Aixa de la Cruz: ¡°Antes nos drog¨¢bamos para divertirnos, ahora lo hacemos para producir m¨¢s¡±
Despu¨¦s de su arrolladora autoficci¨®n ¡®Cambiar de idea¡¯, la escritora vasca regresa con un libro muy distinto: la novela ¡®Las herederas¡¯, donde cuatro nietas se reparten el legado de una abuela suicida

Aixa de la Cruz habla deprisa, tal vez para solventar el relativo p¨¢nico esc¨¦nico que supone comentar su nueva novela por primera vez frente a un aut¨¦ntico desconocido. Pero existe otra hip¨®tesis: su cerebro parece ir a una velocidad bastante superior a la de la media. Podr¨ªa ser la parte perceptible de una inteligencia que intimida, siempre acompa?ada de una amabilidad inalterable, pero frente a la que nuestras preguntas, sin falsa modestia, no siempre parecen estar a la altura. Hizo gala de ella en su libro anterior, Cambiar de idea (Caballo de Troya, 2019), un ¡°autoensayo¡± arrollador, electrizante y pasado de voltios que la revel¨® como una de las voces m¨¢s prometedoras de la literatura espa?ola. Ese cruce de testimonio biogr¨¢fico en primera persona y humilde tratado sociol¨®gico desment¨ªa que la autoficci¨®n fuera un coto reservado ¡°para se?ores aburridos y escritoras jud¨ªas¡±. Hablaba del fracaso estrepitoso de un matrimonio temprano, de su aborto en una cl¨ªnica decorada con estampas de la Virgen del Roc¨ªo, de las arrugas que empezaban a dibujarse en su rostro y en el de sus amigos, de su largo historial de autolesiones, de su juventud abertzale en el Euskadi de los dosmiles, de su bisexualidad asumida, de aquel ¡°biopadre¡± que un d¨ªa desapareci¨® y nunca regres¨®, de la violencia que descubri¨® durante los a?os en los que residi¨® en M¨¦xico, de su cambio de parecer sobre las agresiones sexuales en pleno juicio de la Manada. Todo ello, en 140 p¨¢ginas escasas y sin haber llegado a¨²n a la treintena.
A los 34 a?os, la autora vuelve con un libro completamente distinto. Las herederas (Alfaguara) es una novela en la que se distancia de la primera persona y tambi¨¦n de lo autobiogr¨¢fico. ¡°Aunque todo aquel que diga que hace ficci¨®n pura, en la que el peso de lo vivido no existe, o miente descaradamente o lo est¨¢ haciendo muy mal. Si tratas un tema sobre el que tienes cero experiencia, siempre te acabas dando contra el muro¡±, dice en una tarde veraniega en el centro de su Bilbao natal, delante de una ca?a con la que intenta combatir la (moderada, por vasca) ola de calor. En el libro, cuatro nietas se encierran en una casa de pueblo para repartirse la herencia de su abuela Carmen, que se abri¨® las venas en la ba?era meses atr¨¢s. Las protagonistas deben decidir qu¨¦ hacer con esa vieja residencia. Lis se recupera de una crisis nerviosa y preferir¨ªa venderla cuanto antes. Su hermana Erica quiere convertirla en un centro de retiros espirituales y paseos bot¨¢nicos. A Nora, medianamente toxic¨®mana, le gustar¨ªa usarla como almac¨¦n para la mercanc¨ªa que distribuye su camello. Y Olivia, la prima mayor, intenta descubrir por qu¨¦ su abuela se quit¨® la vida. Es la excusa argumental que permite que De la Cruz trate algunos de los grandes temas de nuestro tiempo: la precariedad laboral, la fragilidad psicol¨®gica, la indigencia sentimental.
El resultado es una mezcla de drama familiar, costumbrismo castellano y tintes de novela g¨®tica. Y este ¨²ltimo componente le hace especial ilusi¨®n a la autora, porque tem¨ªa que pasara desapercibido. ¡°As¨ª la conceb¨ª desde el principio, aunque mis editores no han querido venderla de esa manera, porque generar¨ªa expectativas que luego tal vez no se cumplen. Es decir, no hay fantasmas en la novela, o no los hay de manera expl¨ªcita¡±, sonr¨ªe. De la Cruz se aficion¨® a este g¨¦nero durante sus estudios de Filolog¨ªa Inglesa y Teor¨ªa de la Literatura por su habitual exploraci¨®n de la psique de los personajes de mujer. ¡°La tradici¨®n de la escritura femenina siempre ha estado muy relacionada con la novela g¨®tica, un terreno en el que se pod¨ªa decir lo que no estaba socialmente permitido, un espacio en el que los autores verbalizaban el tab¨²¡±, sostiene la escritora, que aqu¨ª tambi¨¦n ha aspirado a escupir algunas verdades inc¨®modas propias de nuestro tiempo. Dice la historiadora del cine Mary Ann Doane que un texto solo necesita dos cosas para quedar vinculado a lo g¨®tico: ¡°mujer m¨¢s residencia¡±. La m¨¢s reciente novela en castellano ha asumido como propia esa est¨¦tica literaria, de Mariana Enr¨ªquez (Nuestra parte de noche) a Layla Mart¨ªnez (Carcoma). Y las mujeres encerradas en sus domicilios podr¨ªan ser, adem¨¢s, la principal tendencia de esta rentr¨¦e literaria, como demuestran los casos de Sara Mesa (La familia) y Lara Moreno (La ciudad).
¡°Toda familia es una peque?a secta donde se cometen todas las tropel¨ªas. La casa familiar es el lugar donde se origina la violencia¡±
De la Cruz tuvo un referente muy ilustre: Henry James y Otra vuelta de tuerca, la novela que estren¨® ese tropo que mezcla el terror y la salud mental. ¡°El lector cree que en el libro hay elementos sobrenaturales, pero al final descubre que solo hab¨ªa un enfermo mental en la casa. Es una idea muy conflictiva a la que quise dar la vuelta¡±, afirma la autora. ¡°Tengo muchos problemas con la visi¨®n biom¨¦dica de la psiquiatr¨ªa. Se trata el dolor ps¨ªquico como si fuera una diabetes, y no como algo culturalmente construido que es producto de violencias sist¨¦micas¡±. Ella pone en duda el car¨¢cter hereditario de la enfermedad mental. ¡°Y, a la vez, es algo que muchos hemos podido sentir en alg¨²n momento. Todos tenemos la aprensi¨®n de haber heredado cosas de nuestros padres que, en realidad, no son transmisibles, pero que nos hacen creer en la existencia de una maldici¨®n b¨ªblica dentro de cada familia: acabar¨¢s cometiendo los errores de tu padre, acabar¨¢s suicid¨¢ndose como se suicid¨® tu abuela¡±.
La novela cobr¨® forma durante el confinamiento de 2020. La autora, que acababa de dar a luz a su hija Noa, decidi¨® instalarse en la casa de su abuelo, donde ella sol¨ªa pasar las vacaciones de ni?a, en el p¨¢ramo burgal¨¦s, en un contexto parecido al de su libro (aunque puntualiza que no hay nada estrictamente autobiogr¨¢fico en ¨¦l: en realidad, De la Cruz es hija ¨²nica). ¡°El confinamiento nos pill¨® viviendo en Bilbao, en una casa diminuta con una ni?a de nueve meses. Aprendi¨® a caminar en el vest¨ªbulo del edificio, porque en casa no hab¨ªa espacio. Con mi marido [el escritor Iv¨¢n Repila, autor de El aliado], decidimos que era la gota que colmaba el vaso. Llev¨¢bamos acumuladas muchas peque?as violencias que proced¨ªan de la ciudad, como los alquileres o el espacio reducido. Cuando te quitan todo lo que forma parte de una ciudad y solo te queda tu casa, se acaba volviendo un espacio inhabitable, invivible¡±. La casa de su abuelo estaba destartalada, pero por lo menos ten¨ªa un jard¨ªn. ¡°Nos dejamos seducir por la idea rom¨¢ntica del pueblo como refugio, que durante la pandemia se convirti¨® en realidad, a pesar de todas las problem¨¢ticas y las desatenciones que son propias del mundo rural¡±.
De la Cruz comparte una parte del discurso sobre el pueblo como Arcadia contempor¨¢nea, que a tantos debates habr¨¢ dado lugar en el microcosmos literario en los ¨²ltimos a?os. ¡°Hay un valor en lo rural, en el campo, en el pueblo. Abrir la puerta de tu casa y no ver asfalto y un sinf¨ªn de tiendas, sino los efectos del paso de las estaciones, me ha cambiado la mirada. He aprendido a nombrar plantas y p¨¢jaros¡±, admite. ¡°El problema llega cuando se nos olvida politizarlo. Lo rural est¨¢ abandonado. Yo me quise quedar en esa aldea, pero no era posible. No conduzco y no quiero conducir, y viv¨ªa en un sitio sin transporte p¨²blico donde todos los servicios est¨¢n a 10 kil¨®metros, lo que te obliga a depender del coche, y no hay alumbrado p¨²blico a partir de las cinco de la tarde. Todas estas cosas tambi¨¦n est¨¢n impidiendo que se viva en los pueblos. Esos discursos rom¨¢nticos que no problematizan nada resultan peligrosos¡±. Desde diciembre pasado vive en Laredo (Cantabria), a menos de una hora de Bilbao, donde siguen residiendo sus padres, periodistas. De la ciudad no echa nada de menos: ¡°Al rev¨¦s, echo cosas de m¨¢s. El af¨¢n consumista, por encima de todo. Cuando desaparece de tu vida, empiezas a usar tu tiempo de ocio de manera mucho m¨¢s enriquecedora¡±.

Las herederas desprende una imagen calamitosa de la familia, escenario de un sinf¨ªn de rituales s¨¢dicos donde las hermanas se llevan a matar y los progenitores brillan por su ausencia. ¡°Toda familia es una peque?a secta donde se cometen todo tipo de tropel¨ªas. Es un lugar muy tenebroso. Por suerte no es mi caso, pero estoy rodeada de personas bell¨ªsimas que siguen arrastrando heridas horribles que les causaron en casa¡±, responde De la Cruz. Opina que, durante la crisis de 2008, se produjo un cambio de percepci¨®n respecto a la familia. ¡°Incluso la izquierda, que siempre hab¨ªa sido la m¨¢s cr¨ªtica con la instituci¨®n, empez¨® a defender a los abuelos, los ¨²nicos que nos cuidaron cuando nos quedamos sin nada, los que mantuvieron a familias enteras solo con su pensi¨®n. Se instaur¨® la idea de que la familia es el ¨²ltimo lugar donde cobijarse. Cuando nos quedamos sin hogar, lo ¨²nico que nos queda es la casa familiar, que puede ser un refugio, pero tambi¨¦n es el lugar donde se origina la violencia¡±.
Desde que tuvo a su hija, De la Cruz ha entendido los peligros que conlleva su nuevo papel. ¡°La familia siempre privilegia el abuso. Ser madre es como llevar una pistola cargada y hacer todo lo posible por no apretar el gatillo. Hay una relaci¨®n de autoridad, una tendencia al abuso de poder. Un grito para un ni?o no es un grito para un adulto, por mucho que hayas tenido un mal d¨ªa. Hay que ir con sumo cuidado: cualquier peque?o traspi¨¦ deja unas secuelas incre¨ªbles¡±, asegura. No es partidaria, sin embargo, de abolir la familia. ¡°Lo que quiero hacer es convertir ese espacio cerrado en un lugar de paso para mucha gente. Hay que diluir todo lo que tiene de t¨®xico¡±, responde la autora, apuntando a una posible soluci¨®n que tambi¨¦n esboza su libro. ¡°En realidad, centrarlo todo en la familia impide los movimientos colectivos y pol¨ªticamente relevantes que puedan producirse en el futuro¡±.
¡°Hay un valor en el campo, en el pueblo. El problema es que se nos olvide politizarlo, porque lo rural est¨¢ abandonado. El discurso rom¨¢ntico es peligroso¡±
El otro pilar de la novela es su reflexi¨®n sobre las adicciones entre la juventud actual, como ya hac¨ªan libros recientes como Facendera o Supersaurio. ¡°La novela nace de una reflexi¨®n sobre las drogas. Me fascinan las distintas dimensiones que tiene el f¨¢rmaco. La misma pastilla para tratar a un ni?o de nueve a?os con d¨¦ficit de atenci¨®n es la que luego le compramos al camello por la noche. Legalidad e ilegalidad son conceptos muy relativos. No tengo experiencia con el consumo de drogas psiqui¨¢tricas, pero s¨ª he comprobado los efectos de tomar estimulantes para trabajar, que luego te obligan a consumir otras drogas por la noche para apagarte, y luego a tomar 25 caf¨¦s al d¨ªa siguiente para no dormirte. Se crea un c¨ªrculo infinito de dependencia¡±, dice De la Cruz. En el libro aparecen distintos tipos de estupefacientes: m¨¦dicos, recreativos, cham¨¢nicos. ?Todos son iguales? ¡°No. Hay una diferencia entre tomar MDMA con tus amigos un fin de semana y tomar drogas para funcionar. Es peligroso cuando las drogas se al¨ªan con el sistema, porque entonces es el sistema el que te est¨¢ drogando¡±, contesta la escritora, que opina que los tratamientos psiqui¨¢tricos no siempre curan, sino que estabilizan al paciente para que siga siendo operativo. ¡°Antes nos drog¨¢bamos para divertirnos. Ahora nos drogamos para producir m¨¢s y mejor¡±. A De la Cruz le parece positivo que la salud mental haya dejado de ser un tab¨², aunque con eso no baste. ¡°Est¨¢ bien exteriorizarlo y decir que todos tenemos sufrimientos. No veo ning¨²n victimismo en ello. Pero, si hoy todos necesitamos ansiol¨ªticos, ?por qu¨¦ no nos estamos organizando colectivamente para dejar de necesitarlos?¡±.
La autora bilba¨ªna se siente parte de una generaci¨®n en la que figuran autoras como Luna Miguel (su editora en Caballo de Troya junto a Antonio J. Rodr¨ªguez), Andrea Abreu o Cristina Morales. ¡°Cuando Cristina gan¨® el Premio Nacional, di saltos de alegr¨ªa. En lo tem¨¢tico y lo estil¨ªstico hay una disparidad absoluta, y s¨¦ que mis amigas escritoras no siempre lo comparten, pero yo s¨ª que reivindico sentirme parte de esa generaci¨®n. Para m¨ª, es como pertenecer a un equipo de f¨²tbol¡±, bromea De la Cruz. ¡°Siento como propios los triunfos colectivos, y para m¨ª esa es la idea central de esta generaci¨®n. Igual tiene algo que ver con la emoci¨®n que supuso, hace solo cuatro o cinco a?os, empezar a ver nombres de mujeres j¨®venes en las mesas de novedades. En muy poco tiempo se ha producido un relevo generacional muy fuerte. Y muy femenino, la verdad...¡±.
Cuando termin¨® Las herederas, la autora sinti¨® que era el comienzo de algo nuevo, por primera vez desde que debut¨® en 2007, siendo una autora precoc¨ªsima, con Cuando fuimos los mejores (Almuzara). ¡°Los dos libros anteriores, Cambiar de idea y La l¨ªnea del frente (Salto de P¨¢gina, 2017), ten¨ªan puntos en com¨²n. Este ha sido otra cosa¡±, confirma. Le sorprende que, desde que es madre, su escritura se haya visto alterada. ¡°Siento una forma de relacionarme con el lenguaje que es muy distinta, que se nota incluso en la prosodia de mis frases. Es algo que miro con asombro, pero noto que algo ha cambiado en mis dedos a la hora de teclear. Salen de tu cabeza frases con un sonido distinto, con una intenci¨®n diferente¡±, se admira. ¡°Cuando par¨ª, tuve la sensaci¨®n de cargar con algo muy fr¨¢gil todo el rato. Y tal vez eso tiene una influencia, si no en los temas tratados, s¨ª en el propio pulso de la escritura¡±. Pese a todo, su m¨¦todo de trabajo sigue siendo el mismo: acumular fijaciones y luego plasmarlas sobre la p¨¢gina. ¡°Para m¨ª, lo m¨¢s sencillo habr¨ªa sido volver a hacer otro autoensayo, un Cambiar de idea 2. Pero me di cuenta de que para tratar un tema tan complejo me hac¨ªa falta escenificarlo con diferentes personajes¡±, recuerda. ¡°Lo que no s¨¦ es en cu¨¢nto tiempo voy a escribir algo nuevo, porque tengo la sensaci¨®n de haber volcado todo lo que me obsesiona en Las herederas. Creo que llega el momento de quedarme callada un rato. Siento que no tengo mucho m¨¢s que decir¡±, jura antes de despedirse para ir a tomar el autob¨²s de vuelta a casa. Y queda claro, por descontado, que est¨¢ mintiendo como una bellaca.
¡®Las herederas¡¯. Aixa de la Cruz. Alfaguara, 2022. 328 p¨¢ginas. 19,90 euros. Se publica el 22 de septiembre.
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