A pesar de todo, Virginia Woolf
Una biograf¨ªa, un tomo de sus diarios y un volumen de cartas permiten volver a una autora que no distingu¨ªa entre escritura e intimidad
Olvidemos la cantidad de ediciones en castellano, fragmentarias o no, de los diarios y la correspondencia de Woolf. Olvidemos que Orlando, traducido por Jorge Luis Borges, fue una de las fuentes de varias l¨ªneas de la c¨¦lebre enumeraci¨®n del aleph visual de El aleph: como en la actualidad los lectores de Borges y los de Woolf pertenecen a galaxias distintas, pocas veces se advierte ese delicioso ¡°pr¨¦stamo¡±, como hubiesen dicho los fil¨®logos. Olvidemos otras traductoras o editoras epis¨®dicas y egregias, que a Woolf le irritaban: detest¨® a Marguerite Yourcenar y fue insularmente imperial con Victoria Ocampo.
Olvidemos las oleadas de las diversas posturas cr¨ªticas que acompa?aron su fama: sucesivamente fue convencional; despu¨¦s, vanguardista; m¨¢s tarde, l¨ªrica; casi siempre, estrecha de miras sociales o demasiado inglesa; a partir de los a?os ochenta del siglo XX se la confin¨® en un palacio enorme y casi siempre sentimental: el de los estudios culturales y el de la diferencia. Aunque en este ¨²ltimo espacio se pierdan en parte sus dotes literarias y su deslumbrante captaci¨®n de la historia, no podemos olvidar, sin embargo, que fue la autora indiscutible de uno de los tres panfletos supremos de la liberaci¨®n de las mujeres: el primero, el de Mary Wollstonecraft (Vindicaci¨®n de los derechos de la mujer; 1792); el segundo pertenece a Woolf (Un cuarto propio; 1929); el tercero fue El segundo sexo, de Simone de Beauvoir (1949). El primero se escribi¨® durante una revoluci¨®n; los otros dos son textos de las posguerras del siglo XX.
Los tres panfletos, adem¨¢s, fueron posibles por el advenimiento del cristianismo, la ¨²nica de las tres religiones monote¨ªstas que cre¨® (alumbraron, permitieron, forjaron) un pliegue por el que se desliz¨® el cuerpo de la mujer primero y despu¨¦s, mucho despu¨¦s, tambi¨¦n su entera condici¨®n humana. Hay otra -muy inc¨®moda- condici¨®n que hizo posible la liberaci¨®n de las mujeres; y Woolf la percibi¨®: que aquella es impensable fuera del capitalismo. En ese sentido, Orlando podr¨ªa interpretarse tambi¨¦n como la inquietante advertencia de que la mujer, como sujeto social y pol¨ªtico, surge atada a dos poderosos se?ores: cristianismo y reino de la mercanc¨ªa. En efecto, en 1928 Orlando se transforma en reguladora m¨¢xima del mercado: va a grandes almacenes, conduce un coche, ?espera a su marido.
Porque alberga todas esas vertientes y no resuelve ninguna, hoy podemos leer a Woolf como una intelectual en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino y en todos sus g¨¦neros: como alguien que no retrocede ante ning¨²n peligro y no distingue entre escritura e intimidad. Al contrario, desaf¨ªa la intimidad en la escritura, a la que concibe siempre, en sus cartas y diarios, como un arrojarse al espacio de los otros, tanto ante el de los lectores como al de la sociabilidad familiar, casi tan exigente y feroz, en su caso, como la del campo literario.
En una de las extraordinarias cartas a su tard¨ªa amiga Ethel Smyth (una de las pocas compositoras de la ¨¦poca, que le llevaba 20 a?os y que era una arist¨®crata omnipotentemente lesbiana) formul¨® la m¨¢s perfecta y desafiante po¨¦tica de ese arrojo suyo, clarividente y peculiar¨ªsimo. Lo vincul¨® con sus extensos brotes psic¨®ticos, que se encuentran pautados en la cl¨¢sica y sutil biograf¨ªa de Lyndall Gordon y que ella enlaza con los mecanismos de su producci¨®n literaria. Dijo Woolf: ¡°Puedo asegurarte que, como experiencia, la locura es aterradora y nada despreciable. En su lava sigo encontrando la mayor¨ªa de las cosas sobre las que escribo. Sale de una enteramente formada, terminada, no en gotitas, como sucede con la cordura¡± (1930, en la traducci¨®n de la argentina Susana Constante de Cartas a mujeres; 1993).
En 1930, cuando anot¨® estas l¨ªneas, Woolf ya hab¨ªa pasado por al menos tres de los m¨¢s prolongados episodios de demencia que jalonaron su vida: Gordon sigue esa serie, sin hacer cl¨ªnica ni interpretaci¨®n, y la usa para desarrollar su trabajo sobre tres pilares. El primero es la g¨¦nesis de la figura de una escritora y la relaci¨®n con el ritmo de sus lecturas, pautada por su padre, Leslie Stephen. El segundo es un hallazgo de Gordon: las variaciones gen¨¦ricas que Woolf trabaj¨® en sus ensayos y novelas surgen del g¨¦nero que con m¨¢s ¨¦xito practic¨® su padre a partir de 1885: el Dictiona ry of National Biography, uno de los monumentos ideol¨®gicos de la ¨¦poca victoriana imperial. Observa Gordon: ¡°La biograf¨ªa fue el punto de partida¡± de la literatura de su hija porque hab¨ªa sido el punto de llegada de su padre, Leslie Stephen. El tercer pilar es la labor cr¨ªtica: Gordon no es s¨®lo una bi¨®grafa, sino una gu¨ªa util¨ªsima para acceder incluso a algunas de las claves de la Woolf m¨¢s oscura e inclasificable, la de Las olas (1931).
Junto con Gordon y con la correspondencia con Lytton Strachey ha aparecido otra traducci¨®n, sin duda excelente, porque es de Olivia de Miguel, de los diarios de 1915-1919, que corresponden a la misma ¨¦poca del intercambio con Strachey. El pr¨®logo de In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo es una enternecedora acumulaci¨®n de ingenuidades o errores, como afirmar que ¡°es la primera vez que se nos ofrece una versi¨®n fidedigna e inequ¨ªvoca de Virginia Woolf¡±. Hay traducciones tambi¨¦n muy estimables anteriores de Justo Navarro y de Laura Freixas en Grijalbo. Y lo fidedigno y lo inequ¨ªvoco son, precisamente, lo que Woolf, en su genialidad, nunca entrega. Si se logra, como en el caso de Kafka, hacer la edici¨®n completa de los diarios (seis o siete vol¨²menes seg¨²n las ediciones) y la de la correspondencia (que posee la extensi¨®n ?similar), se podr¨¢ acceder, junto con las obras, a uno de los monumentos de la literatura moderna, de su deslumbrante originalidad y de su inagotable y arriesgada inteligencia.
¡®Virginia Woolf. Vida de una escritora¡¯. Lyndall Gordon. Traducci¨®n de Jaime Zulaika. Gatopardo, 2017. 456 p¨¢ginas. 22,95 euros.¡®El diario de Virginia Woolf (Vol. I / 1915-1919)¡¯. Virginia Woolf. Traducci¨®n de Olivia de Miguel. Tres Hermanas, 2017. 613 p¨¢ginas. 26 euros.¡®600 libros desde que te conoc¨ª (correspondencia)¡¯. Virginia Woolf- Lytton Strachey. Traducci¨®n de Socorro Jim¨¦nez. Jus, 2017. 143 p¨¢ginas. 14,50 euros.Virginia Woolf, las olas¡¯.¡® Jes¨²s Marchamalo, con ilustraciones de Antonio Santos.N¨®rdica, 2017. 64 p¨¢ginas. 9,95 euros.
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