¡®La cabeza del drag¨®n¡¯: el gran carnaval de Valle-Incl¨¢n
Luc¨ªa Miranda le ha cogido el pulso al autor con una puesta en escena alegre y bulliciosa, cuyo campo de juego es el teatro entero, platea y palcos incluidos. Sus int¨¦rpretes hacen un ejercicio de transformismo instant¨¢neo
Los monarcas constitucionales que Valle-Incl¨¢n satiriza en La cabeza del drag¨®n no son hombres de bien, pero viven una vida soberana. En esta farsa carnavalesca que Luc¨ªa Miranda dirige en el teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid, guiando a un elenco jovenc¨ªsimo, el autor satiriza el mundo contempor¨¢neo de manera tan amable como certera. Aunque la adscripci¨®n est¨¦tica de la pieza es modernista, en su escritura palpita el esp¨ªritu cr¨ªtico punzante de los esperpentos venideros.
Miranda le ha cogido el pulso a Valle-Incl¨¢n con una puesta en escena alegre y bulliciosa. En vez de intentar reproducir con minucia las descripciones cinematogr¨¢ficas que el autor pormenoriza en sus acotaciones, la directora y su equipo han creado otras acciones que conservan la impronta de las originales, recitadas en off por Jos¨¦ Sacrist¨¢n con una prosodia redonda. El campo de juego de este espect¨¢culo es el teatro entero: hay desfiles y cabalgadas por la platea del Mar¨ªa Guerrero, palcos que se convierten en retablos de marionetas humanas y pisos en los que anidan pajaritos y pajarracos. El subt¨ªtulo de la obra original (Farsa infantil) no alude al g¨¦nero de su escritura ni al p¨²blico al que se dirige tanto como al tono en el cual debe ser representada. Las farsas son una fiesta siempre y el adjetivo infantil se refiere a la puerilidad de lo que acontece en esta: una historia de pr¨ªncipes y bufones a trav¨¦s de la cual el autor de Romance de lobos habla del conflicto entre el amor puro y el amor al poder y los bienes materiales.
Apoy¨¢ndose en una labor profusa pero feliz de Nacho Bilbao, Miranda convierte La cabeza del drag¨®n, obra de 1910, en una revista musical, como las que inspiraron a Valle-Incl¨¢n la composici¨®n de Luces de bohemia, su revista asc¨¦tica. Francesc Aparicio, al bombardino, y Marta Ruiz, a la trompeta, punt¨²an, contradicen y acompasan las peripecias de los pr¨ªncipes Ajonjol¨ª, Pomp¨®n y Verdemar (interpretado este ¨²ltimo por Ares B. Fern¨¢ndez, debutante de 18 a?os que, con su encanto natural y su presencia ingenua, compensa su conocimiento incipiente del oficio de actor). Destaca en el reparto Carmen Escudero, actriz, cantaora y bailaora de 23 a?os, que es un vendaval: a cada entrada suya hay que sujetarse el sombrero. Al papel de Duende ella le pone sandunga. A base de sumar t¨ªtulos de teatro cl¨¢sico, V¨ªctor Sainz tiene un arte impropio de su edad. Mar¨ªa G¨¢lvez y Carlos Gonz¨¢lez son una pareja zigzagueante de malos malasombra del siglo XXI. A Chelis Quinz¨¢ y a Clara Sans les toca hacer y deshacer sus papeles de reyes sin majestad. Marina Molt¨® conserva a sus 19 a?os la luz p¨²ber que requiere su Infantina. Juan Pa?os calza con naturalidad sus versos sat¨ªricos, como lo hubiera hecho Ramper si le hubieran dado en su d¨ªa vela en este divertido entierro de la sardina. Entre todos ellos hacen un alarde de transformismo instant¨¢neo.
¡®La cabeza del drag¨®n¡¯. Texto: Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n. Direcci¨®n: Luc¨ªa Miranda. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Hasta el 13 de noviembre.
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