¡®El caballo ciego¡¯, una narraci¨®n de perfecci¨®n asombrosa
El tiempo hace justicia a la escritora Kay Boyle, corresponsal de ¡®The New Yorker¡¯ perseguida por el macartismo. Esta novela de narrativa perfecta es una verdadera joya
De pronto, al cabo del tiempo, una novela despierta muchos a?os despu¨¦s de su aparici¨®n e ilumina la literatura. Kay Boyle (Minnesota, 1902) es una de esas mujeres escritoras y activistas que instalan su juventud y su talento en Europa en los a?os de la generaci¨®n perdida ¡ªa la que se neg¨® a pertenecer¡ª junto con otras valerosas escritoras emblem¨¢ticas del medio siglo. Volvi¨® a Norteam¨¦rica en 1941 y regres¨® a Europa en 1946 como corresponsal de ...
De pronto, al cabo del tiempo, una novela despierta muchos a?os despu¨¦s de su aparici¨®n e ilumina la literatura. Kay Boyle (Minnesota, 1902) es una de esas mujeres escritoras y activistas que instalan su juventud y su talento en Europa en los a?os de la generaci¨®n perdida ¡ªa la que se neg¨® a pertenecer¡ª junto con otras valerosas escritoras emblem¨¢ticas del medio siglo. Volvi¨® a Norteam¨¦rica en 1941 y regres¨® a Europa en 1946 como corresponsal de The New Yorker, fue v¨ªctima del macartismo, se retira a San Francisco y, a pesar de sus numerosos libros y lucha social, acaba siendo m¨¢s bien desconocida. Hasta que el tiempo la saca a la luz como autora, entre otros relatos y novelas, de El caballo ciego, una obra maestra absoluta, una verdadera joya, una narraci¨®n de perfecci¨®n asombrosa.
El sustento del relato es una relaci¨®n a tres ¡ªno el cl¨¢sico tr¨ªo, sino un tri¨¢ngulo familiar de tres v¨¦rtices: pa?dre, madre e hija¡ª. La madre es el personaje fuerte, consciente, ordenado por la norma y el sentido com¨²n, afectuosa y dominante. El padre, Caby, es el personaje d¨¦bil, un pintor fracasado sin muchas agallas, simpatizante del alcohol, cuya necesidad de despuntar de alguna manera es el origen de sus errores. La hija, Nan, es una joven a la espera de los 18 a?os para emanciparse: voluntariosa, luchadora, necesitada de reconocimiento. La madre, que pertenece a una familia de criadores de caballos, no tiene nombre: es la madre.
Caby, en su en¨¦sima metedura de pata, compra a su hija un caballo, deseado por la chica, y la enga?an: Brigand es un caballo de caza, nada especial, mas para la chica lo es todo. Y entonces surge una calamidad: el caballo se vuelve ciego de un d¨ªa para otro. La escena es un prodigio. El dictamen de la madre, del veterinario y hasta del mozo de cuadra es que deben sacrificarlo, por l¨®gica y por compasi¨®n. Pero Nan se opone con todas sus fuerzas. Este punto de la narraci¨®n despliega el nudo dram¨¢tico. La madre luchar¨¢ por imponer su sensato criterio, el padre por redimirse de su error y de su relaci¨®n con ambas mujeres, tan fuertes y tan distintas en la etapa vital de cada una, y Nan se empe?ar¨¢ en salvar a su caballo tratando de hacerlo ¨²til, su ¨²nica posibilidad. ?Qu¨¦ es esta historia sino una lucha de voluntades y sentimientos, sino una representaci¨®n perfectamente simb¨®lica de la lucha por la vida?
Toda gran obra literaria depende de la elecci¨®n feliz por el autor del elemento que la conduce. Pongamos un ejemplo: la genialidad de dos relatos extraordinarios como El regreso del soldado, de Rebecca West, o Una dama extraviada, de Willa Cather, reside en la soberbia elecci¨®n de narrador. Igualmente, la genialidad de El caballo ciego se decide en la elecci¨®n de los tres personajes del tri¨¢ngulo; porque la decisi¨®n de desarrollar la historia por el tri¨¢ngulo madre-padre-hija posee un formidable caudal de opciones vitales, de lucha de voluntades. Ello y, por supuesto, la sensibilidad creadora y expresiva de Kay Boyle y su admirable elecci¨®n de los detalles de esa lucha de cada uno por tratar de ser cada uno.
Hay sentimiento, y poderoso, en toda la novela, pero sin pizca de sentimentalismo. El uso de las voces es magistral: un narrador central inidentificable, los pensamientos de los tres personajes sorprendentemente bien insertos en esa voz narradora, y los di¨¢logos externos. El modo en que estos tres ejes se relacionan refuerza la expresividad del relato, lo enriquece, lo tensa seg¨²n se necesita, y la lectura es fascinante, no se puede dejar. La complejidad de los personajes, as¨ª tratados, los aleja de todo estereotipo y los enfrenta en una impredecible relaci¨®n de poder que no excluye el afecto. ?Qui¨¦n impondr¨¢ su sentimiento?
La escritura de El caballo ciego, de gran riqueza y emoci¨®n literaria, tiene estupendas cualidades descriptivas. As¨ª, por ejemplo, dice de Caby que se retiraba a leer por la ma?ana, tras levantarse y hacer sus abluciones, con ¡°una paz suave, bien afeitada y provista¡±. De la madre: ¡°Sentada, con las rodillas separadas para que se secara la lluvia de su falda de tweed, les hablaba mientras fumaba un cigarrillo con aire distra¨ªdo, solo concentrada en parte en su comunicaci¨®n con otros seres y en parte en sus meticulosas ideaciones mientras contemplaba el fuego del hogar¡±; y padre e hija, inm¨®viles en el sof¨¢, ¡°parec¨ªan no ver o¨ªr nada, no ver nada, como las personas que en hospitales y en c¨¢rceles aguardan el veredicto sin esperanza, pero con una entereza sorda y d¨®cil¡±. Y de Nan: ¡°Ninguna clase de sabidur¨ªa humana puede devolverle (al caballo) la vista, pens¨® mientras abr¨ªa el port¨®n; se quedar¨¢ ah¨ª temblando, paralizado por el miedo, en ese estado de ceguera incurable y terror incurable hasta que lo sacrifiquen¡±; pero, m¨¢s adelante, el narrador cuenta: ¡°De noche, el port¨®n del establo se abr¨ªa (¡) y ¨¦l sal¨ªa con ella, ciego y maravillado, al mundo infinito, un mundo lentamente reconstituido y recobrado¡±.
Suprema elegancia, suprema precisi¨®n, supremo uso de la sugerencia.
El caballo ciego
Autora: Kay Boyle.
Traducci¨®n: Magdalena Palmer.
Editorial: Mu?eca Infinita, 2022.
Formato: tapa blanda (168 p¨¢ginas, 18,95 euros).
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