¡®Los empleados¡¯, todos somos pasajeros de la nave seis mil

He aqu¨ª que el lector es un investigador. Alguien que trata de descubrir algo. Ese algo ha ocurrido, o est¨¢ ocurriendo, quiz¨¢ ocurra eternamente, en la nave seis mil. La nave seis mil es una nave repleta de empleados. Algunos son humanos, otros no. Los que no son humanos, lo parecen. Hasta creen tener recuerdos. Los humanos echan de menos cada minuto que no est¨¢n pasando en la Tierra. Pero ?de veras creyeron que la cosa pod¨ªa llegar a ser tan horrible? Al menos una de ellas estaba embarazada. Pero dos meses antes de partir dej¨® de estarlo. Cada d¨ªa se pregunta c¨®mo habr¨ªa sido su vida si no hu...

He aqu¨ª que el lector es un investigador. Alguien que trata de descubrir algo. Ese algo ha ocurrido, o est¨¢ ocurriendo, quiz¨¢ ocurra eternamente, en la nave seis mil. La nave seis mil es una nave repleta de empleados. Algunos son humanos, otros no. Los que no son humanos, lo parecen. Hasta creen tener recuerdos. Los humanos echan de menos cada minuto que no est¨¢n pasando en la Tierra. Pero ?de veras creyeron que la cosa pod¨ªa llegar a ser tan horrible? Al menos una de ellas estaba embarazada. Pero dos meses antes de partir dej¨® de estarlo. Cada d¨ªa se pregunta c¨®mo habr¨ªa sido su vida si no hubiera dejado de estar embarazada. No estar¨ªa en el espacio. No orbitar¨ªa alrededor de un planeta llamado simplemente Reciente Descubrimiento. Pero ?lo est¨¢, en realidad?

La segunda novela de la poeta Olga Ravn (Copenhague, 36 a?os) es una peque?a y contundente rara avis de, literalmente, otro planeta, un fant¨¢stico oscur¨ªsimo, algo parecido a una kubrickiana distop¨ªa laboral en la que el punto de vista toma el mando y se convierte, de alguna forma, en la trama. ?C¨®mo? Manteniendo a ciegas al lector, que se ve obligado a dar forma a lo que sea que est¨¦ ocurriendo a partir de lo que escucha, porque la trama la impulsan ¨²nicamente los inputs de voces que tratan de describir a la vez c¨®mo se sienten y qu¨¦ creen que ha pasado, o est¨¢ pasando, o pasa, todo el tiempo, en dicha nave, la nave seis mil. Esas voces tienen, en el papel, la forma de testimonios numerados ¡ªaleatorios, no consecuentes¡ª, y poderosamente fr¨ªos, casi quir¨²rgicos.

A medio camino entre ?Sue?an los androides con ovejas el¨¦ctricas?, de Philip K. Dick, y Severance, la serie de Dan Erickson, y a la vez un asfixiante cap¨ªtulo de Black Mirror en el que el futuro, como en Matrix, ha empeque?ecido hasta el punto de consistir en poco m¨¢s que tener una tarea, Los empleados es un cr¨ªptico reflejo de un mundo, el contempor¨¢neo, en el que los l¨ªmites entre aquello que somos y aquello que hacemos han desaparecido. ?Y qu¨¦ ha provocado eso? Que la alienaci¨®n haya ampliado su campo de batalla. En la Era de la Omniproductividad, el humano vivir¨¢ alienado o no vivir¨¢, parece decir el microcosmos de Ravn, que no casualmente est¨¢ poblado por humanos que ni siquiera saben si son humanos, ?son suyos sus recuerdos?

Philip K. Dick erig¨ªa un monumento literario a la empat¨ªa, y a aquello que se tiene por demasiado humano en un mundo que ha dejado de serlo, y el mensaje de ?Sue?an los androides con ovejas el¨¦ctricas?, nunca lo suficientemente valorado como tal, qued¨® eclipsado por el opuesto que lanz¨® la adaptaci¨®n de Ridley Scott, la famos¨ªsima Blade Runner. Mientras, Ravn se dedica, utilizando la misma doble posibilidad ¡ªser o no ser humano, o, mejor, serlo o haber sido creado para parecerlo¡ª, a desmontar la propia idea de la humanidad desde un futuro en el que ya de ella apenas quedan recuerdos, como ocurre en Membrana, de Jorge Carri¨®n (Galaxia Gutenberg). La misteriosa tripulaci¨®n de la nave seis mil es as¨ª un misterio para s¨ª misma.

¡°Jam¨¢s he sido un empleado¡±, dice alguien conocido como Testimonio 031. ¡°Fui creado para trabajar¡±, expone a continuaci¨®n, y tambi¨¦n: ¡°Tampoco tuve nunca una infancia. Pero he intentado imaginarme una¡±. El vac¨ªo de la no conciencia impuesta por la tarea acaba con las diferencias entre aquellos que han sido creados para parecer lo que no son y aquellos que est¨¢n dejando de ser lo que fueron, ech¨¢ndolo de menos todo, empezando por la idea misma del cielo. Ah¨ª arriba, en la nave seis mil, hay agentes funerarios, s¨ª, que se deshacen de los cad¨¢veres de aquellos que tienen un final, pero tambi¨¦n y sobre todo hay controladores de objetos, y amantes de esos objetos. Los objetos hablan. Sin hacerlo, en realidad. Porque est¨¢n tan vivos como ellos.

Funciona, Los empleados, como una s¨¢tira salvaje en suspensi¨®n, cuyo impacto no es directo, sino que va calando, encuentra la forma de llegar al rinc¨®n m¨¢s oscuro de la mente del lector, o investigador, el que posee todas las piezas y aun as¨ª est¨¢ ante un enigma irresoluble, el que plantea el Testimonio 046. ¡°?Ser¨ªa verdaderamente tan terrible no pertenecer al g¨¦nero humano?¡±, se pregunta. ¡°No s¨¦ si puedo seguir enorgulleci¨¦ndome de mi humanidad¡±, se responde. La novela artefacto de Ravn lanza ideas, desde su extra?a atalaya de voces, como se lanzan dardos contra una diana en perpetua reconstrucci¨®n: la de la idea de lo humano, idea, en estos tiempos, en busca de nuevo asidero, de un nuevo papel necesariamente no protagonista.

El nuevo humano, se dir¨ªa tambi¨¦n por el final de Los empleados, de la misma forma en que se lleva diciendo desde que la distop¨ªa literaria existe, debe sobre todo volver a sentirse min¨²sculo, y parte de un algo superior, y en alg¨²n sentido m¨¢gico. Ese planeta llamado Reciente Descubrimiento, por ejemplo, que podr¨ªa ser el nuestro. ?No nos maravillar¨ªamos ante cualquier cosa que creciese en ¨¦l si lo fuese? ?Por qu¨¦ hemos dejado de hacerlo? ?Qui¨¦nes somos? ?Qu¨¦ ha sido de nosotros? El viaje de los pasajeros de la nave seis mil no tiene otro final que el que tiene cualquier vida, pero en su determinismo hay esperanza, porque aquellos que a¨²n no estamos ah¨ª arriba todav¨ªa estamos a tiempo. ?De qu¨¦? De cualquier cosa.

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