Muere Merce Cunningham, explorador del movimiento
El bailar¨ªn y core¨®grafo renovador de la danza contempor¨¢nea fallece a los 90 a?os
Acababa de cumplir 90 a?os. Pero su cuerpo, atrapado desde hac¨ªa dos en una silla de ruedas, -?puede haber algo m¨¢s duro para un bailar¨ªn que la inmovilidad?- decidi¨® que su lucha incondicional contra la vejez y sus achaques ya no eran necesarios. Hace apenas dos horas la Cunningham Dance Foundation y la Merce Cunningham Dance Company anunciaban la muerte en Nueva York de uno de los ¨²ltimos grandes core¨®grafos del siglo XX, Merce Cunningham. "S¨®lo quien est¨¢ dispuesto a dar su cuerpo por el bien del mundo est¨¢ en condiciones de ser confiado al mundo. S¨®lo qui¨¦n est¨¢ dispuesto a hacerlo con amor es digno de ser el gu¨ªa del mundo". Con estas palabras sacadas del libro del Tao, lectura de cabecera de Cunningham y sobre la que se fundament¨® gran parte de su filosof¨ªa personal y profesional, anunciaba la web www.merce.org la muerte del artista, ocurrida el domingo de madrugada y la apertura de su estudio a lo largo de todo edtr lunes a quien quisiera acudir a presentar sus respetos hacia un creador extraordinario que centr¨® su vida en la exploraci¨®n del movimiento.
Pese a su delicado estado de salud, Merce Cunningham a¨²n tuvo energ¨ªas, hace apenas un mes, para desplazarse hasta el Dia Center for The Arts, en Beacon (Nueva York) con motivo del estreno de uno de sus c¨¦lebres events coincidiendo con la inauguraci¨®n de la exposici¨®n que se le dedicaba en aquel museo al pintor espa?ol Antoni T¨¢pies. Fue una de las ¨²ltimas veces que se dej¨® ver en p¨²blico. Cunningham observ¨® a sus bailarines jugar con el espacio y perderse entre las notas musicales compuestas, como en todas sus creaciones, al margen de la coreograf¨ªa y recibir, una vez m¨¢s, la ovaci¨®n incondicional del p¨²blico. Tambi¨¦n fue ovacionado el pasado 16 de abril, el d¨ªa que estren¨® en Nueva York su ¨²ltima composici¨®n, Casi noventa (presentada tambi¨¦n en Espa?a), concebida para conmemorar su noventa cumplea?os, casi un siglo de vida que sin embargo, a Cunningham no le bast¨®. "Siempre quedan cosas por hacer, por descubrir, el tiempo nunca es suficiente" declar¨® en entrevista a este peri¨®dico. Trevor Carlson, director ejecutivo de su compa?¨ªa, aseguraba a este diario en abril que Cunningham, pese a su edad, era un hombre joven, "mucho m¨¢s que otros artistas con menos a?os que ¨¦l. Es un hombre tenaz, con una curiosidad inmensa, siempre dispuesto a aprender de los otros, a compartir lo que sabe, a experimentar".
Cunningham, nacido en Centralia (Washington), quiso ser bailar¨ªn desde ni?o. Fue alumno aventajado de Martha Graham, otra de las grandes de la coreograf¨ªa moderna estadounidense, pero su talento como core¨®grafo floreci¨® sobre todo tras su paso por el Black Mountain College en los a?os cincuenta, donde conoci¨® al m¨²sico John Cage, quien se convertir¨ªa en su pareja personal y profesional, construyendo juntos uno de los binomios creativos fundamentales de los a?os sesenta y setenta. Artistas como Robert Rauschenberg tambi¨¦n estudiante en aquella escuela de planteamientos educativos radicales, o Jasper Johns, se convirtieron tambi¨¦n en colaboradores asiduos.
La revoluci¨®n que llev¨® Cunningham hasta los escenarios de la danza, influido por la filosof¨ªa zen que absorbi¨® a trav¨¦s de John Cage, se centr¨® por un lado, en entregarle el poder al azar y por otro en subrayar la importancia del movimiento en s¨ª mismo, al margen de la m¨²sica. Al contrario de lo que tradicionalmente hac¨ªan los core¨®grafos, en los espect¨¢culos de Cunningham la danza, la m¨²sica, el vestuario o la escenograf¨ªa se conciben de forma completamente independiente entre s¨ª por lo que s¨®lo la casualidad puede hacer que en medio del escenario, los bailarines se muevan al ritmo de la m¨²sica por unos instantes, o las luces se balanceen siguiendo el movimiento del cuerpo humano. "Mi vida ha sido una b¨²squeda constante de maneras de mirar y encontrar nuevas formas en el movimiento" afirm¨® Cunningham al repasar su vida.
El Libro de las mutaciones (I-ching), un compendio de sabidur¨ªa confuciana al que se le hacen preguntas como a un or¨¢culo y que tanta influencia tuvo en los artistas estadounidenses que abrazaron las ense?anzas filos¨®ficas de oriente en los a?os sesenta, fue uno de los libros que sigui¨® consultando hasta el final. Pero pese al peso que quiso darle al azar en su existencia, Cunningham dej¨® muy bien estructurado el futuro de su compa?¨ªa. El pasado junio anunci¨® un plan de futuro post-mortem para la Merce Cunningham Dance Company. Sabiendo que su vida expiraba, el core¨®grafo concibi¨® un plan para que sus bailarines se embarquen en una gira mundial de dos a?os y despu¨¦s la compa?¨ªa se cierre. Consciente de las dificultades que conlleva verse sin trabajo en el dif¨ªcil mundo de la danza, los miembros de su compa?¨ªa seguir¨¢n cobrando un salario durante un a?o entero, al igual que su personal administrativo. Ha sido la ¨²ltima gran decisi¨®n de un artista ¨²nico cuyo inmenso legado dificilmente morir¨¢.
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