No es lo mismo leer un cuento que te lo cuenten

Esto no es una representaci¨®n teatral en sentido ortodoxo. No se representa una ficci¨®n, sino que se cuenta. O m¨¢s bien, se cuentan muchas. Pero no por ello debe tomarse como un cuentacuentos. Porque lo esencial aqu¨ª no son las historias, sino el acto de narrarlas. Dan igual las tramas, no hay moralejas ni finales felices ni tr¨¢gicos. Se propone el puro placer de escuchar cuentos ¡ªquiz¨¢ olvidado desde la ni?ez¡ª y por qu¨¦ eso es importante. Lo primero se consigue. Lo segundo se plantea con reflexiones te¨®ricas que lastran la funci¨®n.

Hablamos de Obra infinita, nuevo trabajo de Los B¨¢rbaros, compa?¨ªa madrile?a que no suele atenerse a convenciones cl¨¢sicas sino que cada uno de sus espect¨¢culos adopta un formato ¨²nico y singular. Todo comienza con un cuento en apariencia naturalista protagonizado por un diputado que empieza a alucinar en una sesi¨®n del Congreso y acaba en un mundo fant¨¢stico donde se tropieza con animales y seres fant¨¢sticos que a su vez le cuentan historias fant¨¢sticas que no entiende ni entendemos del todo, pero que le embelesan y nos embelesan. Y nos hacen desear que nos cuenten otra y otra m¨¢s aunque nos caigamos de sue?o como cuando ¨¦ramos ni?os. Por el gusto de escuchar. Y porque a medida que transcurre la funci¨®n vamos descubriendo que lo importante no es entender, sino el hecho de que todas las narraciones est¨¢n maravillosamente conectadas. No por sus tramas, sino por su lenguaje com¨²n, sus estructuras paralelas y un imaginario compartido: son los pegamentos que mantienen unidas las sociedades.

El espect¨¢culo funciona por acumulaci¨®n. Cada cuento no tiene inter¨¦s por separado, sino en relaci¨®n con los dem¨¢s. Por eso no hay finales marcados. Es la obra infinita. Pero a fuerza de repetir la f¨®rmula, el conjunto resulta un tanto redundante. Aunque se disfruta por el camino. Sobre todo por los mil y un detalles que invitan continuamente a dejar volar la imaginaci¨®n. Tanto a trav¨¦s de las palabras como de los objetos y el espacio. El p¨²blico se sienta en una estructura de madera circular alrededor de un fuego imaginario. No como ejercicio de nostalgia de tiempos primitivos, sino porque ¡°escuchar es un acto de comunidad que requiere un lugar, tiempo y silencio¡±, explican en el programa de mano Javier Hernando y Miguel Rojo, autores y directores del espect¨¢culo. Los siete actores se expresan con neutralidad, en coherencia con la propuesta: lo importante no son los personajes, sino el hecho de juntarnos para escucharles. ?Qu¨¦ otra cosa es el teatro? As¨ª empez¨® todo.

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