¡®Equus¡¯: un psicodrama para epatar a la burgues¨ªa

Es curioso el morbo que todav¨ªa despierta Equus. La obra del dramaturgo ingl¨¦s Peter Shaffer, que parte del caso real de un adolescente que sac¨® los ojos con un punz¨®n a media docena de caballos a los que cuidaba en un establo, impact¨® en su presentaci¨®n en Londres en 1973 por sus desnudos integrales, sus connotaciones zoof¨ªlicas y religiosas, la velada alusi¨®n a la homosexualidad y la torturada mente del protagonista, diseccionada a la manera lacaniana, que estaba de moda en la ¨¦poca. Acrecent¨® su fama con la versi¨®n cinematogr¨¢fica que dirigi¨® Sidney Lumet en 1977. En Espa?a se estren¨® con pol¨¦mica en octubre de 1975 (un mes antes de la muerte de Franco) porque la censura prohibi¨® los desnudos en el ¨²ltimo momento y el director Manuel Collado, aunque en principio acat¨® la orden, poco despu¨¦s se la salt¨®, lo que se convirti¨® en leyenda del teatro espa?ol. Todav¨ªa en 2007, cuando a nadie espantaba ya un desnudo en un escenario, una nueva producci¨®n en Londres utiliz¨® ese cebo: ¡°?Un desnudo frontal de Daniel Radcliffe, el actor que interpret¨® a Harry Potter!¡±.

El nuevo montaje que acaba de estrenarse en Madrid, con versi¨®n de Natalio Grueso y dirigido por Carolina ?frica, esquiva elegantemente el reclamo del desnudo en su promoci¨®n. Pero las leyendas se alimentan solas. Cuando se teclea ¡°equus teatro¡± en Google sale inmediatamente asociada la palabra ¡°desnudo¡±, adem¨¢s de otras como ¡°sexo¡± o ¡°represi¨®n¡±. As¨ª que el p¨²blico, aunque sea de manera inconsciente, ya va al teatro predispuesto a ¡°escandalizarse¡± un poquito. Y aqu¨ª est¨¢ el problema: Equus es un psicodrama burgu¨¦s que epat¨® a la burgues¨ªa de hace medio siglo, pero hoy d¨ªa ya resulta algo antigua tanto en el contenido como en su presentaci¨®n en forma de duelo entre un psiquiatra y el subconsciente de un chico perturbado que ha hecho una cosa muy rara. Lo que aflora en ese combate parece sacado de la libreta de notas de Freud. Una madre ultrarreligiosa que lo empa?a todo de pecado y sufrimiento. Un padre cargado de principios y deseos ocultos. Un muchacho incapaz de gestionar su sexualidad. Y un psiquiatra agotado profesionalmente que se encuentra con sus propios demonios durante las sesiones con el adolescente.

Carolina ?frica y Natalio Grueso intentan acercar la historia al momento actual con referencias a las redes sociales, una puesta en escena ¨¢gil y una sugerente escenograf¨ªa firmada por Bengoa V¨¢zquez, pero no profundizan en lo que tal vez dar¨ªa verdadera intensidad y nueva vida al texto: la relaci¨®n entre el psiquiatra y el paciente. No se respira en esta propuesta el v¨ªnculo que desarrollan ambos personajes a lo largo de la funci¨®n porque cada uno evoluciona aqu¨ª por separado. Los actores Roberto ?lvarez y ?lex Villaz¨¢n los interpretan de manera correcta, aunque con maneras de teatro costumbrista y demasiado encerrados en s¨ª mismos. Lo mismo ocurre con el resto del reparto. De esta forma, la funci¨®n resulta un tanto plana.

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