El inventor del realismo capitalista es argentino y escribe en ingl¨¦s
Tras el aplauso de la cr¨ªtica a su primera novela, ¡®A lo lejos¡¯, Hern¨¢n D¨ªaz regresa con ¡®Fortuna¡¯, una radiograf¨ªa ambiciosa y fragmentaria de los engranajes que mueven Wall Street, que lo sit¨²a entre los autores m¨¢s relevantes de Estados Unidos
La entrevista tiene lugar en un rec¨®ndito caf¨¦ a espaldas de la biblioteca p¨²blica de Brooklyn Heights, barrio de Nueva York de gran solera literaria en el que a lo largo de las d¨¦cadas fijaron su residencia grandes de la literatura como Walt Whitman, W. H. Auden, Hart Crane, Truman Capote, Arthur Miller, Paul Bowles o Norman Mailer. Antes de tomar asiento, Hern¨¢n D¨ªaz (Buenos Aires, 1973) afirma en tono afable: ¡°Prefiero hablar de libros y de literatura m¨¢s que de las azarosas circunstancias de mi vida¡±. Consciente de que es inevitable hacerlo, se aviene a dar unas sucintas pinceladas autobiogr¨¢ficas: ¡°Nac¨ª en una casa llena de libros. De hecho, mis padres eran propietarios de una librer¨ªa, de modo que la literatura fue una presencia muy poderosa en mi vida desde el primer momento. Con el golpe de Estado, nos exiliamos en Suecia. Yo ten¨ªa dos a?os cuando llegu¨¦¡±. Dando un salto en el tiempo que le permite situar la conversaci¨®n en el lugar donde se siente c¨®modo, se?ala: ¡°Fue all¨ª donde empec¨¦ a escribir cuentos y poemas. Eran terribles, pero, aun as¨ª, siempre supe que acabar¨ªa dedic¨¢ndome a la literatura¡±. Sin soluci¨®n de continuidad, a?ade: ¡°A?os despu¨¦s, con el regreso de la democracia, pudimos volver a Buenos Aires. En la universidad estudi¨¦ Literatura y obtuve la licenciatura r¨¢pidamente¡±. Hern¨¢n D¨ªaz, cuyo castellano, de dicci¨®n inequ¨ªvocamente porte?a, es perfecto, es el editor de la prestigiosa Revista Hisp¨¢nica Moderna, publicaci¨®n acad¨¦mica en espa?ol de m¨¢s de un siglo de antig¨¹edad que se edita bajo los auspicios de Columbia University. Ello hace que resulte en extremo sorprendente que haya elegido como lengua literaria el ingl¨¦s, idioma que, como en los casos de Nabokov o Conrad, domina con la misma facilidad que si fuera un escritor nativo.
¡°No escribo en ingl¨¦s porque lleve viviendo aqu¨ª 25 a?os¡±, puntualiza, ¡°es al rev¨¦s, estoy aqu¨ª por el ingl¨¦s. Antes de venir a Nueva York, viv¨ª dos a?os en Londres. Empec¨¦ a leer literatura en ingl¨¦s durante la adolescencia y por motivos inescrutables esa tradici¨®n me interpel¨® de manera irresistible en el plano afectivo. Me enamor¨¦ de la lengua; suena cursi pero no hay otro modo de explicarlo, la sensaci¨®n es m¨¢s importante que los motivos. Se me ocurre un s¨ªmil con las artes pl¨¢sticas. Por qu¨¦ un escultor trabaja con bronce, otro con m¨¢rmol y otro con madera. Hay algo en el material, su generosidad, su resistencia, su textura, su durabilidad, su temperatura, que funciona de manera distinta para cada escultor. Yo siento lo mismo con la lengua¡±.
La fascinaci¨®n que ejerce sobre ¨¦l la literatura anglosajona hace pensar inevitablemente en Borges. La alusi¨®n al maestro argentino le hace decir: ¡°Siento un profund¨ªsimo amor por Borges, sobre quien escrib¨ª mi primer libro, Borges between History and Eternity, jugando con el t¨ªtulo de su Historia de la eternidad¡±. Pese a su importancia, Borges es un caso aislado, como lo es tambi¨¦n Cervantes, que dice releer constantemente. Hern¨¢n D¨ªaz confiesa tener un conocimiento insuficiente de la literatura escrita en espa?ol, lo cual explica que, cuando se le pregunta qui¨¦nes son sus autores fundamentales, la totalidad de los nombres que evoca proceda del canon anglosaj¨®n: ¡°Henry James, George Eliot, Virginia Woolf, Gertrude Stein¡±, recita como en una monodia, y a?ade, matizando: ¡°Tambi¨¦n es importante P. G. Wodehouse, el humorista, aunque sea un autor menor¡ Samuel Be?ckett me cambi¨® la vida¡ David Markson me parece el mejor escritor norteamericano de los ¨²ltimos 30 a?os, aunque nadie le haga caso ya, y Joy Williams es la escritora viva m¨¢s importante de Estados Unidos en este momento¡±.
Para un escultor hay algo en el material, su resistencia, su textura. Yo siento eso con la lengua¡±
Hern¨¢n D¨ªaz debut¨® en 2017 con una novela extraordinaria. A lo lejos (Impedimenta, 2020) es un w¨¦stern que subvierte las leyes del g¨¦nero y mereci¨® el aplauso un¨¢nime de la cr¨ªtica norteamericana, que salud¨® con entusiasmo la aparici¨®n del autor, consider¨¢ndolo inmediatamente uno de los suyos pese a ser extranjero. A lo lejos fue finalista de los premios Pulitzer y PEN/Faulkner, y puso grandes esperanzas en lo que pudiera hacer m¨¢s adelante el autor. Su segundo t¨ªtulo de ficci¨®n, Trust, traducido al espa?ol como Fortuna, estuvo a la altura de las expectativas. La novela ha tenido un impacto a¨²n mayor que la anterior, situando al autor entre los narradores estadounidenses m¨¢s relevantes del momento. Hern¨¢n D¨ªaz viajar¨¢ pr¨®ximamente a Espa?a con motivo de la publicaci¨®n de Fortuna en castellano. La novela, dividida en cuatro partes que se configuran como narraciones que se contradicen y complementan entre s¨ª, lleva a cabo una radiograf¨ªa de los engranajes que mueven Wall Street como quiz¨¢ no lo haya hecho nunca ning¨²n autor estadounidense, lo cual explica el extraordinario inter¨¦s que ha despertado no solo en los c¨ªrculos literarios, sino en el mundo de las altas finanzas, cuyos entresijos examina con sorprendente precisi¨®n desde una perspectiva hist¨®rica sirvi¨¦ndose de la ficci¨®n. ?Cabr¨ªa caracterizar lo que hace Hern¨¢n D¨ªaz como una suerte de realismo capitalista?
¡°El problema es definir la categor¨ªa de realismo. Yo prefiero una definici¨®n hist¨®rica m¨¢s que formal. El realismo cl¨¢sico decimon¨®nico excluye aspectos fundamentales de nuestra experiencia de la realidad, en primer lugar, la experiencia ca¨®tica de la interioridad, qu¨¦ significa ser un sujeto que percibe una realidad que aparece como dada y no como algo en flujo entre el sujeto y las condiciones objetivas. En el realismo cl¨¢sico la realidad aparece como algo estable y monol¨ªtico, pero a estas alturas sabemos que lo que llamamos realidad ha estallado en esquirlas, en las que nos vemos reflejados fragmentariamente, lo cual implica que depende de nosotros tratar de articular estas esquirlas de modo coherente. Escribir como Balzac, Stendhal, Dickens o Gald¨®s, autores que me fascinan, ser¨ªa tan absurdo como componer m¨²sica como lo hac¨ªa Beethoven. No es posible dada nuestra experiencia actual del mundo¡±.
Desde un punto formal, se puede decir que Hern¨¢n D¨ªaz cultiva un realismo que le permite efectuar un an¨¢lisis eficaz de la sociedad norteamericana de hace 100 a?os, llevando a cabo un examen en profundidad de lo que sucedi¨® durante uno de los momentos m¨¢s turbulentos y problem¨¢ticos de la peripecia hist¨®rica del capitalismo, la crisis de los a?os anteriores a la Gran Depresi¨®n de 1929. Fortuna saca a la luz constantes que subyacen a lo que sucede hoy en una sociedad en la que el autor vive plenamente inmerso desde hace 25 a?os. ?Qu¨¦ le llev¨® a querer meterse tan a fondo en el coraz¨®n del coraz¨®n del capitalismo, Wall Street y Nueva York?
¡°El capitalismo como sistema es responsable de la fragmentaci¨®n de la realidad a que alud¨ªamos antes, una fragmentaci¨®n que procede de la divisi¨®n social del trabajo. No tenemos una experiencia unificada del mundo porque nuestras vidas est¨¢n divididas en compartimentos como resultado de la especializaci¨®n que se dio a partir de la revoluci¨®n industrial. El estallido de la experiencia y el capitalismo van mano con mano. Cuando empec¨¦ a escribir Fortuna era consciente de la dificultad inherente a escribir sobre el capital, porque es algo que, parafraseando a Whitman, contiene multitudes. Toda fortuna es el resultado del trabajo alienado realizado por las multitudes, algo que despu¨¦s es borrado impunemente. Me plante¨¦ c¨®mo hacer justicia narrativa a las m¨²ltiples facetas del capital¡±.
?Y c¨®mo lo hizo?
¡°Creando una estructura narrativa adecuada. Sab¨ªa que ten¨ªa que ser tect¨®nica, por capas, si quer¨ªa ser fiel al objetivo de representar la naturaleza del capital que tambi¨¦n tiene una estructura muy segmentada. El protagonista del libro, basado en m¨²ltiples modelos tomados de la realidad, es el hombre m¨¢s rico del mundo. Es ese el nivel de fortuna que me interesaba examinar, pero en lugar de permitir que fuera ¨¦l quien escribiera sus memorias, se me ocurri¨® que lo hiciera una mujer joven hija de inmigrantes italianos, pobres y anarquistas, a quien contrata como su secretaria. De ese modo, alguien que carece esencialmente de voz de repente se transforma en el meg¨¢fono de la persona m¨¢s poderosa del mundo, ofreciendo una versi¨®n alternativa de su historia. En lugar de presentar eso de modo explicativo, lo present¨¦ de modo performativo, haciendo que la novela misma provocara que fueran el lector o la lectora quienes percibieran las discrepancias entre las distintas voces. La idea es poner en cuesti¨®n la confianza que tenemos impl¨ªcitamente en los relatos que leemos, la enorme facilidad con que eximimos a ciertas narrativas de tener una relaci¨®n compleja con la verdad.¡±
En EE UU, donde el dinero tiene una dimensi¨®n casi m¨ªstica, no hay realmente novelas sobre el dinero¡±
Fortuna es una novela de m¨²ltiples registros que juega a establecer una relaci¨®n de mutua confianza (o desconfianza) entre texto y lector, muchas veces enga?¨¢ndolo, un libro sobre lo que significa escribir ficci¨®n hoy.
¡°Las novelas que m¨¢s me interesan son las que en el proceso mismo de la escritura se preguntan qu¨¦ es una novela. Siempre que leemos un texto somos parte de un contrato t¨¢cito, con sus propias condiciones y t¨¦rminos. Cualquier texto, desde la etiqueta de un remedio hasta un cuento, donde nuestra preocupaci¨®n por lo firmemente anclado que est¨¦ ese texto en la realidad referencial es un poco menor que en el caso del medicamento. En mi opini¨®n, esta relaci¨®n con la verdad est¨¢ siempre presente porque es inherente a la lengua misma, a c¨®mo se relaciona la lengua con el mundo que nombra. Con esta estructura a cuatro voces, en cuatro g¨¦neros, en cuatro momentos hist¨®ricos diferentes, lo que quer¨ªa hacer es que los lectores se cuestionaran ese contrato. El primer texto est¨¢ escrito en clave supuestamente realista al modo de la tradici¨®n norteamericana de fines del siglo XIX. Es una novela corta que quiere hacer algo que la forma ya no permite. Rindo homenaje a Edith Wharton o Henry James y el tono es un poco decadente a prop¨®sito. En el primer libro est¨¢ presente el arco argumental de toda la novela, aunque de un modo totalmente distorsionado y cuestionable. El segundo libro es un documento hist¨®rico que tiene como intenci¨®n refutar las falsedades de la novela anterior. Ah¨ª tenemos la oposici¨®n que se da entre ficci¨®n e historia, algo que la novela pone en cuesti¨®n. Cuando escrib¨ª esa segunda parte, que est¨¢ escrita en un tono ¡°macho¡±, realmente esa es la palabra, un tono muy agresivo, muy abrasivo (?existe esa palabra en espa?ol?), me di cuenta de que lo que estaba haciendo iba a ser muy duro de leer, as¨ª que decid¨ª deshacerme de lo que ten¨ªa, arroj¨¢ndolo en sentido figurado contra el suelo y haciendo que estallara en mil pedazos, de modo que lo que queda es un relato fragmentario mucho m¨¢s interesante que cuando ten¨ªa el texto completo. La tercera parte es la que m¨¢s me cost¨® porque est¨¢ escrita en el tono del nuevo periodismo, al estilo de Joan Didion o Lillian Ross. No es un tono que me venga naturalmente, de modo que tuve que aprender a escribir de ese modo. La cuarta secci¨®n responde al esp¨ªritu modernista de una de las dos mujeres que son las verdaderas protagonistas del libro y en cierto sentido est¨¢ escrita como una especie de poema en prosa¡±.
M¨¢s all¨¢ de la riqueza y profundidad de las voces de los distintos personajes, el verdadero protagonista de la novela es el dinero. ?Qu¨¦ llev¨® a Hern¨¢n D¨ªaz a plantearse un reto as¨ª?
¡°Me result¨® sorprendente constatar que en Estados Unidos, un pa¨ªs donde el dinero tiene una dimensi¨®n casi m¨ªstica, no hay realmente novelas sobre el dinero. Es muy dif¨ªcil pensar en cu¨¢les ser¨ªan esos t¨ªtulos. Las novelas que asociamos directamente con el dinero son en realidad novelas de clase. Obviamente, los dos fen¨®menos est¨¢n ¨ªntimamente relacionados, pero son diferentes. Edith Wharton, Francis Scott Fitzgerald o Bret Easton Ellis (escritores muy distintos entre s¨ª; algunos me encantan, a otros los detesto) no escriben sobre el dinero, sino sobre las excentricidades de los ricos. Me interesaba examinar el mundo de las altas finanzas sin incurrir en la fascinaci¨®n con el capitalismo presente incluso en novelas como El Gran Gatsby. Mi intenci¨®n era cr¨ªtica. Conf¨ªo en que se vea. No quer¨ªa que la novela fuera un cat¨¢logo lujoso de bienes que supuestamente todos codiciamos¡±.
¡®Fortuna¡¯. Hern¨¢n D¨ªaz. Traducci¨®n castellana de Javier Calvo. Anagrama, 2023. 436 p¨¢ginas. 21,90 euros.
¡®Fortuna¡¯. Hern¨¢n D¨ªaz. Traducci¨®n catalana de Josefina Caball. Periscopi, 2023. 472 p¨¢ginas. 21,90 euros.
¡®A lo lejos¡¯. Hern¨¢n D¨ªaz. Traducci¨®n de Jon Bilbao. Impedimenta, 2020. 344 p¨¢ginas. 22,76 euros.
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