Trescientos motivos para detener un instante
La Fundaci¨®n March re¨²ne los fondos de las colecciones Siegert y Ord¨®?ez Falc¨®n para recorrer el fruct¨ªfero discurrir de 180 a?os del medio fotogr¨¢fico
Son pocas las exposiciones que la Fundaci¨®n Juan March ha dedicado a la fotograf¨ªa a lo largo de su casi medio siglo de desarrollo expositivo. A este medio visual que, pese a su corta historia de casi dos siglos, sometido a un desaforado auge universal y a una difusi¨®n masiva, experimenta una clara banalizaci¨®n. En un mundo sobresaturado de im¨¢genes, estas podr¨¢n servir para distraer m¨¢s pero invitan menos a reflexionar. De ah¨ª que, bajo el t¨ªtulo de Detente, instante. Una historia de la fotograf¨ªa, frase que hace alusi¨®n no solo a lo que consigue el fot¨®grafo con su c¨¢mara, sino tambi¨¦n aquello que Goethe hizo desear a Fausto en un momento de plenitud, la instituci¨®n ofrece un sugerente recorrido para todo visitante dispuesto a detener su mirada m¨¢s de un instante. A dejarse atrapar por la ambigua naturaleza del arte de la fotograf¨ªa y su indudable capacidad para encender la imaginaci¨®n y trasladarnos por extraordinarias sendas.
Son trescientas las im¨¢genes que presentan el fruct¨ªfero fluir de un medio que va desde la d¨¦cada de los cuarenta del siglo XIX hasta el a?o 2017 y en el que confluyen doscientos cincuenta fot¨®grafos. Diferentes maneras de mirar al mundo que dan forma a una de las historias posibles de la fotograf¨ªa. Una historia concebida por Manuel Font¨¢n del Junco, Ulrich Pohlmann y Mar¨ªa Zozaya, que de cuando en cuando interrumpe el orden cronol¨®gico concebido para evidenciar ¡°el baile del tiempo¡±. ¡°El caracter¨ªstico adelantarse del arte a su tiempo hist¨®rico¡± as¨ª como ¡°la presencia intempestiva del pasado¡± que se percibe en algunas de las obras m¨¢s actuales. As¨ª, el chocante retrato de un hombre al que le sangra la nariz, firmado en 1995 por Jeff Wall, ¡ªexponente de la fotograf¨ªa posconceptual cuya obra abunda en las posibilidades expresivas de la tradici¨®n figurativa¡ª, comparte espacio con el dulce y al tiempo pavorosamente meticuloso retrato de la hija de Franz Hanfstaengl realizado en 1855. ¡°Si algo hace la c¨¢mara mejor que ning¨²n otro medio es mostrar lo absolutamente especifico, y por tanto lo imperfecto, lo transitorio, lo chocante, lo vulgar¡±, nos recuerda Antonio Mu?oz Molina en uno de los textos que incluye el cat¨¢logo que acompa?a a la exposici¨®n.
Los fondos de la exposici¨®n pertenecen a dos de las colecciones de fotograf¨ªa m¨¢s importantes de Europa. Una de ellas espa?ola, la de Enrique Ord¨®?ez e Isabel Falc¨®n, y la otra, la perteneciente al alem¨¢n Dietmar Siegert. Ambas colecciones comenzaron a fraguarse en los 70, cuando la fotograf¨ªa era t¨ªmidamente reconocida como una disciplina art¨ªstica dentro del mercado del arte y eran pocos los museos que prestaban atenci¨®n al medio. Las distintas consideraciones que guiaron a estos coleccionistas a la hora de atesorar sus fondos, a ese expresi¨®n personal de un mundo que evidencia toda colecci¨®n, les sit¨²a como los primeros curadores de esta historia. La colecci¨®n Siegert destaca por la abundancia de obras del siglo XIX mientras que la Ord¨®?ez Falc¨®n, compuesta por m¨¢s de un millar de piezas e integrada en gran parte el TEA Tenerife Espacio de las Artes, ejemplifica las principales corrientes del siglo XX. Fenton, Cameron, Le Gray, Nadar, Muybridge, Atget, Man Ray, Sander, Rodchenko, Arbus, Shore, Avedon, Ruff, Goldblatt, Tillmans, Garc¨ªa Alix y Joan Fontcuberta figuran entre otros muchos artistas de referencia.
Dividida en seis partes, la muestra alude al medio fotogr¨¢fico como herramienta para percibir y acercarse a la realidad, a la relaci¨®n del hombre con el mundo, a trav¨¦s de obras tan c¨¦lebres como desconocidas, (se echa en falta la presencia de m¨¢s autores espa?oles, proviniendo los fondos de la que es considerada la colecci¨®n privada m¨¢s importante de Espa?a) que establecen correspondencias, ayudadas por un montaje de paneles colgantes, y dan pie a sorprendentes entramados. Al tiempo se establecen distintos hilos conductores, bien a trav¨¦s de los objetos inanimados que aparecen en la fotograf¨ªas, o a trav¨¦s de los espacios vac¨ªos, de la belleza de los cuerpos , de gestos y posturas, o de la relaci¨®n del hombre con su trabajo. ¡°Con toda probabilidad, la lecci¨®n m¨¢s importante que podemos aprender al contemplar estas trescientas obras maestras de la fotograf¨ªa es que la forma no solo tiene algo que decir; la forma es la declaraci¨®n misma, el n¨²cleo esencial, tanto en la fotograf¨ªa como en la pintura¡±, escribe Paul Ingendaay. ¡°Por eso necesitamos estudiarla, necesitamos colecciones y museos que dispongan de mucho espacio y cuenten con un principio organizativo convincente¡±.
Tal y como apunta Ulrich Pohlmann, ¡°hoy en d¨ªa es casi imposible imaginar con que curiosidad, con que asombro y tambi¨¦n con que sobresalto reaccion¨® la opini¨®n p¨²blica ante la invenci¨®n de la fotograf¨ªa en 1839¡å, pero si algo consigue esta muestra es enfatizar que el poder del medio fotogr¨¢fico sigue estando en promover el enigma a trav¨¦s de su quietud muda. En su facultad para llevarnos por caminos impredecibles y laber¨ªnticos vericuetos. Interrogantes que confunden tanto como siguen fascinando. Intrigando, seguramente con la misma fuerza que hace dos siglos, a todo aquel dispuesto a detenerse, a dejarse seducir durante m¨¢s de un instante. ¡°Lo que revela la foto no podr¨ªa ser descubierto por ning¨²n otro procedimiento¡±, escribe Mu?oz Molina, ¡°algo tr¨¦mulo, desordenado, ¨¢spero, muy fr¨¢gil, una vida al desnudo, una presencia no filtrada por lo saberes visuales del arte¡±.
Detente, instante. Una historia de la fotograf¨ªa. Fundaci¨®n Juan March. Madrid. Hasta el 15 de enero del 2023.
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