La anguila contra Elon Musk
Para que aceptemos asentarnos en Marte, el magnate primero nos debe contar un cuento. Ahora mismo tiene mucho conseguido porque (casi) todos le estamos escuchando
Elon Musk ha adquirido Twitter, la red social que tiene a un monarca nuquinegro como s¨ªmbolo, cuatro a?os despu¨¦s de que su compa?¨ªa Space X inaugurara los vuelos del cohete Falcon Heavy para evaluar las posibilidades de crear asentamientos humanos en otros planetas. Es decir, Musk se est¨¢ apoyando en dos aves para convencernos de cu¨¢nto nos conviene emigrar de este globo superpoblado y cada vez m¨¢s caliente. Sigue la l¨ªnea de Stephen Hawking, quien vaticin¨® que dentro de 600 a?os la Tierra ser¨¢ una bola de fuego provocada por la creciente demanda de energ¨ªa. La soluci¨®n es, seg¨²n los dos, ¡°diversificar¡± la presencia humana en las galaxias.
Diversificar. Verbo parad¨®jico teniendo en cuenta que los humanos est¨¢n esquilmando la biodiversidad planetaria tras imponer los monocultivos, monote¨ªsmos y monogamias que nos han tra¨ªdo a este l¨ªmite. La postura de Hawking y Musk solo se entiende desde el ombliguismo radical o la desesperanza. ¡°Somos bastante ignorantes e irreflexivos¡±, sentenci¨® Hawking. Pero la autocr¨ªtica no va con Musk. ?l es un genial multimillonario moderno al que la Tierra se le queda peque?a y, como desea perpetuar el modelo ¡°de progreso¡± que le encumbra, sabe que para que su teor¨ªa escapista cuaje va a necesitar convencer a una audiencia planetaria, y eso ser¨¢ m¨¢s posible si ense?a a piar de nuevo al monarca nuquinegro. Para que aceptemos asentarnos en Marte, primero nos debe contar un cuento. Ahora mismo tiene mucho conseguido porque (casi) todos le estamos escuchando.
Mientras Musk habla con normalidad de booms s¨®nicos y colonias marcianas, suena entre extra?o y absurdo reivindicar a una anguila como alternativa de futuro, pero lo es. ¡°Nunca pens¨¦ que una anguila pudiera explicarme tantas cosas de m¨ª¡±, dijo el otro d¨ªa Montse en un club de Liternatura. Comentaba el libro en el que Patrik Svensson narra c¨®mo las anguilas han condicionado su existencia. Entre el ensayo, las memorias y con aires de novela, Svensson se?ala por ejemplo que Sigmund Freud desarroll¨® la teor¨ªa del psicoan¨¢lisis despu¨¦s de diseccionar anguilas febrilmente en busca de test¨ªculos, aspiraba a resolver el enigma de su sexo. O explica por qu¨¦ la anguila figurar¨ªa como animal simb¨®lico estadounidense de no ser por¡ su fealdad.
Lo mejor de los nuevos malos tiempos es que invitan a asomarse a esos m¨¢rgenes donde habitan tantos seres ignorados, sean humanos o no. Y quien intuye, como Montse, que la soluci¨®n a muchas crisis palpita en lo elemental invisible, puede empezar a descubrir que la literatura de naturaleza posee una potencia tan luminosa como inesperada, quiz¨¢ porque hasta hace muy poco esa literatura se asoci¨® ¡ªen Espa?a desde luego¡ª al bucolismo o a la mera ¨¦pica monta?era o navegante.
La chinche gigante acu¨¢tica y los infinitos insectos que aparecen en Una temporada en Tinker Creek situaron a este maravilloso ensayo entre los cien mejores publicados en USA en el siglo XX mientras que Elizabeth Tova ha hecho icono mundial de un caracol, y Geoffroy Delorme asombra al relatar c¨®mo se integr¨® en una manada de corzos. Halcones, alcornoques, ajolotes est¨¢n siendo reflejados de manera magistral, pero a¨²n muy pocos saben cu¨¢nto. Eso s¨ª, la voz ha empezado a correr, y si Montse ya recomienda anguila a destajo, tambi¨¦n asoman clubs de lectura, residencias de escritores y festivales de Liternatura como los que se celebran en La Siberia extreme?a y Barcelona y que el pr¨®ximo a?o estrenar¨¢n Colombia y M¨¦xico. Y festivales cl¨¢sicos, como el E?e este a?o, dedican ediciones a ¡°lo natural¡±.
El pasado septiembre, el encuentro de escritores y cr¨ªticos que el Ministerio de Cultura organiza desde 1985 en Verines se centr¨® por primera vez en la liternatura. Ah¨ª, la fil¨®sofa Marta Tafalla dijo: ¡°Necesitamos una educaci¨®n est¨¦tica: para saber si algo es hermoso debemos conocer su historia¡±. Eso es. Despu¨¦s de leer a Svensson, es f¨¢cil sentir a la anguila mucho m¨¢s cerca y preciosa. Un problema de lo salvaje y lo rural es que parece estar siempre lejos, porque faltan relatos que aproximen. Al vocabulario, tambi¨¦n. Un reciente estudio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi observa que la mayor¨ªa de ni?os de Secundaria encuestados no sab¨ªan nombrar diez animales y diez ¨¢rboles de su entorno.
Dicen que el inter¨¦s actual por la liternatura viene de un sentimiento de p¨¦rdida. Seguro que es cierto, pero al fin, al menos, existe ese inter¨¦s, y vale la pena aprovecharlo multiplicando los relatos que nos hablan del ¡°vecindario¡± no urbano.
En muy pocos a?os, la ciencia ha pasado de debatir sobre cu¨¢nto pod¨ªa alargar nuestra vida a c¨®mo puede lograr que sobreviva la especie humana. ?Eso es evoluci¨®n? Algo falla, y son las historias que nos contamos. El fil¨®sofo Jorge Riechmann ha dicho: ¡°La poes¨ªa y el arte no pueden hacer casi nada, pero ese margen resulta fundamental¡±. Desde que las anguilas tienen un libro escrito con fuerza y carne, los defensores de quedarse en la Tierra han ganado unos cent¨ªmetros a los escapistas promarcianos. Si queremos mantener nuestro hogar, es hora de confrontar las formidables historias de aut¨¦nticas anguilas ¡ªy lagartas, olivos, ara?as¡ª con los p¨¢jaros virtuales del resignado Elon Musk.
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