¡®India simb¨®lica¡¯, o c¨®mo ser nadie

En la India, la luna es un joven hermoso que, a lomos de un ant¨ªlope (o de un carro tirado por este veloz animal), acoge en su seno a aquellas personas que hayan llevado una vida piadosa y correcta. Simboliza la transformaci¨®n, la visi¨®n interior, los pensamientos, la imaginaci¨®n, el tiempo mensurable (tambi¨¦n el tiempo superado, es decir, la eternidad) y, ya que su sede se localiza en el coraz¨®n, nuestra parte emocional. Pero no es un lugar de llegada, una especie de para¨ªso como en la tradici¨®n griega y la rom¨¢ntica, sino de de...

En la India, la luna es un joven hermoso que, a lomos de un ant¨ªlope (o de un carro tirado por este veloz animal), acoge en su seno a aquellas personas que hayan llevado una vida piadosa y correcta. Simboliza la transformaci¨®n, la visi¨®n interior, los pensamientos, la imaginaci¨®n, el tiempo mensurable (tambi¨¦n el tiempo superado, es decir, la eternidad) y, ya que su sede se localiza en el coraz¨®n, nuestra parte emocional. Pero no es un lugar de llegada, una especie de para¨ªso como en la tradici¨®n griega y la rom¨¢ntica, sino de descanso y renovaci¨®n mientras se aguarda un nuevo nacimiento que le d¨¦ a uno la oportunidad de liberarse de esa condena que es regresar a la Tierra bajo aspectos distintos una y otra vez.

Un primer escal¨®n, por tanto, en la toma de conciencia del principio b¨¢sico del hinduismo: que lo que percibimos, empezando por uno mismo, no es sino una proyecci¨®n del Ser. Centro de muchos mitos (como su relaci¨®n con el elixir de la inmortalidad, su matrimonio con las 27 hijas del dios Daksa, que le maldice por preferir a una de ellas, Rohini, sobre las dem¨¢s, o su conversi¨®n en uno de los emblemas de Siva) y rituales (uno de ellos, chandrayana, consiste en adecuar la cantidad de alimento, de m¨¢s a menos y de menos a m¨¢s, a sus fases), la luna usa el tridente, la espada, el garrote, el l¨¢tigo y la flor de loto para recordarnos que hemos de superarla si deseamos disolvernos definitivamente en el Todo.

Nuestra parte solar, representada por los siete chakras o centros (tambi¨¦n conocidos como lotos, nexo de uni¨®n hermen¨¦utico con la luna) que se alinean en forma de serpiente o kundalini en nuestro cuerpo desde su base hasta la coronilla, y cuyo despertar actualiza sus distintas energ¨ªas c¨®smicas, se analiza en la segunda parte del libro India simb¨®lica, de la historiadora Mar¨ªa Tausiet, especializada en el estudio de las creencias y pr¨¢cticas religiosas, y con pr¨®logo de Juan Arnau.

La luna y el sol como c¨ªrculos primordiales que, dentro y fuera de nosotros, nos conectan con lo esencial. Basta con ser un poco ellos para acabar siendo, felizmente, nadie, nada, una huella de aire, lo que se evapora, lo que nunca fue. Y qu¨¦ bien se cuenta aqu¨ª.

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