¡®Lodo¡¯, una autopsia del Mar Menor

Una escena de Lodo se queda grabada: ¡°Un par de chavales pescaba con los pies dentro del agua de la laguna. Pies envueltos en cad¨¢veres de peces, pies metidos en un charco de amargura. Dos chicos empe?ados en su derecho a pescar, ciegos ante la historia que contaba la materia¡±. Esta laguna es el mar Menor, reserva natural de la biosfera, y Lodo narra con rigor tr¨¢gico...

Una escena de Lodo se queda grabada: ¡°Un par de chavales pescaba con los pies dentro del agua de la laguna. Pies envueltos en cad¨¢veres de peces, pies metidos en un charco de amargura. Dos chicos empe?ados en su derecho a pescar, ciegos ante la historia que contaba la materia¡±. Esta laguna es el mar Menor, reserva natural de la biosfera, y Lodo narra con rigor tr¨¢gico su lenta asfixia: un modelo tur¨ªstico depredador, los vertidos de la explotaci¨®n agr¨ªcola sobredimensionada y de la miner¨ªa a cielo abierto, los purines de las macrogranjas. Con este ejercicio de aproximaci¨®n al desastre, Bego?a M¨¦ndez (Palma de Mallorca, 1976) contribuye a los nuevos ¡°episodios nacionales¡± que la editorial Lengua de Trapo ha encargado a autores como Elizabeth Duval o Alberto Santamar¨ªa. Episodios donde, como en Lodo, la mirada cr¨ªtica a la Espa?a contempor¨¢nea exige tambi¨¦n un riesgo formal en la propia escritura.

M¨¦ndez se maneja con flexibilidad entre la cr¨®nica personal, la hist¨®rica y la pol¨ªtica. Y como en Autocienciaficci¨®n para el fin de la especie (2022), muestra de su capacidad de autoan¨¢lisis y de contradicci¨®n brillante, lo autobiogr¨¢fico alcanza objetivos m¨¢s lejanos. En este caso, la entidad Espa?a, ejemplificada en Murcia: desde el Tratado de Alcaraz en 1243, comienzo de un violento tiempo al abrigo de la corona de Castilla, hasta la fallida reconversi¨®n industrial tras la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Europea. Es decir, siglos de deportaciones, limpieza ¨¦tnica, corrupci¨®n y destrucci¨®n del entorno: una ¡°guerra¡± con ¡°enemigos¡±.

Murcia tambi¨¦n es la hip¨®tesis del padre, que marcha de la regi¨®n con 10 a?os para vivir en Mallorca, donde nacer¨¢ la autora. El padre ser¨¢ all¨ª un ¡°puto foraster¡±, y el desarraigo se hereda; y se contagia a la propia escritura: este es un libro al¨¦rgico a las formas cristalizadas, llam¨¦moslas reportaje o novela. La de M¨¦ndez es una tentativa de escritura corporal: ¡°Este ensayo es un fragmento de mi cuerpo concernido¡±, escribe. El cuerpo como un territorio mudable y fronterizo. Pero en Lodo la prosopopeya se realiza sobre todo en sentido contrario: es el paisaje quien se corporeiza. Por eso el mar Menor es un ¡°cuerpo roto de mujer en persistente mudez¡±.

A veces, el estilo corporeizado de M¨¦ndez se exalta y coquetea con la poes¨ªa en tiradas de versos octos¨ªlabos: ¡°El desierto evoca sol /, / abandono y soledad. / Peso muerto, cuerpo enjuto, / sequedad insuperable / inconcebible quietud¡± (las separaciones entre unidades r¨ªtmicas son m¨ªas). Octos¨ªlabos, por otra parte, con un riesgo evidente de resultar repetitivos y a?ejos.

¡®Lodo¡¯ es un libro que quiere superar cualquier raz¨®n ¡°humana¡±, identificando a ¨¦sta como utilitaria y depredadora

Tambi¨¦n es interesante la tentaci¨®n de antropocentrismo benevolente de esta prosa hilada con cuidados y vulnerabilidades, con mucho de ¨¦poca, casi como un l¨ªmite natural de las po¨¦ticas del cuerpo. Como cuando afirma que somos ¡°insensibles al lenguaje con que nos habla la tierra, ese gemido mudo e incontestable¡±. ?Tiene necesidad de hablarnos la tierra, es decir, de utilizar esa abstracci¨®n humana que llamamos lenguaje? Pero Lodo es un libro que quiere superar cualquier raz¨®n ¡°humana¡±, identificando a ¨¦sta como utilitaria y depredadora.

?Contradicciones? S¨ª, probablemente irresolubles, si no es desde una apropiaci¨®n literaria: el desmontaje de un lenguaje jer¨¢rquico y soberano. Y as¨ª ha sucedido. En 2022, el Senado aprueba una ley que distingue la ¡°personalidad jur¨ªdica¡± del mar Menor, reconoci¨¦ndole su derecho a la ¡°estabilidad ecol¨®gica¡±; es decir, a existir y ser protegido como una persona. De nuevo una prosopopeya; una que, en este caso, le da la raz¨®n (pol¨ªtica y po¨¦tica) a la autora.

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