Del papel al p¨ªxel, las nuevas formas del ¡®collage¡¯
Un monogr¨¢fico re¨²ne obras de m¨¢s de 100 artistas para indagar en los nuevos par¨¢metros de una t¨¦cnica que sigue siendo capaz de atrapar el esp¨ªritu de su tiempo
Nada es completamente nuevo y sin embargo todo se renueva en un collage. La subversi¨®n impl¨ªcita a esta t¨¦cnica art¨ªstica mediante distintos tipo de acciones como cortar, fragmentar, rasgar, camuflar, robar, fingir... desbarata cualquier expectativa al tiempo que sugiere afinidades y resonancias que confluyen a la perfecci¨®n en una sola pieza. Tan promiscua como adaptable, esta manifestaci¨®n, que alcanz¨® su estatus como obra de arte a principios del pasado siglo XX, sigue siendo capaz de atrapar el esp¨ªritu de su tiempo incorporando los elementos que lo definen. Pero, ?qu¨¦ significa hablar del collage en la era digital, donde el gesto que dio sentido a la pr¨¢ctica, cortar y pegar, ha sido remplazado por una acci¨®n alternativa a la que nos referimos como copiar y pegar? ?Cu¨¢les son los elementos m¨ªnimos que constituyen un collage?
Estas cuestiones dan forma a Vitamin C +: Collage in Contemporary Art, el ¨²ltimo volumen de la serie Vitamin lanzada por Phaidon en 2002, destinada a tomar el pulso a las distintas disciplinas art¨ªsticas con el fin de identificar las nuevas pr¨¢cticas y tendencias que van emergiendo y marcan el momento dentro de estas manifestaciones. Para esta nueva entrega la editorial ha contado con la participaci¨®n de 69 expertos ¡ªdirectores de museos, curadores, coleccionistas y cr¨ªticos¡ª, encargados de seleccionar a 108 artistas que en la actualidad hacen uso del collage como parte central de su pr¨¢ctica art¨ªstica. Una selecci¨®n que refleja ¡°el delicado equilibrio entre el potencial y las limitaciones que implica la pr¨¢ctica¡±, tal y como destaca el historiador Yuval Etgar, en el texto introductorio. Al tiempo que ofrece una amplia gama de interpretaciones, ¡°constituye un recordatorio de aquello que m¨¢s est¨¢ en juego en el collage contempor¨¢neo: en concreto, la delimitaci¨®n de bordes y periferias dentro de un campo cuyos contornos territoriales son pr¨¢cticamente imposibles de identificar y se encuentran en estado de cambio permanente¡±.
Los artistas, presentados en orden alfab¨¦tico, proceden de 40 pa¨ªses diferentes, as¨ª como de distintas culturas, contextos y generaciones. Entre ellos no podr¨ªa faltar el brit¨¢nico John Stezaker (Worcester, 1949), quien comenz¨® su andadura con el collage a mediados de los a?os setenta (un tiempo asociado a la llegada de la era digital y de las teor¨ªas de la posmodernidad) a trav¨¦s de sus po¨¦ticas y elegantes yuxtaposiciones realizadas haciendo uso de postales, fotograf¨ªas pertenecientes a pel¨ªculas de cine y otras im¨¢genes apropiadas de viejos libros ilustrados. Al igual que muchos de los gestos de los movimientos de vanguardia que precedieron a la obra del autor, los collages de Stezaker surgen como una respuesta al consumo de material impreso propio de la cultura de masas. ¡°El collage es un acto iconoclasta al servicio de la iconofilia (el amor por las im¨¢genes)¡±, para este artista, tal y como apunta el cr¨ªtico David Campany.
Un acercamiento m¨¢s radical fue el utilizado en sus comienzos por la tambi¨¦n artista brit¨¢nica Linder (Liverpool, 1954). La entonces vocalista de la banda experimental postpunk Ludus estaba dispuesta a provocar un debate acerca de los deseos ocultos y tab¨²es a los que hac¨ªa referencia su obra. La imagen de una mujer desnuda y musculosa con una plancha por cabeza se erigi¨® no solo como una continuidad de la sensibilidad pop de los a?os sesenta de Richard Hamilton, sino como un estridente grito feminista contra la trampa dom¨¦stica. Hoy los v¨ªnculos de la artista con la performance siguen alimentando sus provocativas im¨¢genes destinadas a apuntar a las desigualdades de g¨¦nero.
Tampoco podr¨ªan faltar los contundentes fotomontajes de Martha Rosler (Nueva York, 1943) que, frecuentemente cargadas de una buena dosis de humor, hacen referencia a temas pol¨ªticos y sociales. La manera de integrar figuras dentro de las escenas sin que se aprecien fisuras, acoplando dos realidades irreconciliables (el surrealista Max Ernst fue pionero en esta pr¨¢ctica), tiene que ver con el prop¨®sito de la artista americana de hacer uso del collage para comunicar de forma directa una idea: ¡°No somos un aqu¨ª y un all¨ª. Somos todos uno, y esto es crucial¡±, asegura. De igual forma, nos encontraremos con los cuerpos de las mujeres negras oscurecidos por los hist¨®ricos mapas celestiales que componen una de las ¨²ltimas series de Lorna Simpson (Nueva York, 1960): Stars from Dusk to Dawn. Su obra no est¨¢ destinada a tener un significado concreto sino a crear nuevas asociaciones libres de las limitaciones de la representaci¨®n convencional. Mientras, Frida Orupabo (Sarpsborg, Noruega, 1986) da forma a collages, con frecuencia de tama?o real, adaptando las fotograf¨ªas hist¨®ricas de mujeres esclavizadas a otras sacadas de eBay, Tumblr o Instagram. Cuerpos fragmentados reconfigurados para renegociar la representaci¨®n de los cuerpos africanos y liberarlos de los clich¨¦s.
Las monocrom¨¢ticas escenas dom¨¦sticas de Neo Matloga (Mamaila, Sud¨¢frica, 1993) captan la vida diaria de la infancia del autor. Fueron los programas de radio que sus padres escuchaban de forma habitual, donde ten¨ªan cabida los dramas locales, los conflictos familiares y amorosos, as¨ª como las noticias del d¨ªa, los que estimularon los sue?os y la imaginaci¨®n del artista. El collage le permite incorporar nuevos contextos que deconstruyen las im¨¢genes de las que parte, permitiendo un desplazamiento en el tiempo y en el espacio que ofrecen una nueva realidad. Las coloridas naturalezas muertas de Daniel Gordon; el seductor universo visual de Sara Cwynar, donde los viejo se solapa con lo nuevo, lo anal¨®gico con lo digital y lo nost¨¢lgico con lo futurible; las enigm¨¢ticas composiciones de Simon Moretti, donde quedan al descubierto los lazos que unen el conocimiento, la cultura, la memoria y la emoci¨®n; las instalaciones del chino Guanyu Xu, consideradas como collages tridimensionales; as¨ª como las propuestas m¨¢s escult¨®ricas del canadiense Erin Shirreff centradas en la inevitable brecha que surge entre un objeto y su imagen, y un largo etc¨¦tera de autores completan este rico monogr¨¢fico que, en palabras de Etgar, no deja de advertirnos que: ¡°Al fin y al cabo, y a pesar de que constantemente se nos recuerda que vivimos en la era de la globalizaci¨®n, cruzar fronteras no es cosa sencilla¡±.
¡®Vitamin C+: Collage in Contemporary Art¡¯. Phaidon Press. 304 p¨¢ginas. 59, 95 euros.
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