¡®El sentido art¨ªstico de los animales¡¯: el ¡®punctum¡¯ de la naturaleza

Existe una graciosa justicia al comprobar que muchos comportamientos del mundo animal son tambi¨¦n los de los artistas, igual que, valga la chanza, ¨¦stos han ido esparciendo su territorio al de los pol¨ªticos, cient¨ªficos, fil¨®sofos o astrof¨ªsicos. Observamos hechos estil¨ªsticos en la coreograf¨ªa del urogallo macho, en las ciudades colgantes de los p¨¢jaros caciques y en las acrobacias del gib¨®n. Adem¨¢s de poseer gracia formal, parecen resistentes a las oleadas multiculturalistas y condicionamientos sociales (a menos que tengamos en cuenta los efectos de la revoluci¨®n industrial en el mundo natur...

Existe una graciosa justicia al comprobar que muchos comportamientos del mundo animal son tambi¨¦n los de los artistas, igual que, valga la chanza, ¨¦stos han ido esparciendo su territorio al de los pol¨ªticos, cient¨ªficos, fil¨®sofos o astrof¨ªsicos. Observamos hechos estil¨ªsticos en la coreograf¨ªa del urogallo macho, en las ciudades colgantes de los p¨¢jaros caciques y en las acrobacias del gib¨®n. Adem¨¢s de poseer gracia formal, parecen resistentes a las oleadas multiculturalistas y condicionamientos sociales (a menos que tengamos en cuenta los efectos de la revoluci¨®n industrial en el mundo natural).

?Podr¨ªa hablarse de una obra de arte creada por y para las bestias? En El sentido art¨ªstico de los animales, el fil¨®sofo franc¨¦s ?tienne Souriau (1892-1979) opinaba que s¨ª. Este peque?o tratado, publicado originariamente en 1965 y ahora rescatado por la editorial Cactus, no puede ser m¨¢s oportuno en pleno auge animalista, pero tambi¨¦n de panesteticismo y museos por doquier. Adem¨¢s de describir sorprendentes casos de teatralidad y autoconciencia animal, animar¨¢ al lector a repensar algunas cuestiones (ya nada urgentes, es verdad) sobre la creaci¨®n contempor¨¢nea.

Souriau es un observador atento del ¡°entusiasmo¡± del cuerpo animal: ¡°Si bien hace falta evitar todo antropomorfismo al estudiarlos, no est¨¢ mal hacer un poco de zoomorfismo al estudiar al ser humano, cuya lucidez y poder de razonar con mucha frecuencia se exageran¡±. La danza de combate de la serpiente de cascabel bien podr¨ªa haber inspirado las coreograf¨ªas de Merce Cunningham; el pergolero satinado que solo pone elementos azules en su jard¨ªn y se maquilla la pechera con ese pigmento recuerda al ultramarino de Yves Klein, o las torres de tierra adobada de las termitas tendr¨ªan su correlato en la Sagrada Familia de Gaud¨ª. No faltan las obras ¨²nicas ¡ªcon permiso de Walter Benjamin¡ª, como el nido m¨¢s c¨¦lebre que existe, conservado en el Museo de Soleura, hecho por la pajarita de las nieves a base de resortes de reloj tomados, sin duda, de los residuos de una f¨¢brica suiza.

El punctum de la naturaleza tambi¨¦n muerde al poeta, como se lee en la f¨®rmula baudeleriana de la gracia en el andar femenino: ¡°Se dir¨ªa que es una serpiente que danza en el extremo de un bamb¨²¡±.

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