al anverso y el reverso de una misma realidad: en el anverso est¨¢ la ciudad con su clima ¨¢spero, su niebla, su calor sofocante, sus calles por las que la urbe se desangra lentamente. En el reverso no deja de estar presente la biograf¨ªa de su autor. Es decir, que la presencia v¨ªvida de la ciudad tiene lugar sobre un fondo de ausencia y de memoria. Y algo de eso leemos tambi¨¦n en Los cuadernos de Miquelrius, del periodista y tambi¨¦n escritor Jos¨¦ Julio Perlado (Madrid, 1936). Un ejercicio literario m¨¢s bien indefinible, entre la anotaci¨®n puntual propia de un diario, la evocaci¨®n inconexa de la memoria personal y las referencias a una vida intelectual que ha permitido a su autor trabar relaci¨®n con personalidades de fuste: Fellini, Ezra Pound, Cort¨¢zar, Heming?way, Baroja¡
Diarios en definitiva dispares los que se recogen aqu¨ª. El diarista es el inventor de sus problemas, de sus intereses, de su sensibilidad, y en este sentido dispone de un enorme poder unificador. Donde reinaba la vida con todos sus contrarios, des¨®rdenes y escisiones, el diario impone la unidad de una escritura concebida a la medida de cada cual. Y en esta medida, tan singular, los lectores apreciamos el abrazo de un hombre (Busquets), la pulsi¨®n literaria (Rico), la ca¨ªda de la noche sobre la ciudad (Ordov¨¢s) o el disfrute de una jornada solitaria (Perlado). Apreciamos el esfuerzo por combatir, de una forma conmovedoramente humana, el paso del tiempo.
Las palabras justas
Autora: Milena Busquets.
Editorial: Anagrama, 2022.
Formato: tapa blanda (134 p¨¢ginas. 16,90 euros) y e-book (8,99 euros).
Diarios completos?
Autor: Manuel Rico.
Editorial: Punto de Vista, 2022.
Formato: tapa blanda (439 p¨¢ginas. 23,90 euros).
El peat¨®n sentimental?
Autor: Julio Jos¨¦ Ordov¨¢s.
Editorial: Xordica, 2022.
Formato: tapa blanda (101 p¨¢ginas. 11,95 euros).
Los cuadernos de Miquelrius
Autor: Jos¨¦ Julio Perlado.
Editorial: Funambulista, 2022.
Formato: tapa blanda (336 p¨¢ginas. 18 euros).
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