Pascal Comelade: elogio pataf¨ªsico del plato combinado
El m¨²sico suma un nuevo ¨¢lbum a su singular e inabarcable discograf¨ªa, que mezcla tonadas esot¨¦ricas y un localismo alucinado
Entrevistar a Pascal Comelade (Montpellier, Francia, 1955) es ardua tarea, cirug¨ªa invasiva. De estoica seriedad pese a un talante ir¨®nico y generoso, recibe cada pregunta cual puya, frunce el ce?o y baja la mirada, susurra y titubea, pausa sus palabras con largos silencios que parecen transportarle a un enajenado trance, para finalmente contradecir tu pregunta en un catal¨¢n articulado desde su franc¨¦s natal, explicaciones que al tiempo iluminan y confunden. Hablamos de su nuevo ¨¢lbum, ¨²ltima entrega en una discograf¨ªa inabarcable, que comprende m¨¢s de un centenar de referencias. Lo ha titulado Le non-sens du rhytme (Because / Music As Usual) y contiene la habitual mezcolanza de brillantes exhalaciones metron¨®micas, recitados en franc¨¦s, esot¨¦ricas tonadas, muzak desviacionista, voces de ultratumba y ultralocalismo c¨®smico.
¡°Es otra producci¨®n de m¨²sica instrumental, no pensada para ir con im¨¢genes, aunque pueda servir en un contexto audiovisual¡±, sentencia con el disgusto de un viejo profesor contrariado. ¡°En mis discos he invitado a cantantes, pero son colecciones de m¨²sica instrumental. Nada m¨¢s. Si hubiese querido hacer canciones, me hubiese interesado por la construcci¨®n de una canci¨®n, que es otro mundo, otra historia. Pero yo no puedo. Una canci¨®n no es un instrumental con voz a?adida. No, no y no; es algo m¨¢s complicado. A m¨ª me interesa lo desligado, el collage, encontrar tu propio lenguaje, despojarlo de todo y hacerlo tuyo¡±.
¡°Barcelona era la capital del mundo. ?Qu¨¦ iba a pasar despu¨¦s de Franco? Al lado, Par¨ªs era convencional¡¡±
Sus primeras grabaciones a mediados de los setenta, inspiradas en la m¨²sica repetitiva y electr¨®nica que descubre sintonizando Radio Andorra, son variaciones aut¨®ctonas sobre los postulados de La Monte Young, Philip Glass, Steve Reich, Moondog o Harry Partch. Hasta los proleg¨®menos del punk neoyorquino, sus adorados New York Dolls y Suicide, no regresar¨¢ al rock and roll. ¡°Soy muy limitado como pianista, no leo partituras¡±, confiesa quien de muy joven decidi¨® que su capital cultural era Barcelona, no Par¨ªs.
¡°Imag¨ªnate llegar a este pa¨ªs en los setenta: ?qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª?¡±, recuerda. ¡°Barcelona era la capital del mundo¡ Hac¨ªa que te preguntases qu¨¦ iba a pasar aqu¨ª cuando se acabase la mierda de Franco. En comparaci¨®n, Par¨ªs era tan convencional¡ El primer disco que compr¨¦ al llegar, en 1972, fue el segundo volumen del Dioptria de Pau Riba. Conservo muy viva esa imagen de Barcelona; aquella ¨¦poca de finales de los setenta no dir¨ªa que fue la mejor, pero s¨ª la m¨¢s interesante¡±.
Hospedado en casa de Llu¨ªs Llach gracias a que sus padres ¡ªun psiquiatra y una divulgadora de la cocina tradicional¡ª acogen a los cantautores catalanes de paso hacia Par¨ªs, Comelade se ve inmerso en unas calles cuyos transe¨²ntes se parecen mucho a los retratados por Gallardo y Nazario. En los ochenta, vuelve a Barcelona y se instala en Gr¨¤cia, en el piso del poeta Enric Casasses, y traba amistad con el dibujante Max, el guitarrista Toti Soler o el desaparecido V¨ªctor Nubla. En 1983, junto a Cathy Claret y Pierre Bastien, funda la Bel Canto Orquestra. El uso de juguetes e instrumentos de tama?o reducido, explica, lo inspir¨® Music for Amplified Toy Pianos, de John Cage.
D¨¦cadas m¨¢s tarde, cumplir¨¢ el sue?o de grabar con Pau Riba y Sisa. Tambi¨¦n trabaja con Albert Pla, el core¨®grafo Cesc Gelabert y el pintor Miquel Barcel¨®, m¨²sicos franceses como Richard Pinhas y Jac Berrocal, o los exploradores krautrock Jean-Herv¨¦ Peron, de Faust, y Jaki Liebezeit, de Can. Recientemente fabul¨® una pieza inspirada en The Velvet Underground junto al neoyorquino Lee Ranaldo. Construye as¨ª una obra inefable, que se inicia con Fluence (1975); desembarca en Espa?a con El primitivismo (1988), cuya portada firma Ceesepe, y alcanza su cl¨ªmax comercial en L¡¯argot du bruit (1998), donde cantan Robert Wyatt y PJ Harvey. Es un discurso, reformulado en cada nueva grabaci¨®n, de melancol¨ªa minimalista ungida en humoradas pataf¨ªsicas, excentricismo contrario a casi todo, seny y rauxa al un¨ªsono, sardanas y rock and roll.
¡°Para m¨ª la chanson era el verdadero imperialismo¡±, confiesa Comelade, que dice aborrecer todo el cine franc¨¦s. ¡°Tampoco me interesa Gainsbourg, prefiero la canci¨®n italiana. Siendo adolescente descubr¨ª que mi m¨²sica era el rock and roll. Mi primer disco me lo regalan un D¨ªa de Reyes, Electric Ladyland, de Jimi Hendrix, yo tendr¨ªa 14 a?os. ?Te imaginas? Lo normal eran los ¨¦xitos radiof¨®nicos: los Beatles, la vari¨¦t¨¦¡, y de pronto escucho a Hendrix. Mi relaci¨®n con la m¨²sica es patol¨®gica, sin juicios de valor. Para m¨ª todo es un gran plato combinado, cada ingrediente tiene su valor, o no. En el rock encontr¨¦ ese combinado, una multiplicaci¨®n del caos y la informaci¨®n¡±.
El m¨²sico alterna folclor e irreverencia: vanguardia y tradici¨®n son dos tiempos de una misma cultura
Residente en C¨¦ret, durante el confinamiento pint¨® un mural en el bar Le Pablo, por Picasso, quien atra¨ªdo por la luz del Vallespir pas¨® temporadas en la poblaci¨®n y dio las obras que hoy custodia su museo de arte moderno. Tambi¨¦n Salvador Dal¨ª pas¨® por C¨¦ret, en cuya plaza de toros protagoniz¨® un multitudinario evento en 1965. Coleccionista de juguetes antiguos y raros instrumentos, amante de la bande dessin¨¦e y autor de mordaces collages protagonizados por iconos del rock, Comelade recurre como fondo al imponente Canig¨®, ante cuya cumbre vemos a una cobla sardanista liderada por el joven poeta Verdaguer, con barretina, de los billetes de 500 pesetas. Otros instrumentistas aparecen enmascarados a lo Batman, Mi?ckey Mouse y Krazy Kat, adem¨¢s de The Residents en cada globo ocular.
Intuitivamente, Comelade comprendi¨® que la vanguardia y la tradici¨®n son dos tiempos de una misma cultura. De ah¨ª que en sus discos rescate p¨¢ginas del folclor catal¨¢n adapt¨¢ndolas a su gustosa irreverencia creativa. Si no lo es, se parece mucho a un genio mediterr¨¢neo. ¡°Estoy harto de ser el hijo de Erik Satie, el sobrino de Nino Rota y el nosequ¨¦ de Kurt ?Weill¡±, refunfu?a quien ha grabado descacharrantes transmutaciones de cl¨¢sicos de The Rolling Stones, Dylan, MC5, The Kinks o Deep Purple. Y aunque en Francia sus m¨²sicas se han usado en el cine y aqu¨ª en campa?as publicitarias, el ¨¦xito popular le ha esquivado. La culpa la tendr¨¢ ese p¨¢nico esc¨¦nico que le hace tocar de espaldas al p¨²blico o su nula voluntad de autobombo.
¡°Nunca me gust¨® el concepto de espect¨¢culo, de representaci¨®n¡±, concluye. ¡°Pero vi que en el rock and roll puedes vehicular tu discurso; en el mundo del jazz, la cl¨¢sica o la canci¨®n es imposible. El rock es el ¨²nico lugar donde cualquier pr¨¢ctica puede funcionar. Para m¨ª, es la ¨²nica aventura humana del siglo XX. El rock and roll y el c¨®mic son las ¨²ltimas aventuras de verdad. No son una utop¨ªa o una revoluci¨®n, sino una aventura¡±. Retirado de las giras desde su despedida oficial con un gran concierto en la catedral de Barcelona en 2019, en principio no habr¨¢ conciertos para promocionar este nuevo ¨¢lbum. Los rockeros dada¨ªstas no bailan. Mejor as¨ª.
Pascale Comelade?
Because / Music As Usual
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