¡®Cielos¡¯: todas las odiseas de Edipo
Wajdi Mouawad entrevera el bien con el mal en un espect¨¢culo dial¨¦ctico sobre espionaje de las comunicaciones y terrorismo, en el que sobresalen sus cinco int¨¦rpretes en vivo, dirigidos por Sergio Peris-Mencheta
Wajdi Mouawad conmocion¨® la escena internacional en 2003 con Incendies, tragedia donde dos gemelos en busca de su padre viven una odisea ed¨ªpica. Cielos, reci¨¦n estrenada en el Teatro de La Abad¨ªa, cierra la tetralog¨ªa en la que se engarza Incendies con un cambio de registro virulento. Los protagonistas de las tres primeras piezas se embarcan en un apasionante viaje hacia su pasado familiar. Los de Ciels, el montaje que dirige Sergio Peris-Mencheta en Madrid, rastrean las comunicaciones de todo el planeta para averiguar las coordenadas de un gran atentado pr¨®ximo sobre el que tienen alguna pista.
El autor liban¨¦s canadiense extrajo el tema de Cielos de Echelon: The Secret Power (Echelon: el poder secreto), documental de 2002 que informa sobre ¡°una red global de espionaje autom¨¢tico de se?ales controlada por EEUU, el Reino Unido, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda [Los Cinco Ojos]¡±, en palabras de Duncan Campbell, periodista de investigaci¨®n escoc¨¦s. Cinco son tambi¨¦n los protagonistas de esta obra: Charlie Eliot Johns, ingeniero en t¨¦cnicas de escucha; Dolorosa Hach¨¦, traductora con don de lenguas; Vincent Chef Chef, pirata inform¨¢tico; Blaise Centier, jefe del grupo, y Cl¨¦ment Szymanowski, criptoanalista que viene a ocupar el puesto de Val¨¦ry Masson, su amigo, reci¨¦n suicidado. Ellos constituyen la c¨¦lula franc¨®fona de una malla que extiende sus tent¨¢culos por los cinco continentes.
A trav¨¦s de un argumento polic¨ªaco intrigante, Mouawad viene a contar que las motivaciones, los intereses y las relaciones privadas determinan la naturaleza de las actuaciones p¨²blicas. Aunque en la ficci¨®n la Secretar¨ªa de Estado para la Defensa ha ordenado a los miembros de su c¨¦lula canadiense que no mantengan entre ellos m¨¢s relaciones que las estrictamente profesionales (para llevar a buen fin su labor indagatoria), una vez que ha logrado desbloquear el ordenador del suicida, Szymanowski descubre que sus compa?eros mantienen v¨ªnculos sentimentales profundos entre s¨ª y con los terroristas.
A trav¨¦s de un argumento intrigante, el autor cuenta que las relaciones privadas determinan las actuaciones p¨²blicas
Durante un buen tiempo, la funci¨®n tiene al p¨²blico pendiente, intentando no perder comba. Despu¨¦s, el texto resulta menos interesante, quiz¨¢ porque Mouawad fio el ¨¦xito del espectacular montaje original, que ¨¦l mismo dirigi¨® en el Festival de Avi?¨®n de 2009, al hecho de que el p¨²blico estaba inmerso en la acci¨®n, sentado en banquetas giratorias sin respaldo en el centro del recinto y rodeado por los cuatro costados de pantallas y de actores, como en el teatro total ideado por Erwin Piscator y Walter Gropius en los a?os veinte.
En la segunda mitad, cuando los acontecimientos se precipitan y Szymanowski logra que su compa?era pol¨ªglota le entregue el hilo de Ariadna que le permitir¨¢ entrar en el laber¨ªntico caudal de datos del port¨¢til de su amigo fallecido, el espect¨¢culo adquiere un inter¨¦s y un vigor inusitados. Frente a la hip¨®tesis de que el atentado en ciernes ha sido planeado por c¨¦lulas islamistas, entre los investigadores cobra vigor una posibilidad desasosegadora que el Departamento de Estado ordena descartar: el enemigo es interior y act¨²a cegado por el odio a sus progenitores. Edipo anhela vengarse de Layo.
En Cielos el bien y el mal est¨¢n entreverados. ¡°Si el mundo que intentamos salvar se parece a ti, prefiero que se acabe. Que solo queden estatuas sin cabeza y jirones de m¨²sica atonal¡±, le espeta Charlie al recalcitrante Vincent, que tambi¨¦n recibe reproches de Szymanowski: ¡°Usted lo tiene todo claro, sabe a qu¨¦ bando pertenece y contra qui¨¦n lucha. Su elecci¨®n est¨¢ hecha, su vida est¨¢ resuelta y su conciencia no tiene tacha¡±. Porque, para desentra?ar el enigma de su adversario, Szymanowski necesita entender primero el impulso que le mueve: solo con empat¨ªa se podr¨¢ evitar el atentado. Brillan los actores a lo largo de estos enfrentamientos cara a cara, en los que cada personaje expone sus ideas en una sola parrafada tan extensa y luminosa como puedan serlo las de los h¨¦roes sofocleos.
Jorge Kent sobresale por el temple inusual y la contenci¨®n elocuente que le imprime al jefe destronado. En su debut teatral, ?lvaro Monje cincela limpiamente el car¨¢cter insidioso de Vincent y le insufla un ¨ªmpetu sorpresivo. La Dolorosa de Marta Belmonte mantiene un perfil discreto durante un buen rato, para hacer luego una confesi¨®n tan devastadora como la irrupci¨®n de Medea en una guarder¨ªa. El Charlie de Javier Tolosa es un soberano dios dual: dulce con su hijo, firme cuando le toca frenar a Vincent. Prudente pero tenaz Teseo de nuestro tiempo, el Szymanowski de Pedro Rubio conduce la indagaci¨®n con firme guante de seda.
La escenograf¨ªa de Alessio Meloni, en tres niveles, le saca un partido in¨¦dito a la dimensi¨®n vertical de La Abad¨ªa. El final de la funci¨®n pone un nudo en la garganta.
¡®Cielos¡¯. Texto: Wadji Mouawad. Direcci¨®n: Sergio Peris-Mencheta. Teatro de La Abad¨ªa. Madrid. Hasta el 16 de julio.
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