Philip K. Dick, el proletario inventor de otros mundos que inspir¨® ¡®Blade Runner¡¯
El genio de lo fant¨¢stico paranoide quer¨ªa dedicarse a la literatura ¡®seria¡¯. Pero en los a?os sesenta, lo que le daba de comer eran los cuentos r¨¢pidos de ciencia ficci¨®n para masas. Minotauro publica sus tres novelas realistas
El a?o es 1958. Philip K. Dick entra en casa de Anne Rubenstein en Point Reyes Station, la peque?a localidad tur¨ªstica cercana a San Francisco a la que el escritor acaba de mudarse. Hace poco que ha vuelto a casarse, pero eso no le impide enamorarse perdidamente de Anne. Anne es viuda y tiene tres hijas. Su marido era el beatnik Richard Rubenstein. En un acto de transmigraci¨®n, Dick, que por entonces ya hab¨ªa publicado ciencia ficci¨®n pero no tiraba la toalla, porque lo que quer¨ªa era ser un escritor realista, un Jack Kerouac, o, por qu¨¦ no, un pret¨¦rito Raymond Carver, se vio a s¨ª mismo all¨ª dentro de la vida bohemia que Richard deb¨ªa de haber llevado, y que ¨¦l no hab¨ªa podido permitirse. Al poco, dej¨® a Kleo. Kleo Apostolides, su segunda mujer. Se mud¨® con Anne, y prob¨® suerte.
¡°Phil se consideraba un escritor proletario¡±, asevera la propia Anne R. Dick en la biograf¨ªa que le dedic¨®, En busca de Philip K. Dick (Gigamesh, 2019). En realidad, quer¨ªa escribir novelas literarias. Pero no pod¨ªa hacerlo, porque las novelas literarias no iban a darle dinero. Y necesitaba dinero. ¡°Dick quer¨ªa mantener a su familia con lo que ganaba, y de repente ten¨ªa tres hijas, y hab¨ªa una m¨¢s en camino, y no quer¨ªa depender de la pensi¨®n de Anne¡±, cuenta Salvador Bayarri, escritor y experto en la vida y la obra del autor de Ubik. ¡°Uno pod¨ªa vivir de lo que escrib¨ªa si escrib¨ªa g¨¦nero. Aunque ya no tan bien como en la Edad de Oro de la ciencia ficci¨®n. Isaac Asimov y Ray Bradbury cobraban los relatos en los cincuenta mucho mejor que Dick en los sesenta¡±, a?ade Bayarri.
Y, pese a todo, no hab¨ªa otra manera de mantenerse a flote escribiendo que aquella. Hab¨ªa que producir much¨ªsimo, pero si consegu¨ªas hacerlo, no ten¨ªas por qu¨¦ volver a reparar radios, que era lo que hab¨ªa hecho Dick durante una parte de su vida. ¡°El escritor de ciencia ficci¨®n era un proletario de la literatura entonces¡±, asegura Tim Powers, buen amigo y confidente de Dick, y un cl¨¢sico del g¨¦nero (autor de Las Puertas de Anubis). Powers inspir¨® incluso un personaje del escritor, el David de la poderosa y metaliteraria paranoide Valis. ¡°La ¨¦lite literaria les ignoraba. No fue hasta mucho despu¨¦s y, gracias a Ray Bradbury, que se les empez¨® a considerar interesantes¡±, dice Powers, que a?ade adem¨¢s el hecho de que escrib¨ªan ¡°para el pueblo¡±, para el lector que quer¨ªa divertirse y olvidar su a menudo desquiciante d¨ªa a d¨ªa.
No es casualidad pues que buena parte de los protagonistas de los cientos de cuentos y las 44 novelas que public¨® Dick, autor de ?Sue?an los androides con ovejas el¨¦ctricas?, fuente literaria de la pel¨ªcula Blade Runner, sean tipos de clase media baja que a menudo venden cosas puerta a puerta ¡ªcomo En busca de Milton Lumky¡ªo tienen tiendas de reparaciones ¡ªcomo el Stuart McConchie de Dr. Bloodmoney¡ª o incluso de recuerdos ¡ªcomo el se?or Childan de El hombre en el castillo¡ª cuando no son directamente campesinos ¡ªTiempo de marte es una oda al asalariado agrario¡ª o se dedican a la artesan¨ªa popular ¡ªGestarescala ¡ª. De hecho, Dick y Anne completaban sus ingresos haciendo pulseras y objetos de cer¨¢mica, y el escritor hab¨ªa trabajado para una emisora de radio, como el protagonista en la cuerda floja de la reci¨¦n recuperada La burbuja rota (Minotauro), antes de ponerse tras la m¨¢quina de escribir.
La penuria econ¨®mica en la que creci¨® ¡ªnaci¨® en 1928, solo un a?o antes de que la econom¨ªa estadounidense se desplomara¡ª y el shock que supuso, reci¨¦n llegado a la edad adulta, el estallido de la sociedad de consumo son, junto a las extraordinariamente complejas relaciones de pareja ¡ªen las que, de existir un sexo d¨¦bil, ¨¦ste es claramente el masculino¡ª y la evidente desubicaci¨®n ¡ªel creer que el mundo no es exactamente el que vemos, que vivimos en un entorno fake¡ª los temas que vertebran su obra, ¡°una obra de una conciencia social evidente¡±, seg¨²n Bayarri. ¡°Escondi¨® en su ciencia ficci¨®n un realismo costumbrista. Sus personajes son trabajadores que desean una vida mejor, y tener todo lo que venden los anuncios¡±, a?ade. Y en esa esquizofrenia de deseo y realidad est¨¢ la clave.
?De qu¨¦ forma sufr¨ªa el escritor su condici¨®n de obrero de las letras? ¡°Se carg¨® su salud. Tomaba cientos de anfetaminas para mantenerse despierto y producir. Ni dorm¨ªa ni com¨ªa. Pod¨ªa escribir una novela cada diez d¨ªas¡±, recuerda Powers. Y esa rapidez, que cualquiera habr¨ªa acusado, en su caso, ¡°daba a sus historias una intensidad, la intensidad del primer borrador, similar a la de su admirado Kerouac. Escribiendo como lo hac¨ªa, sin planear nada, dej¨¢ndose llevar por la historia sin apenas detenerse a pensar en ella, alcanz¨® cotas de intensidad alt¨ªsimas, y tambi¨¦n una sinceridad tremenda, imposible de conseguir de ninguna otra manera¡±, a?ade el escritor y amigo, que considera que cuando escrib¨ªa novela no especulativa era como un pintor impresionista.
Ni siquiera en las novelas realistas, dice Powers, el mundo del que habla es exactamente el mundo real sino el mundo que ¨¦l ve. Gran admirador de Finnegan¡¯s Wake, de James Joyce, Dick cultiv¨® un surrealismo propio cuando dio el salto a la ciencia ficci¨®n, deformando a¨²n m¨¢s el mundo, seg¨²n cuenta su amigo Powers: ¡°Y, pese a lo que diga la leyenda al respecto, Phil estaba por completo en sus cabales. Era un t¨ªo esc¨¦ptico, emp¨¢tico, y divertido y estaba siempre dispuesto a admitir que se hab¨ªa equivocado¡±. Sus novelas realistas, de las que Minotauro acaba de rescatar tres, la mencionada La burbuja rota, Mary y el gigante y Confesiones de un artista de mierda, toman el pulso a una ¨¦poca y son, a la vez, puro Dick sin un solo elemento fant¨¢stico.
En palabras de su editora en espa?ol, Vicky Hidalgo, su obra refleja ¡°la desesperanza y el aislamiento¡±, la ¡°alienaci¨®n de aquel que se siente solo pese a estar rodeado de gente¡±. El hecho de que una editorial de g¨¦nero, como Minotauro, apueste, como no acostumbra a hacerse, por la producci¨®n no fant¨¢stica de un autor, tiene que ver con que ¡°para entender a Dick esas novelas son imprescindibles¡±, dice Hidalgo. Lo son en m¨¢s de un sentido. Por un lado, inciden, desde un realismo ilusamente carveriano, en la soledad del ser humano ante el sistema, y por otro, radiograf¨ªan los inicios de la asfixia de la clase media, anticipando tambi¨¦n, desde lo real, la, como indica Bayarri, ¡°perdici¨®n del consumismo¡±, y su absurdo contempor¨¢neo.
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