Walter Gropius, el enigma de la Bauhaus
La vida del fundador de la escuela que impuls¨® la modernidad se convirti¨® en una novela de aventuras, un retrato del poder y un tratado arquitect¨®nico. En el a?o del centenario de la emblem¨¢tica instituci¨®n, una biograf¨ªa reformula su legado.
LA MODERNIDAD tuvo muchos abuelos. Aunque parece que la paternidad fue colectiva, cada vez hay m¨¢s acuerdo en que el tutor fue Walter Gropius (1883-1969). La paradoja es que el fundador de la Bauhaus, uno de los protagonistas clave de la historia de la arquitectura moderna, no fue un proyectista sobresaliente. El lugar en la historia se lo gan¨® su haza?a educativa mucho m¨¢s que su talento como dise?ador. Su gran hito arquitect¨®nico, el edificio para la escuela que construy¨® en Dessau en 1925 ¡ª?cuando el partido nazi cerr¨® la Bauhaus de Weimar y tuvieron que buscar nueva ubicaci¨®n¡ª, no era t¨¦cnicamente perfecto. Sufri¨® goteras, temperaturas sofocantes en verano y fr¨ªo glacial en invierno, pero retrat¨® la vida comunitaria, las nuevas posibilidades del arte y el poder de lo moderno. ¡°Aqu¨ª hay espacio de verdad. Da la impresi¨®n de estar en el exterior¡±, le escribi¨® el pintor Lyonel Feininger a su esposa, Julia ¡ªtambi¨¦n pintora¡ª, cuando desembarc¨® en Dessau para dar clases.
Gropius firm¨® las casas de los maestros de esa nueva escuela permiti¨¦ndoles que las modificasen. Era una novedad: un autor que no tem¨ªa que alterasen su obra. All¨ª vivieron quienes dibujaron la historia de la pintura del siglo XX. El hijo de Paul Klee, Felix, record¨® que su padre trabajaba siempre junto a una pared que el propio Paul hab¨ªa pintado de negro. Klee y Kandinsky compart¨ªan vivienda y tomaban t¨¦ juntos a diario. Aunque el edificio de la escuela fue criticado por ser m¨¢s fotog¨¦nico que funcional, hoy es, adem¨¢s de una facultad viva, un s¨ªmbolo de la imaginaci¨®n y la rebeld¨ªa. Los radiadores decoran la parte alta de las paredes como si fueran esculturas. Cada mueble remite a uno de los profesores de un momento inolvidable. Casi un siglo despu¨¦s de su inauguraci¨®n, todav¨ªa parece un edificio moderno, no del futuro, moderno: fuera del tiempo.
La modernidad como elecci¨®n vital es lo que define tambi¨¦n al Walter Gropius retratado por Fiona MacCarthy en la nueva biograf¨ªa Gropius, la vida del fundador de la Bauhaus (Turner). Nacido en el seno de una familia burguesa alemana, el arquitecto quiso demostrar que la modernidad era m¨¢s un credo que una forma, m¨¢s una actitud que una est¨¦tica. ?l mismo se convirti¨® en abogado de una forma de vida a la vez simple y creativa que no ocultaba sus mayores ambiciones: construir por todo el mundo y defender una existencia sin prejuicios.
La vida de Gropius fue tan intensa e inspiradora como dif¨ªcil. Lo sabemos por su prol¨ªfica correspondencia: ¡°Solo ven lo que se derrumba, no lo que est¨¢ creciendo¡±, se lament¨® a su madre, Manon Burchard, en diciembre de 1919, cuando lleg¨® a Weimar dispuesto a cambiar las prioridades de la escuela actualizando los oficios art¨ªsticos. Aunque por su porte de oficial de los h¨²sares y por su leyenda ¡ªpor entonces estaba casado con Alma Mahler¡ª lo apodaron El Pr¨ªncipe de Plata, Gropius estaba en todas partes. Hac¨ªa las entrevistas de admisi¨®n, reclutaba a los profesores, recaudaba fondos, discut¨ªa con el alcalde y com¨ªa en la cantina. ?l mismo prepar¨® la comida de Navidad de los alumnos. Y le sobr¨® tiempo para enamorarse de una estudiante ¡ªLily Hildebrandt¡ª y de tres artistas m¨¢s. Tal vez fuera la tempestuosa relaci¨®n con Alma Mahler, de la que sal¨ªa, y la I Guerra Mundial, en la que fue condecorado con una cruz de hierro por pasar cuatro d¨ªas y cuatro noches sin dormir para avanzar por la trinchera francesa de Ban-de-Sapt, lo que lo predispusiera para la vida intensa que llev¨®. En enero de 1915, un mortero le explot¨® a 15 cent¨ªmetros. Gropius, que ten¨ªa 32 a?os, fue uno de los 80 supervivientes entre los 3.000 soldados de su regimiento. El terror no lo abandonar¨ªa nunca, pero tal vez el campo de batalla le ense?¨® un camino de supervivencia, b¨²squeda y reinvenci¨®n.
Su gran hito arquitect¨®nico sufr¨ªa goteras, temperaturas sofocantes en verano y fr¨ªo glacial en invierno
El pintor Vasily Kandinsky describi¨® la Bauhaus como un mundo renacido. Gropius lo encarnaba. Sin embargo, la primera casa bauhausiana, Haus am Horn, no la dise?¨® ¨¦l, sino un pintor, Georg Muche. Su propuesta hab¨ªa sido mucho m¨¢s tradicional. ¡°Cada vez estoy m¨¢s convencido de que el trabajo es la ¨²nica deidad verdadera de nuestro tiempo y desde el arte debemos ayudar a encontrar una expresi¨®n para el mismo¡±, escribi¨® un Gropius que, tras el traslado a Dessau, hab¨ªa empleado parte de su herencia en comprar un terreno para cultivar hortalizas con las que dar de comer a sus alumnos. Precisamente por su implicaci¨®n en la escuela, Gropius no se desarrollar¨ªa plenamente como arquitecto hasta que la abandon¨® tras una serie de discusiones con el alcalde de Dessau. Aunque en sus ¨²ltimas d¨¦cadas lleg¨® a construir por todo el mundo, fueron los a?os de la Bauhaus los que lo convirtieron en un arquitecto clave para la historia de la disciplina. Parad¨®jicamente, a Gropius lo echaron de las dos escuelas que impuls¨®. ¡°Hemos pasado hambre por una idea. Si se va, dejar¨¢ paso a los reaccionarios¡±, le advirtieron sus alumnos antes de sacarlo a hombros. Marcel Breuer, que hab¨ªa empezado como alumno y se hab¨ªa convertido en profesor, o L¨¢szl¨® ?Moholy-Nagy lo siguieron en su dimisi¨®n.
Dejar la Bauhaus le permiti¨® centrarse en su propia obra. Mies van der Rohe ¡ªcon quien siempre tuvo una relaci¨®n de competencia¡ª lo llam¨® para participar en el dise?o de las casas experimentales de Weissenhof, cerca de Stuttgart. Tambi¨¦n viaj¨® a Am¨¦rica. Corr¨ªa 1928 y en Nueva York apenas hab¨ªa rascacielos. En Detroit visit¨® la f¨¢brica de Ford y decidi¨® que eso era lo que ¨¦l quer¨ªa hacer con la vivienda.
La democratizaci¨®n de la arquitectura que culmin¨® en la Bauhaus cambi¨® la faz de las ciudades del mundo. Cuando Gropius fue finalmente elegido director de la nueva escuela de arquitectura de Harvard (Graduate School of Design) demostr¨® con su propia vivienda en Lincoln, Massachusetts, que no se trataba de construir barato y mal, sino simple y bien. Se podr¨ªa decir que, sin dejar de crecer y reinventarse, el fundador de la Bauhaus vivi¨® tres vidas: en Alemania, donde creci¨® y fund¨® la escuela; en el Reino Unido ¡ªal que defini¨® como ¡°un pa¨ªs acultural: el progreso, per se, no produce cultura¡±, donde lleg¨® huyendo de los nazis y no consigui¨® prosperar, y en Estados Unidos, donde disfrut¨® de su fama y se reinvent¨® como arquitecto. As¨ª, se podr¨ªa decir que en los tres pa¨ªses vivi¨® de lo que hab¨ªa logrado cuando, siendo un joven oficial reci¨¦n regresado de la guerra, se invent¨® la Bauhaus.
Tal vez por eso, esta nueva biograf¨ªa defiende que Gropius ¡ªfrente a la genialidad de Le Corbusier, la leyenda de Wright, la elegancia de Mies y habiendo sido incluso sobrepasado por su propio alumno Marcel Breuer¡ª tiene un papel mod¨¦lico en la historia de la arquitectura como un profesional capaz de transformar su disciplina y capaz, a su vez, de reinventarse. Pero la reinvenci¨®n de Gropius no fue solo profesional. A la riqueza de parejas, amigas y amantes a la que puso fin su esposa Ilse Frank ¡ªconvertida por ¨¦l en Ise Gropius¡ª se uni¨® su ambivalente posicionamiento pol¨ªtico en un momento en el que no hablar era tomar partido. Los diarios de Ilse han servido para recrear la vida de su marido durante m¨¢s de 40 a?os de matrimonio. Su minuciosa traducci¨®n de la correspondencia entre Gropius y sus anteriores amantes da cuenta de un hombre apasionado.
Pero el poder exige guantes. Y fueron muchos los artistas de vanguardia que dieron muestras de confusi¨®n moral ante el Gobierno de Hitler. El autor de las extravagantes escenograf¨ªas y vestuarios de los famosos ballets tri¨¢dicos, Oskar Schlemmer, que hab¨ªa escrito a Joseph Goebbels protestando por el cierre de exposiciones aludiendo que ¡°los artistas son en esencia apol¨ªticos y su reino no es de este mundo¡±, fue despedido. Sin embargo, en su posterior propuesta para los murales del edificio de congresos del Deutsches Museum de M¨²nich dibuj¨® figuras militares haciendo lo que parece ser el saludo nazi. Schlemmer, autor de uno de los lienzos m¨¢s famosos que hoy cuelgan en el MOMA, Escalera de la Bauhaus, de 1932, termin¨® trabajando en una f¨¢brica de pintura de Stuttgart.
Por su parte, Gropius, que se hab¨ªa esforzado por que la escuela no se metiera en cuestiones pol¨ªticas, no tuvo m¨¢s remedio que decidir si estaba a favor o en contra del nazismo. Y aun as¨ª no habl¨® claro. Se podr¨ªa decir que defend¨ªa el derecho a ser apol¨ªtico. Pero los hechos cuentan otra historia. El mismo Gropius que despidi¨® al administrador de su estudio, Hanns Dustmann, cuando este apareci¨® con uniforme nazi, y el mismo que fue declarado persona non grata en la Alemania nazi, se sent¨® en el palco romano del Duce para disfrutar la ¨®pera de Franchetti La hija de Iorio. Tambi¨¦n se fotografi¨® con el conde Ciano, yerno de Mussolini. Y consigui¨® huir a Londres, v¨ªa Roma, gracias a la ayuda del ministro de Cultura italiano, hom¨®logo de Goebbels en la Italia fascista, Dino Alfieri. ¡°Es dif¨ªcil comprender qu¨¦ ten¨ªamos en la cabeza en aquel momento: cre¨ªamos que toda aquella pantomima no podr¨ªa durar¡±, anot¨® Ise. Hay muchos ejemplos de tibieza y miedo que humanizan a Gropius. Pero es evidente que tambi¨¦n lo retratan. Lleg¨® a Harvard apoyado por el Gobierno alem¨¢n. Su misi¨®n era servir a la cultura alemana, ¡°y no otra cosa¡±, apunta su bi¨®grafa. ?l hizo, sin embargo, otra cosa.
¡°Tengo la sensaci¨®n de que los emigrantes pierden muy r¨¢pido las ra¨ªces que les nutren y de que solo los ¨¢rboles muy j¨®venes sobreviven a un trasplante¡±, le escribi¨® a su hija Manon. Puede que en Harvard no arraigara. Pero s¨ª rebrot¨®. El hoy admirado edificio de la Pan Am de Park Avenue en Nueva York fue muy criticado por Philip Johnson. Frank Lloyd Wright ya hab¨ªa dicho de Gropius: ¡°Qu¨¦ pena que no sea arquitecto, solo ingeniero¡±. En Norteam¨¦rica, Gropius lanz¨® la escuela de arquitectura de Harvard (GSD) y fund¨® TAC, The ?Architects Collaborative, que lo sobrevivir¨ªa y se convertir¨ªa en el estudio m¨¢s importante de EE UU hasta su cierre en 1995. Pero volvamos a 1952; 15 a?os despu¨¦s de su llegada a Boston, el decano Joseph Hudnut consider¨® que Gropius estaba llev¨¢ndose demasiado cr¨¦dito y protagonismo. Pens¨® que lo eclipsaba. Gropius dej¨® las cuentas y los planes ordenados y se fue con la elegancia que siempre le caracteriz¨®: ¡°La educaci¨®n de calidad nunca debe dejar de evolucionar¡±. Antes de ?partir, propuso a Ernesto Rogers y a Josep Llu¨ªs Sert como sustitutos. El espa?ol fue elegido director. Gropius ten¨ªa 69 a?os. Lo esperaba el mundo.
En S¨ªdney fue portada en los peri¨®dicos. El amor por Jap¨®n lo descubri¨® ¡°en un momento en el que no esperaba ya que el mundo deparase maravillas¡±. Pero fue en Bagdag ¡ªdonde trabaj¨® y construy¨® parcialmente la universidad¡ª donde reapareci¨® su ambig¨¹edad. O su diligencia. Tras el asesinato del rey Faisal, que hab¨ªa apoyado la modernizaci¨®n de la ciudad, intent¨® hacer propuestas al nuevo r¨¦gimen golpista del general Abdul Karim Qasim. El arquitecto local Rifat Chadriji pag¨® el progresismo de la arquitectura con prisi¨®n en Abu Ghraib. Fueron los impagos por los trabajos en la universidad los que hundieron TAC en los a?os noventa. Entonces, ?qu¨¦ aport¨® Walter Gropius a la arquitectura?
La modernidad que defend¨ªa la Bauhaus desde sus inicios no tard¨® en cambiar la faz del mundo. As¨ª, el gran renovador de la arquitectura lo fue desde la educaci¨®n y desde los valores que predic¨® ense?ando y construyendo. Gropius sosten¨ªa que el hombre no es una isla, defend¨ªa el trabajo en equipo. Tuvo el talento de ver la relaci¨®n entre las cosas y fue un precursor de la ecolog¨ªa. Paul Rudolph, uno de sus alumnos m¨¢s destacados, dej¨® escrito que no fue un gran arquitecto, pero s¨ª un educador insuperable. Para Gropius, la modernidad no fue un dogma, sino la opci¨®n de entender la arquitectura como algo flexible. Tambi¨¦n una filosof¨ªa vital capaz de hermanar las artes. Por eso ense?¨® una actitud: no quiso copiar un estilo, quiso liberarse de lo innecesario y crear formas genuinas, originales y aut¨¦nticas a partir de las circunstancias particulares y las necesidades de la gente. El 4 de julio de 1969 Gropius muri¨® en Massachusetts. Su testamento databa de 1933. Ped¨ªa una fiesta en la que beber, re¨ªr y amar al estilo de la Bauhaus. ¡°Dar¨¢ m¨¢s frutos que rezar en el cementerio¡±.?
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